Hoy nos toca levantarnos muy temprano, pues hay seis horas de camino a Sapa, ciudad del norte de Vietnam, cerca de la frontera con China y a 1.600 metros de altitud.
La ciudad --agradable, tranquila y bastante turística-- está llena de mochileros, ya que es un sitio ideal para hacer trekking, algo que también haremos nosotros, aunque de forma tranquila y tan solo de tres horas.
El camino a Sapa, que al final es de cinco horas y media --entre otras cosas porque no consigo que el conductor supere los 80 km/h, a pesar de que se puede ir a 100--, es espectacular, sobre todo la segunda parte de subida a la ciudad. Campos de arroz, plantados en bancales que forman terrazas rectangulares, plataneras, árboles frondosos y algún cementerio junto a los campos de arroz.
Desde la ventana de nuestro hotel tenemos una maravillosa vista de la ciudad y las montañas que la rodean. Después de la algarabía de Hanoi, esta ciudad rezuma paz y sosiego. No me extraña que sea elegida por muchos turistas que, huyendo del ruido, se acerquen a este lugar en busca de tranquilidad.
Tenemos previsto quedarnos un día más en Sapa para poder pasear por sus arrozales y acercarnos a las cataratas Cat Cat.
Así lo hacemos, y lo cierto es que el paisaje es precioso. Estos campos de arroz nos recuerdan mucho a los que vimos en China, sobre todo en la zona de Dazhai.
En el paseo nos acompañan mujeres de la etnia
H´Mong que se enrollan con nosotros en inglés, haciéndonos preguntas tan directas como qué edad tenemos, si tenemos hijos...A la vez intentan vendernos sus artesanías. Curiosamente hablan un inglés muy aceptable que han aprendido, según nos dicen, de sus hijos que lo aprenden en la
escuela. El paseo nos permite ver las casas de los campesinos, los gallos, cerdos, gallinas y hasta algún búfalo.
Tras atravesar un puente colgante, llegamos al pueblo de Ta Van, habitado por la minoría Zay, con una fuerte cultura china. Seguimos paseando a través de un bosque de bambú hasta Giang Ta Chai, pueblo de la minoría étnica Dao rojo.
Terminamos nuestro paseo acercándonos a las cascadas de Cat Cat, absolutamnete impresionantes. No tienen nada que envidiar a otras cascadas más famosas que he tenido ocasión de ver.
Ya de vuelta en la ciudad aprovechamos la tarde para subir al monte Hamrong,- más de 300 escalones- para ver Fansipan, el punto más alto de Vietnam. El camino es precioso y la vista desde el mirador fantástica. Bajamos conforme se está haciendo de noche, lo que nos crea algún problema ante lo accidentado del recorrido, y damos un largo paseo por la zona de Sapa que aún no habíamos visto y que detectamos desde el mirador.
No se debe visitar Vietnam sin acercarse a Sapa y alrededores. Vale la pena.
La ciudad --agradable, tranquila y bastante turística-- está llena de mochileros, ya que es un sitio ideal para hacer trekking, algo que también haremos nosotros, aunque de forma tranquila y tan solo de tres horas.
El camino a Sapa, que al final es de cinco horas y media --entre otras cosas porque no consigo que el conductor supere los 80 km/h, a pesar de que se puede ir a 100--, es espectacular, sobre todo la segunda parte de subida a la ciudad. Campos de arroz, plantados en bancales que forman terrazas rectangulares, plataneras, árboles frondosos y algún cementerio junto a los campos de arroz.
Desde la ventana de nuestro hotel tenemos una maravillosa vista de la ciudad y las montañas que la rodean. Después de la algarabía de Hanoi, esta ciudad rezuma paz y sosiego. No me extraña que sea elegida por muchos turistas que, huyendo del ruido, se acerquen a este lugar en busca de tranquilidad.
Tenemos previsto quedarnos un día más en Sapa para poder pasear por sus arrozales y acercarnos a las cataratas Cat Cat.
Así lo hacemos, y lo cierto es que el paisaje es precioso. Estos campos de arroz nos recuerdan mucho a los que vimos en China, sobre todo en la zona de Dazhai.
En el paseo nos acompañan mujeres de la etnia
H´Mong que se enrollan con nosotros en inglés, haciéndonos preguntas tan directas como qué edad tenemos, si tenemos hijos...A la vez intentan vendernos sus artesanías. Curiosamente hablan un inglés muy aceptable que han aprendido, según nos dicen, de sus hijos que lo aprenden en la
escuela. El paseo nos permite ver las casas de los campesinos, los gallos, cerdos, gallinas y hasta algún búfalo.
Tras atravesar un puente colgante, llegamos al pueblo de Ta Van, habitado por la minoría Zay, con una fuerte cultura china. Seguimos paseando a través de un bosque de bambú hasta Giang Ta Chai, pueblo de la minoría étnica Dao rojo.
Terminamos nuestro paseo acercándonos a las cascadas de Cat Cat, absolutamnete impresionantes. No tienen nada que envidiar a otras cascadas más famosas que he tenido ocasión de ver.
Ya de vuelta en la ciudad aprovechamos la tarde para subir al monte Hamrong,- más de 300 escalones- para ver Fansipan, el punto más alto de Vietnam. El camino es precioso y la vista desde el mirador fantástica. Bajamos conforme se está haciendo de noche, lo que nos crea algún problema ante lo accidentado del recorrido, y damos un largo paseo por la zona de Sapa que aún no habíamos visto y que detectamos desde el mirador.
No se debe visitar Vietnam sin acercarse a Sapa y alrededores. Vale la pena.
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