jueves, 30 de junio de 2011

La amistad

Ayer, y aquí en Las Palmas dónde me encuentro pasando unos días, me reencontré con un amigo al que hacía más de veinticinco años que no veía.

Nos conocimos en el sitio menos apropiado, el lugar al que la policía y los jueces franquistas enviaban a los que luchábamos por la democracia y la libertad: la cárcel de Carabanchel.  Allí, compartiendo ideas y penalidades, animándonos mutuamente a defender nuestra dignidad en esas difíciles circunstancias, se fue construyendo nuestra amistad.

La muerte de Franco y, con ello, nuestra salida de la cárcel, llevó nuestras vidas por ciudades --Madrid y Las Palmas-- y derroteros divergentes. Durante un cierto tiempo conseguimos seguirnos viendo una vez al año o cada dos años, lo que nos permitió compartir vivencias y vicisitudes familiares. Por razones que nunca acabo de comprender, pero que pasan en esta vida alocada que llevamos, perdimos el contacto durante muchos años. Ayer nos encontramos, nos dimos un abrazo, nos sentamos a comer y a los cinco minutos parecía que nunca nos hubiésemos separado. Unos kilos de más, algunas arrugas impertinentes y menos pelo (sobre todo yo), pero todo parecía igual, como si el tiempo no hubiese pasado.

¡Qué extraño es esto de la amistad! No se basa necesariamente en el contacto regular. Yo creo que ni tan siquiera es necesario. Con cuánta gente nos tratamos regularmente, nos hablamos, y no les consideramos amigos.  Es algo más profundo y difícil de explicar. ¿Por qué nos hacemos amigos de unas personas y en cambio otras a las que tratamos incluso con más frecuencia nunca llegan a serlo?  En muchos casos se trata de que compartimos ideas, valores y creencias, pero no siempre, pues podemos ser amigos de personas muy diferentes a nosotros. Es algo parecido al amor, ¿por qué nos enamoramos de alguien? Cuántas explicaciones se han dado y qué poco nos convencen.

Para mí es algo más profundo; son, sobre todo, sentimientos que se comparten, vivencias en común, cariño. Como suele decirse "la familia nos viene dada y a los amigos los elegimos". Y cuando uno ha recorrido una buena parte de su trayectoria vital, como es mi caso, esos amigos que uno ha ido construyendo a lo largo de su vida se hacen cada vez más importantes, más necesarios. Y, en consecuencia, uno disfruta más con su compañía y la busca conscientemente como parte importante de su vida.

Estoy feliz por haber recuperado a un amigo al que hacía tanto que no veía. Y por eso recomiendo, como medida de salud, disfrutar de los amigos.

Muchas gracias.

martes, 28 de junio de 2011

Virginia ya no estará

Hoy, mientras comía con unos amigos de siempre, me han contado que Virginia ha muerto; el cáncer que la devoraba ha podido con ella.

La última vez que cenamos juntos nos habló del cáncer de pulmón que le habían descubierto y de sus sesiones de quimioterapia.  Pero nos lo dijo así, como de pasada, como si no tuviera demasiada importancia, como si lo importante fuera - y así lo sentía ella -- lo que estaba haciendo, su trabajo con las ONGs a las que asesoraba como médica; sus planes de futuro, una vez prejubilada, que le permitían dedicar todo su tiempo y su capacidad de trabajo, que era inmensa, a la solidaridad, a ayudar a los que lo necesitaban.

Recuerdo a la joven -- guapa y atractiva -- estudiante de Medicina que conocí a finales de los años sesenta, que, llena de entusiasmo y perseverancia, dedicó su vida y sus energías a la lucha antifranquista, dejándose en el camino, como nos pasó a muchos, grandes jirones de su vida.

Recuerdo a la camarada siempre dispuesta a asumir todas las tareas que se le encomendaran, por difíciles y peligrosas que fueran, cuando la política no era una "profesión" lucrativa sino un sacrificio permanente.  La recuerdo después, ya en democracia, cuando abandonada la militancia política (como nos pasó también a muchos de los que luchamos contra el franquismo), mantuvo vivo su espirítu solidario y  su lucha a favor de la libertad y contra la injusticia.

La recuerdo, sobre todo, en esas cenas de "viejos rockeros-fraperos", que solemos convocar de vez en cuando, siempre sonrriente, siempre alegre, siempre mirando hacia adelante y buscando maneras de ayudar a los demás.

Ya toca volver a convocar una nueva cena -- y no sé si vamos a ser capaces de hacerlo -- sin Virginia.  No sé si lo podremos resistir, si no tendremos que dejar una silla vacía en su recuerdo, si podremos cenar sin escuchar sus risas y sus comentarios interesantes sobre la realidad nacional.

Casualmente, hoy mismo, Rosa Montero en su columna de EL PAIS habla del "agujero" que produce la pérdida de un ser querido.  Yo creo que, como ella dice, "hay que reconciliarse con otra realidad (otra normalidad) que siempre llevará el agujero del ser querido". Tendremos que hacer eso con Virginia porque "el desconsuelo también forma parte de la vida, y porque añorar a tus muertos es una manera de llevarlos contigo".

Y a Virginia, a nuestra Virginia, la llevaremos siempre con nosotros.

Muchas gracias.

jueves, 23 de junio de 2011

El gen del fracaso escolar

De todos es bien sabido que uno de los grandes problemas de nuestro sistema educativo es el fracaso escolar: el 31 por 100 de los jóvenes abandonan la escuela prematuramente, el doble que la media europea.
Para ese problema ya habíamos encontrado una solución: en este año de crisis económica el porcentaje había bajado 3 puntos: sólo el 28 por 100 fracasaban. Las mentes lúcidas que dirigen nuestra educación ya empezaban a sonreir: bastaban cinco años más de dura crisis (me temo que se van a producir) para que nuestro porcentaje se situase en niveles europeos.

Pero hete aquí que la CEOE ha encontrado una solución más rápida y eficaz. La razón del fracaso escolar, según una investigación reciente, se encuentra en los genes.  Poco importa el origen social del alumno, la mejor o peor escuela o el esfuerzo al que tanto se acude. ¡Son los genes, imbécil!, podríamos decir, parodiando la famosa frase sobre la economía.  Y la CEOE, que como todo el mundo sabe, es una potencia en investigación en España, conseguirá que en poco tiempo se pueda aislar ese gen, y ¡fracaso escolar resuelto!.  Luego bastará con que a cada alumno que fracase se le anule el gen, y se convertirá en un alumno brillante que conseguirá el máximo éxito escolar.

Me queda la duda de qué pasa con esos alumnos que fracasan, pero luego consiguen recuperarse, vuelven a la escuela y sacan adelante sus estudios. ¿Será porque han sufrido una mutación genética?

No me digan que no es un descubrimiento histórico. Ya no tendremos que preocuparnos de si el sistema educativo funciona bien o no, de si los profesores lo hacen bien o no, de si los alumnos se esfuerzan o no; anulado el gen del fracaso escolar todos seremos brillantes. Incluso los dirigentes de la CEOE y sus investigadores educativos.

Muchas gracias.

lunes, 20 de junio de 2011

"Un cuento chino"

Hace unos días comentaba que siempre que Woody Allen estrena película la veo, sin hacerme más preguntas. Lo mismo me pasa con Ricardo Darín. Así que ayer fui a ver "Un cuento chino". Me emocionó Darin y me encantó la película.

Empezando por el título, que es perfecto. "Eso que comentas me suena a cuento chino" solemos decir cuando no nos creemos una cosa.  Efectivamente, la historia que narra la película es increíble, es un "cuento chino" y, para mas inri, con protagonista de ojos oblicuos.

Pero el cine, el buen cine, es tan extraordinario que nos convierte en creibles las historias más increibles que se nos puedan ocurrir. Y eso es lo que pasa en esta película, que rezuma credibilidad y humanidad por los cuatro costados.  Eso se debe, además de al director, sobre todo y en casi todo, a Ricardo Darin. Un auténtico monstruo de la interpretación.

Yo que disfruto cuando el cine me permite vivir situaciones "extrañas" como si fuesen completamente reales, ayer pasé un rato muy agradable con "El cuento chino".  Además, como dice Darin en algún momento, la vida es una sucesión de acontecimientos increibles e inexplicables.  Pero detrás de esa insensatez que es, en muchas ocasiones, la vida, están las personas que, aunque no tengan ni tan siquiera un idioma común en el que entenderse, sí que comparten valores y emociones.

La soledad pero también la solidaridad, el individualismo como defensa ante una sociedad que no te ha dado nada, pero también la capacidad para ayudar al que lo necesita, aunque eso te complique la vida, están por encima de la capacidad de entendernos. Eso también nos lo cuenta la película.

Verla me supuso un soplo de aire fresco en este ambiente cargado y viciado en que nos ha tocado vivir. Y ese aire fresco no era fruto de la caridad cristiana sino esperanza en las personas que, por encima de diferencias culturales, sociales o de otro tipo, sienten, padecen, aman, --sobre todo ¡aman!

Muchas gracias.

viernes, 17 de junio de 2011

Una charla en la carnicería de mi pueblo

Estoy en mi pueblo, en Casavieja (Ávila). Como todas las mañanas, he bajado a hacer la compra. Hoy empecé por la carnicería. Como siempre que voy, y mientras me despachan, charlé con mi amigo el carnicero,Victor.

Hacía semanas que no venía y el tema era obligado: los resultados de las elecciones, los malos tiempos que estamos viviendo y lo que aún nos queda por ver.  Me contaba que su hijo, casado y trabajando tanto él como la mujer, quería comprarse un piso, pero el banco les había negado el crédito. Sí, los mismos bancos que hace unos años no solo te daban todo lo que pedías sino que te animaban a pedir más porque "asi tenias para los muebles, las escrituras y un coche si lo necesitabas".  Incluso aunque la nómina no fuera muy buena ni segura. Ahora a este banco no le bastaba con dos nóminas y una cantidad solicitada bastante menor que el precio del piso que querían comprar.

Uno podría entender esas restricciones si los bancos hubieran perdido su dinero, pero lo que todos sabemos es que hemos pagado nosotros sus deudas y que los que lo han perdido son los ciudadanos que tenían hipotecas pendientes y no han podido pagarlas. Se han quedado sin casa y con deudas para toda la vida.

Otra clienta nos contaba que un vecino suyo acababa de salir del paro, había encontrado trabajo en una gasolinera con 900€ de sueldo y le iban a hacer fijo. Había un pequeño problema: el dueño habia decidido rebajar costes y, para ello, despedir a la chica que limpiaba los baños.  Así que ahora eran los empleados los que, en su hora del bocadillo, debían limpiarlos. El chico estaba contento porque tenía trabajo. 

Una vecina del pueblo, bastante mayor, que nos escuchaba atentamente, intervino para decirnos que ella, que había vivido una guerra, sabía muy bien que las cosas podían ir mucho peor y que no teniamos motivos para quejarnos.

Qué duda cabe que nos está tocando vivir tiempos difíciles, pero nada que ver con la "tremenda" España, famosa por sus luchas fratricidas durante siglos. Lo que debemos exigir es que nuestros políticos no consigan que sean aún más difíciles por su incompetencia. No les vendría mal que de vez en cuando se pasaran por la carnicería de su pueblo.

Muchas gracias.

martes, 14 de junio de 2011

Esperanza, ¿adónde nos llevas?

Hace unos días las autoridades educativas de la Comunidad de Madrid pasaron las pruebas de nivel (un "invento" particular de esta comunidad) a los alumnos de 3º de la E.S.O., como viene siendo habitual desde el curso 2007-08.

El titular de EL PAÍS de ayer, una vez conocidos los resultados, decía "los alumnos de ESO sacan la peor nota en Matemáticas".

El dato es que la media obtenida en la prueba de Matemáticas, es de ¡¡¡2.59!!! sobre una escala de 0 a 10. Un dato verdaderamente aterrador. ¿Qué pasa?, nos podemos preguntar. ¿Tenemos unos alumnos extremadamente torpes en esta materia, incapaces de resolver los problemas que les plantean? o ¿tenemos un profesorado mal preparado que hace que los resultados sean lamentables?, o incluso, por qué no, ¿se cumplen ambas premisas a la vez?

¿Y cuál debe ser la reacción de los alumnos que han estado trabajando todo el curso la mayoría), haciendo lo que se les manda, esforzándose por aprender? Y ya no digamos de los padres, que dejan a sus hijos en nuestras manos con el convencimiento de que es lo mejor que pueden y deben hacer, suponga el sacrificio que suponga.  ¿No tienen razones más que suficientes para "asaltar los palacios de invierno"?

Si todo esto fuera verdad, si el desastre fuera tan tremendo como nos lo pintan --que por suerte no lo es, como podremos ver--, tendríamos un gravísimo problema en nuestro país.

¿Qué es lo que pasa realmente? Pues algo tan sencillo como que esas pruebas de nivel están hechas con los piés. Las pruebas de nivel que elabora cada año la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid no respetan los criterios de objetividad, fiabilidad y adecuación a lo que se quiere medir, exigibles a cualquier prueba de esas caracteristicas. Son muchas las pruebas internacionales, rigurosas, que se hacen habitualmente, y los expertos en evaluación saben que existen criterios objetivos para su elaboración. Esto es conocido mundialmente, se les ha dicho a los "evaluadores" madrileños desde que en 2008 elaboraron las primeras, y, a pesar de ello, siguen utilizando "criterios" propios, que hacen que las pruebas no tengan ninguna fiabilidad.

Este año hemos tenido una manifestación meridiana del desastre: la media de esta misma prueba de matemáticas el año pasado fue de 4,95. Alguien que conozca el mundo de la educación sabe que no es posible, más que si la prueba está mal hecha, que se baje ¡¡¡2,36 puntos!!! de un año al siguiente. Ahora tratan de disculparse diciendo que se ha corregido mal.  Grave error suyo al no establecer el sistema de correción con claridad.  De todas formas, ese no es el problema sino que los criterios de evaluación eran cualquier cosa y no permitían una evaluación objetiva.

A uno ya no le queda más remedio que preguntarse por qué se cometen tantos errores, por qué se hacen las cosas tan mal. Y reconociendo que soy bastante mal pensado, todo me lleva a confirmar que el gran objetivo de Esperanza Aguirre es cargarse la escuela pública, convirtiéndola en una enseñanza de asistencia social, en una guardería de jóvenes sin futuro.

En ese camino va, lo mismo que la sanidad. No deberíamos permitirlo.

Muchas gracias.

lunes, 13 de junio de 2011

¡¡Reacciona!!

Tras indignarme con la lectura del librito de Stephane Hessel y el apoyo con mi presencia a la república de Sol, he tenido ocasión de leer "Reacciona", las 10 razones por las que debes actuar frente a la crisis económica, política y social.
Efectivamente son 10 poderosas razones para rebelarse y quiero compartir con mis amigos algunas de las razones que más me han impactado.

"Este ocaso es el momento de la acción entre todos porque otro mundo no solo es posible, es seguro. Si mejor o peor dependerá de nuestra reacción." Jose Luis Sampedro

"Sí, ha llegado el momento de superar los límites de "lo posible" y hacer realidad mañana muchos imposibles hoy." Federico Mayor Zaragoza

"Es el momento de que la sociedad civil actúe unida, mano con mano, hombro con hombro, como en las grandes ocasiones en que ha sido convocada a salvar la situación" Baltasar Garzón.

Tenemos "que reaccionar porque lo que ocurre es que se nos está viniendo encima el edificio que ingenuamente creimos que era confortable y seguro. Vienen a por todos nosotros y no van a parar hasta que lo tengan todo si no les hacemos frente." Juan Torres López

"Toma posesión de ti mismo, hazte cargo de las riendas de tu vida, busca el bien común frente al egoísmo,... Teje y ayuda a tejer. Avispas, abejorros, moscas, incluso alguna avutarda o reptil quedarán detenidos en la tela. No te quedes solo en casa con la información. Sal. Comparte. Actúa." Rosa María Artal

Y, efectivamente, necesitamos salir, compartir, actuar. Pero, ¿dónde?, ¿cómo?
Cada uno donde pueda, en los medios en que habitualmente se desenvuelve, en el trabajo, en su barrio, con los amigos, en las redes en las que participa. El movimiento 15-M nos ha marcado un camino, aunque no es el único.
Se trata de no aceptar lo que nos dicen como si fueran verdades inapelables, oponernos a que nos tomen el pelo, a la mentira , a la corrupción.

Cuánto agradeceriamos que los autores de "Reacciona", con quienes estamos tan de acuerdo, nos ayudarán a actuar, nos facilitaran el camino, por ejemplo, animando una plataforma cívica a la que nos pudieramos unir. ¿No os parece?

Muchas gracias.




domingo, 12 de junio de 2011

"Siempre nos quedará Casablanca"

El jueves me fuí a Casablanca, casi ocho años después de que pasara en esa ciudad cuatro de los mejores años de mi vida, tanto personal como profesionalmente.

Llegué por la noche. Me esperaban buenos amigos y amigas, precisamente en una casa colindante a la que me había albergado en los últimos tiempos de mi estancia en la ciudad. Aunque era de noche, podía recordaba los gritos y la algarabía que domigo sí, domingo no, retumbaban sobre mis oidos como consecuencia de los partidos de fútbol que se celebraban en el estadio situado justamente enfrente.

Al día siguiente, tras descansar, y acompañado por un buen amigo, me fuí a visitar el Instituto español en el que pase cuatro interesantes años. El paseo desde el Maarif hasta el bulevar de Anfa me lleno el espiritu de recuerdos y emociones. Los mismos olores, los mismos edificios viejos y ajados, la misma gente probablemente con caras distintas pero igual caminar cansado, alguna nueva cafetería con sus enormes terrazas. ¿Dan tanto los cafes que se toman los lugareños, horas sentados en las terrazas viendo como pasa el tiempo y la vida, como para que sea un negocio tanta cafetería elegante? Ni antes ni ahora supe la respuesta.

Llegué al colegio. Me asaltaron los colores del edificio, que yo mandé pintar, los jardines y los niños con unos años más. Me encontré con las limpiadoras, los conserjes, las administrativas, las mismas que yo dejé, con alguna arruga más pero con el mismo cariño que antes me tenían. Me emocionó comprobar que yo, con mi modesta aportación, había tenido que ver en lo que hoy es ese centro y su realidad, lo que perdura por encima del paso de profesores y alumnos. Las personas y objetos que permanecen me devolvían en forma de cariño el agradecimiento por mi aportación.

Eso es para mí la vida. Comprobar que los esfuerzos realizados han dado algunos frutos que perduran en el tiempo y que llevan parte de uno en su esencia.

Dejé la ciudad, en la que no llegué a estar ni veinticuatro horas, pero me fuí sabiendo que "siempre me quedará Casablanca".

Muchas gracias.

sábado, 11 de junio de 2011

Un viaje en tren por Marruecos

Tengo que ir a Rabat, -estoy en Tánger-, y he decidido hacerlo en tren.

Me voy a la estación con tiempo suficiente, más de una hora antes, en previsión de que pudiera haber problemas a la hora de obtener billete. La estación está practicamente vacía y mi temor es infundado.

Llega la hora de subirme al tren y sigo sorprendido porque salimos de Tánger dos personas en mi vagón donde cabrían cien. Me pregunto, ¿cómo es posible mantener un sistema de transporte, tan importante por cierto para el desarrollo de un país, sino hay viajeros?

La pregunta me la van respondiendo en las paradas que el tren va haciendo en los diferentes pueblos. El tren termina casi llenandose, poco a poco, con personas que suben con todos sus bártulos. El tren es el medio que utilizan los campesinos, y la gente de los pueblos, -donde, por cierto, hay pocos vehículos-, para desplazarse. En cambio, es poco utilizado por los habitantes de las ciudades.

Esa particularidad permite conocer, en un simple viaje y con un poco de espiritu de observación, una buena muestra de la población marroquí: jovenes en chanclas de dedo, señoras con chilaba, campesinos que meten en el tren sus aperos, caras bien curtidas por el sol. Bueno estoy hablando de lo que pude apreciar viajando en segunda, no sé si en primera el público es distinto.

Además del paisanaje, también el tren es un medio extraordinario para conocer el paisaje: campos de girasoles, huertas bien cuidadas en las fértiles llanuras de Lukus, gavillas de trigo recién cortado, el Atlántico a la derecha una buena parte del camino, la entrada a la bahía de Salé.

De pronto el tren se para en mitad de la nada. ¿qué pasa? Después de un rato de parada, en la que algunos de los vajeros se bajan a estirar las piernas, compruebo que ibamos por una vía única y que había que esperar a que pasase el tren que venía de frente. Me sentía transportado a mi adolescencia donde era frecuente estas paradas en los trenes españoles. A pesar de esas paradas llegabamos a los sitios puntualmente. Claro, las paradas estaban incluidas en el horario.

La salida de Casablanca, de vuelta a Tánger, me impresionó mucho. Se sale por uno de los barrios más pobres de la ciudad. Hay una zona de chabolas, barracas, sin urbanizar, pero eso sí, con varios miles de antenas parabólicas en los tejados. No había una sola casa, por miserable que fuera, que no tuviese su antena colgada del tejado, o de dónde se pudiera. Todos sus habitantes ven diariamente Al Jazeera y están bien informados de lo que pase en el mundo árabe pero, además, ven todas las televisiones europeas. ¿Cómo puede uno vivir en la más completa miseria y ver todos los días, eso sí sentado en el suelo, la opulencia mentirosa del mundo occidental? Eso pasa solo en las grandes ciudades, porque luego en los pueblos por los que el tren pasa a lo largo de su recorrido deja de haber antenas parabólicas. Casualmente es en las ciudades dónde se han desarrollado las revueltas árabes. ¿Tendrá algo que ver?

Pasado el feo paisaje de las parabólicas se vuelve a disfrutar de los campos, los ríos, los árboles, la gente de este precioso y hospitalario país. Si quieres conocer Marruecos y tienes la oportunidad, haz un viaje en tren, eso sí en segunda. Lo recomiendo vivamente.

Muchas gracias.




sábado, 4 de junio de 2011

El descrédito de los politicos

Resulta obvio que los políticos desde hace años han ido perdiendo credibilidad, y la imagen que reflejan en la ciudadanía es mala, por no decir muy mala. Tenemos el ejemplo de Rajoy, ocho años en gobiernos de Aznar y otros ocho de líder de la oposición, y sigue sin aprobar, según la opinión de los ciudadanos, en ninguna de las encuestas que realiza periodicamente el CIS. Y, sin embargo, casi con total seguridad será el próximo presidente español. Es una dato que nos invita a reflexionar.

Los políticos, también según las últimas encuestas del CIS, se han convertido en uno de los principales problemas que preocupan a los españoles.  También es un dato para recapacitar. ¿A qué se debe esta situación?, ¿es inevitable?, ¿cuáles son sus causas?, ¿debemos poner remedio?, ¿qué podemos hacer los ciudadanos?

Todas estas preguntas supongo que somos muchos los que nos las hacemos con cierta frecuencia. Yo, con vuestro permiso, voy a exponeros algunas de las razones que nos han llevado a esta situación.

La primera es la propia profesión de "político", tal como se entiende en nuestra democracia.  La mayoría de los políticos actuales, los menores de cincuenta años, han nacido, crecido y/o formado en democracia. Es decir, han sido desde muy jovenes, y casi como única profesión, políticos.  La profesión de político es muy absorbente y la estructura de los partidos lleva a que haya que dedicar mucho tiempo a su vida interna, a hacerse un sitio en el aparato. ¿Cómo es posible que alguien que desde joven dedica muchas horas diarias a reuniones, contactos de partido, comités..., durante muchos años, no pierda el contacto con la realidad? ¿Cuándo tiene ocasión de conocer la realidad, de saber lo que piensan los ciudadanos, de conocer en propia carne los problemas que les preocupan?  La vida de un político profesional, desgraciadamente, no tiene nada que ver con la de los ciudadanos a los que representa. Así es dificil defender sus aspiraciones. En la vida de partido y en los puestos que ocupan se acostumbran a mandar y poco a escuchar.

Otra razón para el descrédito es la propia actividad de algunos políticos. La corrupción, mucho más frecuente de lo permisible, ha hecho un gran daño a la credibilidad de la clase política. La falta de transparencia en la gestión, la ausencia de todo tipo de autocrítica y la inexistencia de controles sobre la gestión desarrollada, son otros motivos que redundan en ese descrédito.

También ha sido importante el esfuerzo de los partidos y medios de comunicación de derechas, el PP y sus adlateres, para incrementar ese desprestigio. Porque, no hay que confundirse, la falta de credibilidad de la clase política daña en primer lugar a la propia democracia, pero de una manera muy especial a los partidos de izquierda, especialmente al PSOE. Y ahi están los datos que lo confirman: a pesar de la corrupción -- recordemos el caso Gürtel entre otros --, el PP sigue siendo mayoría absoluta en la Comunidad Valenciana.

El desprestigio de los políticos es un problema para la democracia y especialmente para los partidos progresistas.  Es a ellos a los que hay que exigirles soluciones.  Soluciones que no son tan dificiles, que también está exigiendo el movimiento 15-M, y que ya se han logrado en otros países. Se trata básicamente de acercar la política a los ciudadanos, de aumentar su participación en las decisiones --no basta con votar cada cuatro años--, de establecer controles eficaces sobre la gestión pública y de condenar con firmeza la corrupción alli donde se produzca.

Han pasado más de 30 años desde que se aprobó la Constitución, ha cambiado profundamente el país y los problemas que le preocupan, y han surgido nuevos métodos de participación y comunicación a través de las redes virtuales.  Es un buen momento para ejercer la reflexión e iniciar un proceso de cambio que fortalezca nuestra democracia.

Ese podía ser un buen trabajo para los políticos de izquierda.

Muchas gracias.

miércoles, 1 de junio de 2011

"Midnight in Paris"

Cuando hace unos días decidimos ir al cine, lo tenía claro: quería ver la nueva de Woody Allen. Ya sé que últimamente Woody Allen se ocupa de hacer una película al año -cada vez rodando en una ciudad distinta- y que, en general, no son las obras de arte a que anteriormente nos tenía acostumbrados. Aún así, siempre que estrena película, voy a verla; no tengo la más mínima duda.

"Midnight in Paris" no me ha defraudado. ¿Es una gran película?, pues no. Pero hay muchas razones para poder disfrutarla.

La primera es París. "París bien vale una misa" se dice, y añado que también la hora y media de este largometraje. Es un maravilloso reportaje de París filmado por la experta mano de Allen. Una gozada completa si no conoces París y un placer continuo si estás enamorado de esa ciudad, como es mi caso. Como decían al salir algunos de los espectadores, "dan ganas de coger el coche e irse a París".

Además, es cine auténtico, de ese que permite convertir los sueños en realidad. Lo que vemos en la pantalla es tan poco real que nos lo creemos. Los paseos por los años veinte, o por la "belle epoque" parisina, son deliciosos, y la reconstrucción seguramente más bonita de lo que fue la realidad.

Los dialógos, como suele ocurrir con Allen, son espléndidos e ingeniosos, llenos de sabiduría y conocimiento de los personajes que los emiten ."Es que vosotros sois surrealistas y yo soy normal", le dice el personaje principal a Salvador Dalí y Buñuel, ante la incomprensión de lo que le están contando.

Y la historia, además de original, es suficientemente atrayente como para tenerte todo el rato en vilo, esperando que no se acabe.

En definitiva, un caramelito que uno debe paladear, deleitandose en el gusto que te va dejando en la boca. Yo así lo hice, y lo disfruté.

Muchas gracias.