lunes, 30 de septiembre de 2013

Bilingüismo (o trilingüismo) para todos

Estos días son noticia los profesores de Baleares que llevan dos semanas de huelga (más de 1.000 euros perdidos) contra la implantación del "trilingüismo" en los centros educativos de esa comunidad autónoma. Si uno fuera una persona cándida, que viviera fuera de España, se preguntaría "¿cómo los profesores se oponen a mejorar la enseñanza del inglés, algo tan necesario hoy en día?" Alguna razón tiene que haber para que más de 100.000 personas (que son las que se manifestaron ayer contra el trilingüismo en Baleares) estén tan equivocadas. La razón existe: el trilingüismo que el gobierno de Bauzá intenta imponer no tiene como objetivo mejorar la enseñanza del inglés. Eso lo saben los profesores y lo sabe toda la comunidad educativa; por eso se oponen a su implantación.

En las comunidades con lengua propia el "trilingüismo" es el caballo de Troya para luchar contra el catalán, el valenciano o el gallego, y en las que no tienen lengua propia, el "bilingüismo" es el mantra utilizado como cortina de humo para ocultar el destrozo que vienen haciendo en la educación pública.

¿Se puede hablar seriamente de bi/trilingüismo cuando no se ha hecho el mínimo estudio de cuáles son las condiciones que deben reunir los centros para que sea eficaz? El bilingüismo está desarrollado en muchos países, sobre todo aquellos que cuentan con dos lenguas oficiales, se conoce muy bien --desde el punto de vista científico-- las condiciones para su éxito, la necesidad de profesorado especializado... Nada de eso se ha tenido en cuenta en nuestro país para que se imponga la moda del bilingüismo. Cada comunidad autónoma lo entiende de una manera. Basta con que el profesor de gimnasia "imparta" su clase en un mal inglés para que el centro sea bilingüe, como pasa en algunos centros de Madrid.

¿Qué nivel de inglés debe tener un profesor de otra materia para poder impartirla en esa lengua? ¿No es necesario que tenga una formación específica? ¿Qué esfuerzos han hecho las comunidades dirigidas por el Partido Popular para formar al profesorado? ¿Se ha tenido en cuenta que existen estudios serios sobre los inconvenientes que puede producir un mal enfoque del bilingüismo?: descenso del nivel de conocimiento en la materia que se imparte en inglés y, a la vez, rechazo del inglés ya que no se entiende lo que se quiere aprender.

Por cierto, algunos de estos próceres que abogan por el bi/trilingüismo ¿se han preocupado de analizar el caso de los países donde la enseñanza de inglés es un éxito: Finlandia, Suecia, Dinamarca u Holanda? Si lo hubieran hecho habrían comprobado que su éxito no tiene que ver con la implantación de bilingüismo en los centros, que se limita a algunas experiencias pilotos. Se aprende inglés enseñándolo bien en la escuela. A eso deberían dedicarse, a resolver los problemas que tiene nuestro sistema educativo y no a lanzar cortinas de humo mientras continúan deteriorándolo.

Muchas gracias.


 

martes, 24 de septiembre de 2013

La diversidad, según Wert

No es necesario dedicar mucho tiempo a la lectura del Proyecto de Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa, que está "discutiéndose" (es un decir) en el Congreso, para entender con claridad cual es su objetivo y que persiguen con ella sus autores.

En el segundo párrafo de la exposición de motivos - en la octava línea- se señala lo siguiente: "Todos los estudiantes poseen talento, pero la naturaleza de este talento difiere entre ellos. En consecuencia, el sistema educativo debe contar con los mecanismos necesarios para reconocerlo y potenciarlo. El reconocimiento de esta diversidad entre alumnos en sus habilidades y expectativas es el primer paso hacia el desarrollo de una estructura educativa que contemple diferentes trayectorias."

Traduzco para el que no entienda la jerga burocrática. Todos los estudiantes tienen talento (faltaría más), unos tienen talento para ser barrenderos y otros para ser extraordinarios negociantes como Bárcenas, por ejemplo. ¿Cuál es la misión del sistema educativo? Blanco y en botella: dirigir a cada uno a su sitio, a que desarrollen su talento, es decir el barrendero a barrer y el negociante a robar. Y para eso se necesitan diferentes trayectorias. Estaría bueno que nos pusiésemos ahora a mezclar churras con merinas.

Resulta que el tratamiento de la diversidad no es lo que hasta ahora habíamos creído. Parece claro, y así lo confirman todo tipo de estudios, que los jóvenes de hoy en día van a necesitar una serie de competencias básicas para poder adaptarse de manera adecuada al mundo en que vivimos. Son competencias, que si no se tienen, las posibilidades de acabar en la marginación y en la pobreza son muy grandes. La labor de la educación consiste en tener en cuenta esa diversidad para que la consecución de esas competencias estuviera asegurada a pesar de las diferencias. Según esta ley la diversidad sirve para acentuar las diferencias y segregar tempranamente a los alumnos.

Eso sí con mucho "esfuerzo" que ya se sabe que los de izquierda son unos vagos y han convertido la educación en un paseo para mediocres. El barrendero tendrá que esforzarse mucho para aprender a barrer bien y el Bárcenas de turno no tendrá ese problema porque procederá de una buena familia, creyente y cumplidora de la ley de Dios y le sobrará el talento.

Muchas gracias.

 

lunes, 23 de septiembre de 2013

La reforma educativa francesa: un modelo a seguir

En 2008 el gobierno Sarkozy puso en marcha unos nuevos programas en la escuelas primarias francesas que, a lo largo de estos años, han sido ampliamente contestados por el profesorado. Con la llegada de los socialistas al poder, el Ministro de Educación, Vincent Peillon, prometió revisar esos programas y, tras insistir "en que debemos confiar en los profesores, pues son los que conocen mejor que nadie el terreno", ha pasado de las palabras a los actos y ha lanzado una amplia consulta cuyo objetivo es conocer las opiniones y sugerencias de todo el profesorado y de los inspectores.

Desde hoy, y durante cuatro semanas, 300.000 profesores de educación primaria deberán manifestar su opinión, personal o colectivamente, sobre los actuales programas de enseñanza. Se trata de una consulta muy abierta en la que se solicita a los enseñantes que expresen su punto de vista sobre los actuales programas, que señalen aquellas partes difíciles de aplicar y también los aspectos que desearían que continuasen, así como sugerencias para mejorarlos.

El papel del profesorado no acaba ahí. La síntesis de sus contribuciones, individuales y colectivas, será transmitida al Consejo Superior de Programas, un organismo que se creará en los próximos días y que será el encargado de repensar los contenidos de la enseñanza en todos sus niveles. Cuando este organismo acabe su trabajo, antes de que finalice el curso escolar, someterá sus resultados a una nueva consulta a todo el profesorado. A continuación, y tras las modificaciones pertinentes, los nuevos programas empezarán a ponerse en marcha en el curso 2014.

A fin de que el profesorado pueda llevar a cabo este trabajo, que les exigirá un esfuerzo adicional, la administración les permitirá que dediquen seis horas lectivas a la tarea.

Supongo que, como todas las iniciativas de este tipo, ésta también tendrá sus inconvenientes, pero uno no puede evitar comparar este proceso con el seguido por el ministro Wert para elaborar su ley. ¿Es tan difícil contar con el profesorado? o más bien ¿el problema es que si se cuenta con los profesores saldría una ley muy distinta a la que sectariamente nos quieren imponer?

¿Tendremos en algún momento un gobierno que, de una vez por todas, cuente con el profesorado para establecer una reforma educativa? Es lo que necesitamos para acabar con las grandes deficiencias del sistema actual y tener continuidad y consenso en el futuro.

Muchas gracias.

 

viernes, 20 de septiembre de 2013

"El héroe discreto" de Mario Vargas Llosa

Llevo toda la tarde con la última novela de Vargas Llosa entre las manos. Leyendo con avidez las pocas páginas que me quedaban para terminarla y, por otro lado, deseando que no llegase el final y con él el placer que la lectura me estaba proporcionando.

"El héroe discreto" se lee de un tirón, cuesta dejarla y se disfruta mucho: hasta alguna carcajada me he oído a mí mismo. En esta novela, Vargas Llosa recupera su mejor estilo. Reaparecen personajes como el sargento Lituma o Don Rigoberto que nos hicieron disfrutar hace años y les vemos manejarse en ese nuevo Perú de nuestros días.

También reaparecen los espacios conocidos de Piura y Lima, aunque transformados por la acción del tiempo y, sobre todo, de la capacidad creativa del autor. "El héroe discreto", que es una novela de madurez nos presenta a personajes y lugares del pasado tamizados por la sabiduría literaria que ha ido adquiriendo Vargas Llosa con los años. También en esta novela hay una recuperación del lenguaje popular del Perú, el "che guá" de Piura, diversos giros en los que Vargas Llosa es un maestro. Utiliza el cincel de su experiencia y de su dominio del idioma, para esculpir una obra llena de matices y sutilezas.

Felícito Yanaqué, es un héroe discreto porque ha decidido vivir siempre con la cabeza bien alta, sin hacer nada de lo que tener que avergonzarse. Su padre, un humilde campesino, le dijo en su lecho de muerte "nunca te dejes pisotear por nadie". Esa fue la única herencia que recibió y la ha practicado durante toda su vida, independientemente de los problemas que en más de una ocasión le ha podido causar. Junto a él otros personajes como el empresario Ismael Carrera, el propio Don Rigoberto o Narciso el chofer de Don Ismael, completan esa panoplia de héroes discretos que integran la novela.

Vargas Llosa describe un buen  retrato de la sociedad de nuestros días y, frente a la podredumbre que la caracteriza, resalta el valor y la heroicidad de esos personajes anónimos que mantienen cada día la importancia de la amistad, de la palabra dada, del amor, de la rectitud del comportamiento, del trabajo y del respeto a los demás. La novela es un alegato frente a la mentira y la falsedad de la sociedad actual, un alegato que- como la vida misma- nos hace reír, disfrutar con historias de amor y que contiene, también, su parte de melodrama y de historia con final feliz.

Mario Vargas Llosa, gracias por permitirnos disfrutar con tu escritura. Amigos, no dejéis de leer esta novela. No os vais a arrepentir.

Muchas gracias.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

China: miscelánea final

El viaje a China nos ha proporcionado un sinfín de anécdotas, recuerdos y sensaciones que me resulta difícil de transmitir tanto por lo limitado del espacio como por mi incapacidad a la hora de escribir. Para remediarlo, y a modo de capítulo final de esta miniserie dedicada a China, trataré de recordar algunas de ellas.

"Las compras".  Comprar es uno de los objetivos principales de un viaje a China. Comprar, sobre todo copias de marcas conocidas, pero también productos típicos de allí, como seda, perlas y todo tipo de baratijas. Comprar en China es regatear. Mis muchos años de vida en Marruecos me han convertido en un experto regateador y, en consecuencia, en un buen comprador en China. Su desconocimiento del idioma, no solo del español sino también del inglés, hace que las transacciones se realicen con una calculadora delante para indicar la cifra que ofreces por el producto. Las vendedoras chinas saben, sin embargo, las cuatro palabras de español que necesitan, y esto permite que la negociación sea más divertida. "Tú tacaño", "tú guapo", te dicen, según vaya la negociación. Me han llamado muchas veces "tacaño" y he comprado barato bastantes cosas.

"La comida". Hemos comido muy bien en China. Platos variados, siempre con cerveza china porque el vino es bastante caro. Mucha verdura, poca o nada de grasa. Compartiendo los platos con ese sistema colectivo que utilizan los chinos para comer: la mesa giratoria, que no siempre te permite comer lo que quieres y, sobre todo, en el orden que quisieras. Comer en China es muy barato. Hemos cenado muy bien, en más de una ocasión, por 3 o 4 euros. El máximo que hemos llegado a pagar por una comida ha sido en torno a los 15 euros. Comer con palillos, que nos apetecía por su novedad y en algunos sitios por necesidad, te ayuda a comer menos --sobre todo cuando no los manejas con mucha habilidad--, algo que algunos hemos agradecido.

"Las propinas". El primer día que estuvimos en Shanghái cenamos en un restaurante cerca del hotel. La cena fue excelente y el servicio inmejorable, por lo que decidimos dejar una propina. Conforme salíamos a la calle el camarero vino corriendo hacia nosotros para devolvernos lo que habíamos dejado. Nos volvió a pasar un par de veces, aunque es verdad que en la mayoría de las ocasiones en que dejamos una propina, la recibieron con gran alegría. El asunto nos dejó sorprendidos.

"Los paisajes". Algunas de las zonas que hemos recorrido nos han ofrecido un paisaje absolutamente excepcional, diferente a lo que habíamos visto en otros lugares. Recuerdo el trayecto que hicimos en barco por el río Li, de Guilin a Yangshou. Cuatro horas de paseo por un afluente del Yangtse, meandros que al recorrer una zona kárstica habían horadado en las montañas un paisaje muy peculiar. Los búfalos de agua en la orilla, las formas caprichosas de las rocas que semejaban la obra de un escultor, las barquitas de los pescadores chinos remando de pié sobre ellas, la paz y el sosiego del lugar, son imágenes que han quedado grabadas en mi mente para siempre.

También la contraparte de ese paisaje idílico de los ríos de China que constituye el "skyline" de Shanghái, por ejemplo. Un conjunto de rascacielos, de bella factura e impresionante altura, que, vistos desde el paseo marítimo de la ciudad, nos dan la imagen de la nueva China, potente económicamente y dispuesta a ponerse a la cabeza del mundo.

Ambas Chinas, la tradicional y la moderna, coexisten de momento sin contradicciones demasiado visibles. Alguna sí vimos, como, por ejemplo, gente --al parecer procedente de las zonas rurales-- que dormían en la estación de tren. También es verdad que solo nos encontramos con alguna persona, dos o tres, pidiendo por la calle, y siempre en sitios turísticos.

Muchas gracias

martes, 17 de septiembre de 2013

China: ética, religión, valores

Las excursiones de carácter cultural por China nos han llevado en muchas ocasiones a visitar templos budistas. Su abundancia ha sido una de las sorpresas que este viaje me ha deparado. Desconocía el papel del budismo en China que, según nos han contado, se debe a la influencia durante siglos de muchas dinastías chinas que practicaban el budismo y lo protegían.

En nuestras visitas a los templos, muchos de ellos de una gran belleza, nos hemos encontrado con bastantes chinos y chinas que quemaban incienso en honor a Buda y se arrodillaban y rezaban ante sus estatuas. El conseguir felicidad, longevidad, dinero, un buen matrimonio,..., que es lo que el budismo ofrece, bien vale ponerse de rodillas.

¿El budismo tiene importancia en la sociedad china actual? ¿Se ha recuperado su presencia entre la población después de los ataques recibidos en la etapa de Mao? Todos los que nos han respondido a estas preguntas coincidieron en asegurarnos que del 60 al 70 por 100 de la población china es atea y que el porcentaje de creyentes practicantes budistas, taoístas o musulmanes es pequeño y bastante restringido a la gente mayor.

Esta información que parece bastante lógica, teniendo en cuenta la historia reciente de China, planteaba a alguno de nuestros informantes problemas en relación a la ausencia de valores en la sociedad china actual. Olvidados los valores comunistas que prevalecían en la etapa de Mao, no recuperados por la mayoría las creencias religiosas ni tampoco adquiridos los valores y principios que forman el núcleo de las sociedades democráticas, nos decían que el único "valor" existente en grandes sectores de la población china es el dinero, el hacerse rico por el procedimiento que sea. "Qué importa que el gato sea blanco o negro; lo que importa es que cace ratones".

El ejemplo, en cierta medida similar, de la transición de la Unión Soviética a la Rusia actual nos muestra el tipo de personajes que se convierten en modelos sociales: los Putin, los mafiosos que se convierten en ricos y extremadamente poderosos, capaces de todo incluso de asesinar a sus rivales. La corrupción, las mafias, "el todo está permitido si te sirve para acumular poder y dinero", es un peligro real en China y ya estamos viendo los primeros casos. Es cierto que el proceso en China parece más controlado, pero no cabe descartar un final parecido al de la Unión Soviética. Lo cierto, y de esto hay ya muchos datos, es que las desigualdades sociales aumentan en China, que los muy ricos también aumentan y que los estallidos sociales empiezan a no ser noticias sino el pan nuestro de cada día.

¿Cómo acabará? El tiempo nos lo dirá. En cualquier caso nos afectará de una manera más directa de lo que nos gustaría.

Continuará.

 

lunes, 16 de septiembre de 2013

China: su gente

Aunque digamos con frecuencia que nuestro país está lleno de chinos, Madrid especialmente, lo cierto es que nuestro trato con ellos es muy reducido --una tienda, un restaurante-- y la imagen que tenemos es bastante subjetiva. Un viaje de tres semanas por diferentes ciudades chinas, aunque no entendamos su idioma y solo hayamos podido hablar con los guías, nos ha dado una visión subjetiva también, pero algo más completa.

"Todos los chinos son iguales".  Esa es la primera impresión que tenemos los occidentales, pero que es completamente falsa, como es lógico. Hemos visto chinos altos y bajos, fuertes y delgados, guapos y feos, con rostros que se podían diferenciar claramente.

Hablan un idioma fonéticamente muy alejado de los idiomas occidentales. A veces da la sensación de que hablan con el estomago, como los ventrílocuos. Sus sonidos son fuertes y altos. Un diálogo entre amigos se parece más a una discusión que a una charla amigable. Son ruidosos, bulliciosos. Nos superan a los españoles en cuanto al ruido que hacen cuando están en grupo.

Desde criterios occidentales parecen "maleducados".  No hacen colas fácilmente, te empujan si es necesario, escupen con demasiada frecuencia, te atropellan cuando caminas por una calle con aglomeraciones. Sin embargo, son muy amables, se prestan fácilmente a ayudarte si entienden lo que les pides. En uno de los autobuses que montamos se levantaban para cedernos el sitio.

Son tremendamente curiosos, sobre todo con los occidentales.  Da la sensación de que la mayoría no ha visto un occidental en su vida y les llama mucho la atención. Nos pedían sacarse fotos con nosotros. No una vez sino muchas. Cuando íbamos por calles concurridas parecíamos artistas de cine. Hemos tenido un sinfín de anécdotas curiosas con gente que nos ha pedido fotografiarse con nosotros: muchas jovencitas, un señor que nos puso delante a su madre que iba en silla de ruedas, una familia al completo. Muchos nos hacían fotos discretamente, a escondidas, pero siempre con amabilidad y mucha ingenuidad

El tráfico en las grandes ciudades es un horror. Conducen como quieren, la inmensa mayoría de los conductores son novatos, pues la posesión de automóviles es algo muy reciente. Las normas de conducir no existen o no se cumplen. Cada cual hace lo que le parece conveniente, que no siempre, o más bien casi nunca, es lo correcto. Sin embargo no vimos ningún accidente. Siempre hay uno que cede ante la tropelía del momento y el sentido común prevalece.

Nos hemos venido con la pena de que el desconocimiento del idioma no nos haya permitido conocer mejor al pueblo chino, que en todo lo que hemos necesitado ha tenido la paciencia de intentar entendernos, a pesar de no conocer una palabra de inglés y menos aún de español.

Continuará.

domingo, 15 de septiembre de 2013

China, ¿socialista o capitalista?

Si uno hace esta pregunta a cualquier persona interesada por China puede obtener respuestas bien distintas y seguro que perfectamente argumentadas. Unos dirán que es socialista, dirigida por un partido único -el Partido Comunista de China-, mientras otros argumentarán que lo que existe hoy en China es una modalidad del capitalismo salvaje que domina el mundo.

Yo no pretendo adoptar una posición determinada pues ni conozco en profundidad la economía china ni tengo especial interés en hacerlo. Mi objetivo es más modesto: describir las impresiones que un viajero recoge paseando por las calles de las ciudades chinas.

Empezaré afirmando de forma rotunda que poca o ninguna diferencia se observa, a nivel de curioso, entre las ciudades occidentales y las chinas. Los bancos, con enormes edificios que representan su poder, llenan las grandes y más elegantes avenidas. Los centros comerciales, similares a los que puede uno encontrar en Paris o Nueva York, están por doquier así como las grandes marcas. Por todas partes se encuentra uno con tiendas, grandes o pequeñas, mercados callejeros y situados en edificios, supermercados gigantes y más modestos; en definitiva, todo lo que conforme una red de la economía capitalista tiene su presencia en las ciudades chinas. Lo que uno ve nada tiene que ver con las calles de las ciudades socialistas ante del derrumbamiento del muro de Berlín o con lo que nos podemos encontrar en Cuba, por ejemplo. En este sentido habría que afirmar rotundamente que China es un país capitalista.

Sin embargo, rascando un poco más en la realidad, se encuentra uno con cosas que diferencian esta estructura económica del capitalismo de los países occidentales. La tierra está en manos de los campesinos, pero, según nos contaban, una pequeña parte de la producción la deben entregar al Estado como pago por el usufructo de esas tierras. El suelo, en las grandes ciudades, es público. Es el Estado quien decide dónde y cuándo construir, en función de las necesidades de la población. Cuando se compra una casa, solamente se adquiere la construcción, no el suelo, y por un período de tiempo --entre setenta y cinco y noventa años--; cuando este periodo finaliza el Estado vuelve a planificar el uso que se debe hacer a ese suelo. Si decide hacer un uso distinto y derribar las edificaciones, el usuario tiene derecho a dos viviendas en el nuevo lugar donde se construya --una para vivir y otra para vender.  Nos hemos encontrado con cosas curiosas como que el servicio de taxis de Beijing es estatal (y por cierto, no funciona muy bien).

Todos los servicios públicos como metro, autobuses urbanos, ferrocarriles o compañías aéreas son públicas y, en general, sus precios son bajos y bastante asequibles al ciudadano medio.

Resumiendo, capitalista sí, pero con fuertes componentes "socialistas" que tienen que ver con los servicios públicos, la planificación de la actividad económica y la atención a las necesidades básicas de la población. ¿A dónde conducirá este modelo? ¿Será un nuevo capitalismo? ¿Qué influencia tiene y tendrá en el desarrollo de países emergentes? El tiempo nos lo dirá.

Continuará.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Un trabajo de chinos

El dicho popular español, "esto es un trabajo de chinos", se convierte en una realidad visible cuando se tiene la oportunidad de visitar China. Muchas han sido las ocasiones, a lo largo de mi reciente viaje, en que me venía a la mente este pensamiento ante lo que mis ojos contemplaban.

Estuvimos en Dazhai, un pequeño pueblo en el interior de China, rodeado de montañas. El entorno era de una belleza espectacular, pero nada apropiado para la agricultura dada su orografía. Sin embargo, no había trozo de tierra que no estuviera cultivado. Los campesinos habían creado terrazas a lo largo de la pendiente de las montañas convirtiendo estas en escalones cultivados. Y lo habían hecho con sus propias manos, sin ninguna maquinaria, pues por una lado no la tenían y por otro el terreno no permitía su uso. Este ingente trabajo se llevó a cabo en la época de Mao. Mao puso a Dazhai como ejemplo para todos los agricultores chinos de lo que la aplicación del "pensamiento de Mao Tse Tung" a la agricultura era capaz de conseguir. Según cuentan, los campesinos trabajaban sin descanso todo el día alimentando su espíritu con canciones revolucionarias. Durante la Revolución Cultural la inmensa mayoría de los campesinos chinos pasaron por Dazhai para aprender. Parece que, como consecuencia de este fervor revolucionario, se hicieron bastantes despropósitos, roturando tierras que no servían o destrozando montañas sin objetivos claros. Pero de lo que no cabe ninguna duda es que, paseando por las hermosas terrazas de arroz de Dazhai, uno confirma que una obra así es "un trabajo de chinos".

Visitamos las Grutas de Longmen, uno de los grandes tesoros budistas de China, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. Estas grutas, horadadas sobre una montaña de tipo granítico y bordeadas por el lecho de un afluente del rio Amarillo, contienen cincuenta mil bustos de Buda, de todos los tamaños, esculpidos sobre la roca. En lugares absolutamente inverosímiles y con tamaños que a veces no sobrepasaban los cinco centímetros, los chinos de la época habían creado un conjunto de extraordinaria belleza. En este caso la fuerza mental para llevar a cabo una obra de tal envergadura venía de las creencias religiosas, pero seguía siendo un trabajo de chinos.

La transformación que se ha producido en China en los últimos diez años es otra manifestación del poder del trabajo de los ciudadanos chinos. Todas las grandes ciudades que hemos visitado, Shanghái, Beijing, Hangzhou, son un ejemplo de la capacidad de trabajo del pueblo chino. También de la fuerza de la planificación urbanística, frente al caos que suele reinar en el crecimiento de las grandes ciudades occidentales.

Visto el poder transformador que tiene el "trabajar como chinos" no nos queda ninguna duda sobre el crecimiento económico de China; crecimiento que, según pudimos observar también, está beneficiando al pueblo chino, mejorando sus condiciones de vida.

Continuará.

jueves, 12 de septiembre de 2013

China, ¿primera potencia?

China es actualmente la segunda potencia mundial según su Producto Interior Bruto y, teniendo en cuenta el ritmo anual del crecimiento de su economía, conseguirá que su PIB sea el mayor del mundo en los próximos diez años. Esto es una verdad económica incontestable. ¿Pero significa eso que será la primera potencia mundial, tal como lo es ahora Estados Unidos?

Mi respuesta a esa pregunta es que no. Cuando uno pasea por las calles de cualquiera de las grandes ciudades chinas se encuentra con la influencia americana permanentemente. Parece que los chinos, tan dados a copiar industrialmente, también han copiado el modo de vida y la cultura occidental. Los grandes centros comerciales chinos son muy parecidos a los "malls" americanos. Todas las grandes marcas occidentales, más alguna --pocas-- chinas, están presentes.  Los jóvenes visten con "jeans" y camisetas y las chicas abusan de las minifaldas. Encuentras un Kentucky Fried Chicken en cada esquina. Los coches son mayoritariamente de las mismas marcas que en cualquier país occidental.

Especialmente interesante resulta el urbanismo en las grandes ciudades. La construcción es uno de los grandes motores de la economía china en estos momentos. Hemos atravesado avenidas --siempre espaciosas y bien diseñadas-- en las que hemos visto cientos de enormes grúas en acción. La mayoría de las megaciudades chinas se han construido en los últimos diez años. La construcción es siempre en altura --probablemente es la única solución para un país tan poblado-- y los edificios son idénticos a los que nos podemos encontrar en cualquier ciudad occidental. Muy raramente hemos encontrado edificaciones que tuvieran elementos específicos de un estilo de construcción autóctono.

Los grandes letreros luminosos, los nombres chinos de tiendas y establecimientos iluminados profusamente eran las notas visuales que nos recordaban que estábamos en China. También las costumbres, los desayunos copiosos, la comida china y los puestos callejeros donde te ofrecen de todo.

En mi opinión, para ser primera potencia --tal como hoy lo es Estados Unidos-- se necesita, además de una gran capacidad económica --que China la tiene--, una cultura, una ideología y un modo de vida que transmitir, y eso China parece que no lo tiene ni probablemente lo quiera tener. Por eso, la irrupción de China entre las grandes potencias económicas está cambiando las relaciones internacionales, algo que se puede apreciar observando la posición que adoptan en los conflictos internacionales.

Continuará.


 

China: una multitud

Acabo de llegar de un viaje de tres semanas por China. Era mi primera visita y veinte días de duro turismo me han permitido hacerme una idea, probablemente subjetiva, de ese país tan sugerente y tan contradictorio. He pateado bastantes ciudades y me he deleitado con maravillosos paisajes; hablé con algunas de sus gentes -los guías que nos han atendido-, comí en muchos restaurantes llenos de chinos, viajé en metro, en tren de noche, en barco, en avión... y visité grandes ciudades como Beijing o Shanghái y pequeños pueblos como Dazhai. En definitiva, estoy lleno de imágenes, sensaciones y anécdotas que quiero compartir con todos mis amigos. Espero no aburriros.

Sabemos que China tiene entre 1.200 y 1.300 millones de habitantes, casi la cuarta parte de la población mundial. Sabemos que son muchos y que están por todas partes, desde luego en el barrio en el que vivo y por todo Madrid.  Pero hay que estar allí para darse cuenta de la magnitud.

Si mi información no es mala, existen en China ochenta y nueve ciudades con población superior al millón de habitantes. Llegábamos a una ciudad, para nosotros desconocida -como, por ejemplo, Hangzhou- y tenía más de ocho millones de habitantes. Pero donde se nota la densidad de población es en los lugares públicos. Es espectacular entrar o salir del metro, ya sea en Shanghái o en Beijing. Los trenes son interminables y van siempre llenos (en hora punta mucho más) y en las estaciones importantes, por ejemplo aquellas en las que se hace un cambio de línea, son muchos miles las personas que se mueven por interminables pasillos. El que estos pasillos de conexión entre líneas sean interminables tiene su explicación: si no fuera así, no cabria toda la gente que pasa por ellos.

Además, la sensación de multitud es mayor porque los chinos no tienen costumbre de hacer colas: se amontonan, se juntan unos a otros, tratan de colarse o van en dirección contraria. Mas de una vez me he acordado de una de mis primeras experiencias en Estados Unidos, concretamente en Nueva York: paseaba por la Quinta Avenida mirando los edificios (creo que era la primera vez que estaba allí) y tropecé ligeramente con uno que venía de frente. La bronca que me echó porque le había tocado fue monumental: había abordado su espacio de privacidad.

La privacidad no existe en China. El contacto físico es permanente. En los baños el personal hace sus necesidades con la puerta abierta, en aquellos casos en que hay puerta. Escupen en la calle. Según criterios occidentales podríamos decir que son maleducados, aunque he comprobado que son amables, simpáticos y serviciales.

Tomamos un tren supuestamente rápido de Taiyuan a Beijing. Llegamos a la estación y nos tocó esperar en la sala adecuada. Pude contar más de dos mil personas en esa sala y había tres más iguales de grandes. Cuando se inició el proceso para entrar al andén tuvimos que abrirnos paso a codazos.

Algunas de las calles por las que paseamos en Shanghái eran auténticos hormigueros donde era difícil dar un paso, y más de una visita a algún sitio turístico como pagodas o templos la hacíamos en fila de a veinte. Son realmente una multitud y eso que nos contaron que, con la política de natalidad que mantiene el gobierno, habían conseguido ser trescientos millones menos.

Continuará.