Salimos de Hue con dirección a Hoi An por una carretera bonita, aunque llena de curvas y en bastante mal estado. Paramos en un rincón para admirar la bahía de Danang con sus viveros de ostras y sus piscifactorías de carpas.
Atravesamos Danang, una gran ciudad aunque menos caótica que Hanoi. Según nuestro guía, es la ciudad más habitable de Vietnam; lo cierto es que la vemos moderna, con buenas avenidas y edificios, centros comerciales, grandes hoteles y una estupenda playa, en la que paramos a tomarnos un café.
Visitamos después el Monte del Mármol, dentro de Ngu Hanh
Son, un conjunto de cuevas (cinco: Kim—metal; Moc—madera Hoa—fuego; Thuy—agua;
y Tho—tierra) y colinas con varios Budas (alguno femenino). Fue durante la guerra un hospital; lo
bombardearon los americanos. Al ser un
sitio bonito con vistas espectaculares, se acercan novias y parejas para
retratarse; también modelos publicitarios.
Por fin llegamos a Hoi An, una preciosa ciudad de 80.000 habitantes y un alto porcentaje de turistas por la calle. Como es pronto, nuestro guía decide que aprovechemos el buen tiempo (ha dejado de llover) para darnos una primera vuelta por la ciudad. Visitamos la Asamblea China, que luego fue un templo. Aquí se cuelgan farolillos de incienso con
cartelitos con los deseos de cada uno.
Duran el tiempo que tarda en quemarse el incienso, a veces hasta un
mes.
Vemos también la casa antigua de una familia de mercaderes chinos (de hace 200 años). Estos siguen siendo los dueños, pero ya no viven en la casa. Huyeron de China como refugiados políticos.
Las casas antiguas de Hoi An son largas y estrechas, sin
ventanas. Se ventilan a través de las
puertas delanteras y traseras. A veces
llevan un espejo en la fachada para asustar a los espíritus.
Hoi An ha sufrido mucho de inundaciones (¡que suelen ocurrir en noviembre!). En el 2009 subieron las aguas más de dos metros.
Entramos también en la Asamblea Cantonesa y cruzamos el
Puente Japonés. Este puente, construido
en 1593, separa el barrio chino del japonés.
Salimos de excursión a My Son, un santuario con ruinas de
templos hindúes. Visitamos, dentro de un valle de unos dos kilómetros de
ancho, entre dos cadenas montañosas, una serie de templos de la dinastía
Champa, también un lugar de enterramiento de los monarcas champas y sus héroes
nacionales. A pesar de que se han
destruido varias veces, muchos templos han aguantado o han sido
reconstruidos. También se aprecian
varios cráteres donde cayeron bombas. Nos aclara nuestro guía que no existen monumentos de antes del Siglo
VII, porque éstos se hicieron de madera y fueron destruidos todos por el
fuego. Los templos de My Son son de los
siglos VII al XIII.
Hoi An es el templo de la seda, el lugar para hacerse todo tipo de prendas de seda, tanto hombres como mujeres. La ciudad está llena de sitios donde poder comprarlas y tomarse medidas para su confección. Quizás por eso, y porque la ciudad vale la pena, tenemos el día libre para patearla de arriba abajo. Tarea a la que nos dedicamos con tesón..
Una de las decisiones que adoptamos es acercarnos a la playa, para lo cual cogemos un taxi que nos lleva allí. Aprovechamos el buen tiempo para dar un largo paseo por la playa y tomarnos unos refrescos mirando el mar.
El resto del día paseamos, cruzamos puentes, recorremos una especie de parque, disfrutamos de las luces, las cajas con velas en el agua, las figuras iluminadas…
Nuestra estancia en Vietnam se acaba y mañana salimos para Camboya, a visitar Angkor Wat. El país nos ha encantado, sus gentes, sus paisajes, su comida. Nos parece un lugar muy recomendable, no solo para visitar, sino también--si uno no tuviera tantas ataduras-- para venirse a vivir. Desde luego con la pensión española viviría como uno de los reyes cuyas tumbas hemos visitado. A ver si alguien se anima.