Hace una semanas el ministro Gabilondo respondía en el Congreso a una interpelación del Partido Popular sobre el fracaso escolar: "Si uno analiza el abandono, enseguida ve que tiene que ver con la estructura socioeconómica, con la complejidad de la composición de la sociedad, con el sistema productivo".
No voy a negar esa afirmación que, en cierta medida, es una verdad de Pero Grullo, pues pocas cosas podemos encontrar que no tengan que ver con el sistema productivo.
Pero si lo que queremos es analizar dónde se encuentran las causas que conducen a un 31 por 100 de abandono escolar, cifra que se mantiene tan alta desde hace bastantes años, tenemos que acudir al interior del sistema donde se produce: la escuela. El ministro Gabilondo, como reputado filosofo que es, sabe mejor que yo que las causas de los fenómenos son siempre internas y que los factores externos solo ayudan o dificultan, según los casos.
Hay que buscar en nuestro sistema educativo la raíz del fracaso escolar. En estos últimos treinta años la educación ha pasado a ser obligatoria hasta los dieciseis años y más del 80 por 100 de los jóvenes continúan estudiando en la secundaria no obligatoria. Cuando empecé a dar clases, a comienzos de los años setenta, recuerdo que pasaban al B.U.P. tan solo el 10 por 100 de la población de la edad. El resto iba a la Formación Profesional o abandonaba la escuela.
Ese paso del 10 por 100 al 100 por 100, que se ha producido en los Institutos de Secundaria ha cambiado profundamente la naturaleza del trabajo de los profesores, no los contenidos que es lo de menos, sino la naturaleza de su trabajo, las condiciones en que tienen que hacerlo. Sin embargo no ha cambiado nada, o casi nada para que no se me acuse de radical, la organización de los centros ni tampoco la manera en que los profesores, en general, imparten las enseñanzas.
Existe una contradicción brutal entre lo que ha cambiado la sociedad en estos últimos treinta años y lo que, en consecuencia, ha cambiado el alumnado , y lo poco o nada que ha cambiado la escuela. La escuela no se ha adaptado a la nueva situación, sigue funcionando como si nos llegara un alumnado ya seleccionado y, como no es así, va marginando progresivamente al que no se adapta, convirtiendo así su paso por la escuela en un suplicio del que quiere huir cuanto antes. Si puede encontrar trabajo en la construcción, como ha ocurrido hasta ahora, "miel sobre hojuelas".
Creo que es el momento de repensar el tipo de escuela que necesitamos. La reforma que hoy necesita nuestro sistema educativo no es más de lo mismo como se viene haciendo, sino un cambio radical que permita a los centros escolares, en base a una autonomía que hoy en día no tienen, adaptarse a las necesidades de su entorno y de su alumnado. No nos podemos permitir que los alumnos huyan de la escuela porque ésta no les da nada de lo que necesitan. Eso sí que tiene que ver con el sistema productivo, y ¡de qué manera!
Muchas gracias.
No voy a negar esa afirmación que, en cierta medida, es una verdad de Pero Grullo, pues pocas cosas podemos encontrar que no tengan que ver con el sistema productivo.
Pero si lo que queremos es analizar dónde se encuentran las causas que conducen a un 31 por 100 de abandono escolar, cifra que se mantiene tan alta desde hace bastantes años, tenemos que acudir al interior del sistema donde se produce: la escuela. El ministro Gabilondo, como reputado filosofo que es, sabe mejor que yo que las causas de los fenómenos son siempre internas y que los factores externos solo ayudan o dificultan, según los casos.
Hay que buscar en nuestro sistema educativo la raíz del fracaso escolar. En estos últimos treinta años la educación ha pasado a ser obligatoria hasta los dieciseis años y más del 80 por 100 de los jóvenes continúan estudiando en la secundaria no obligatoria. Cuando empecé a dar clases, a comienzos de los años setenta, recuerdo que pasaban al B.U.P. tan solo el 10 por 100 de la población de la edad. El resto iba a la Formación Profesional o abandonaba la escuela.
Ese paso del 10 por 100 al 100 por 100, que se ha producido en los Institutos de Secundaria ha cambiado profundamente la naturaleza del trabajo de los profesores, no los contenidos que es lo de menos, sino la naturaleza de su trabajo, las condiciones en que tienen que hacerlo. Sin embargo no ha cambiado nada, o casi nada para que no se me acuse de radical, la organización de los centros ni tampoco la manera en que los profesores, en general, imparten las enseñanzas.
Existe una contradicción brutal entre lo que ha cambiado la sociedad en estos últimos treinta años y lo que, en consecuencia, ha cambiado el alumnado , y lo poco o nada que ha cambiado la escuela. La escuela no se ha adaptado a la nueva situación, sigue funcionando como si nos llegara un alumnado ya seleccionado y, como no es así, va marginando progresivamente al que no se adapta, convirtiendo así su paso por la escuela en un suplicio del que quiere huir cuanto antes. Si puede encontrar trabajo en la construcción, como ha ocurrido hasta ahora, "miel sobre hojuelas".
Creo que es el momento de repensar el tipo de escuela que necesitamos. La reforma que hoy necesita nuestro sistema educativo no es más de lo mismo como se viene haciendo, sino un cambio radical que permita a los centros escolares, en base a una autonomía que hoy en día no tienen, adaptarse a las necesidades de su entorno y de su alumnado. No nos podemos permitir que los alumnos huyan de la escuela porque ésta no les da nada de lo que necesitan. Eso sí que tiene que ver con el sistema productivo, y ¡de qué manera!
Muchas gracias.
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