Salimos temprano para Ayutthaya, a 76 kilómetros al norte de Bangkok.
Ayutthaya fue una de las ciudades más prósperas de Indochina y actualmente sus ruinas están consideradas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
El carácter religioso del pueblo tailandés es otra de las sorpresas que nos ha proporcionado el viaje. Hemos visitado muchos templos y pagodas (aún sigo sin saber bien la diferencia entre uno y otro, aunque me consta que existe); y, en todos ellos hemos visto a gente corriente rezando, presentando ofrendas, quemando incienso y entregando dinero.
Parece, visto muy desde fuera, una religión tranquila, basada en la búsqueda de la felicidad terrenal y promotora de buenas obras y acciones que se pueden recompensar.
A lo largo del viaje comprobaremos que, como todas las religiones, ha sido la disculpa para conseguir poder y machacar al contrario. Hinduístas y budistas han guerreado durante siglos en esta zona del mundo.
Terminamos nuestro día volviendo al aeropuerto de Bangkok para coger un vuelo hacia nuestro próximo destino: Chiang Rai.
Ayutthaya fue una de las ciudades más prósperas de Indochina y actualmente sus ruinas están consideradas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
Aunque las estructuras originales datan del siglo XVII, la mayoría de ellas fueron destruidas y reconstruidas por el rey Rama V en el siglo XIX. Se trataba de su residencia de verano y un paseo por el lugar nos confirma su belleza y excelente elección.
Resulta curiosa la mezcla de estilos que se observan en los diferentes palacios. Uno de ellos, el Wehat Chamroon, es de estilo chino -construido enteramente con materiales traídos de China- mientras otro lo podíamos encontrar en cualquiera de las ciudades italianas.La mezcla se completa con otro palacio de típico estilo tailandés. Lo que se refleja, paseando por tan majestuoso lugar, es el poderío de las dinastías reales en este país.
Después de disfrutar de la belleza del paisaje, de los extraordinarios palacios, de los estanques llenos de flores de loto y de la tranquilidad del lugar, los reyes europeos, incluso los más absolutistas, me parecen meros aprendices frente a la grandeza y el lujo de estas dinastías asiáticas.
Visitamos el Wat Phra Si Sanphet, el templo más importante de Ayutthaya. Estaba lleno de fieles. Todos arrodillados y besando el suelo; en su mayoría hombres. Un monje en un lateral salmodiaba versos mientras el resto agachaba la cabeza. En un momento dado, todos se fueron cubriendo con una especie de largas sabanas naranja, mientras seguían rezando.
Parece, visto muy desde fuera, una religión tranquila, basada en la búsqueda de la felicidad terrenal y promotora de buenas obras y acciones que se pueden recompensar.
A lo largo del viaje comprobaremos que, como todas las religiones, ha sido la disculpa para conseguir poder y machacar al contrario. Hinduístas y budistas han guerreado durante siglos en esta zona del mundo.
Terminamos nuestro día volviendo al aeropuerto de Bangkok para coger un vuelo hacia nuestro próximo destino: Chiang Rai.
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