Volvemos a tener un duro camino hasta la bahía de Halong, lo que nos obliga a estar en el coche a las siete y media. Salimos de Hanoi, a lo que debe ser hora punta, y podemos apreciar el caos que eso significa en esta ciudad. Atravesamos el río Rojo, llamado así por el color de sus aguas, más bien ocres que rojas, pero bueno. Tras una parada técnica para reponer fuerzas, llegamos pronto a la bahía de Halong y nos da tiempo a pasar primero por una fábrica-criadero de perlas cultivadas. Interesante.
Nos explica nuestro guía que hay 1969 islas en la bahía, y una de
ellas (precisamente de la que sale nuestro crucero y muchos más), que antes era solo de monos, ahora tiene dueño y se está forrando en este país "socialista".
Una barca nos lleva a nuestro
barco crucero, “V Spirit Classic”. Somos 17 pasajeros: una pareja de
recién casados de Croacia, tres profesoras mayores de Malta, una pareja joven
de Irlanda, dos mujeres australianas de mediana edad, tres estudiantes
australianos, un australiano mayor que viaja solo, y nosotros. Nos asignan nuestro camarote (no. 105), que nos impresiona bastante: dos camas, mesilla de noche, ventana, baño con ducha y aire acondicionado.
Después de comer salimos a ver una cueva en una de las islas y
pasamos una hora y media dentro de ella.
Hay unas formaciones preciosas, curiosas. Se observa en una zona de la cueva que penetra el sol y nos cuenta el guía que el agujero es producto de los bombardeos durante la guerra, ya que los guerrilleros se ocultaban en su interior.
Luego nos ofrecen “playa” para quienes quieran (nosotros no). Nosotros preferimos quedarnos en el barco, aprovechando la cubierta y disfrutando del “happy hour” (tres bebidas por el precio de dos).
Entre las comidas y cenas que hacemos en el barco tenemos ocasión de conversar casi con todos los pasajeros que han ido pasando por nuestra mesa: la pareja de mujeres australianas que nos dejan con la duda de si son amigas o algo más, la pareja croata de recién casados, muy pijos los dos pero simpáticos, los tres chavales australianos que nos llama la atención que, siendo tan jóvenes, tengan capacidad económica para un viaje así, las tres profesoras (del gremio) de Malta, alguna de ellas disfrutando de su jubilación.
Desde el barco salimos en una embarcación más pequeña para recorrer la bahía y acercarnos a alguna de sus islas, una de ellas plagada de monos. El paseo es una gozada, la temperatura agradable y el paisaje espectacular. Las formaciones rocosas de las islas parecen diseñadas por un gran artista plástico.
Volvemos al barco y pasamos un rato de relax en la cubierta, disfrutando de
nuestros últimos momentos de este paisaje tan único. Después de la cena nos ofrecen la posibilidad de pescar cangrejos desde la cubierta. Muchos lo intentan, pero nadie lo consigue.
Dormimos fenomenal y por la mañana, después de un estupendo "brunch", desembarcamos y nos volvemos a Hanoi.
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