martes, 29 de marzo de 2011

Desde Washington con amor

Llegar a Washington siempre me emociona: ya, desde el avion, observando a traves de la ventanilla esa masa de arboles, que -cual selva tropical-  rodea la ciudad; y luego, una vez en tierra, subirse a esos autobuses extraterrestres, sacados de una pelicula de ciencia ficcion, que te recogen para llevarte a la zona del control de pasaportes.
Ahi empieza la angustia, el nudo en la garganta. He pasado ese control de pasapaortes decenas de veces, creo que mas de un centenar, y aun sigo experimentando la sensacion de que no me van a dejar entrar: las huellas dactilares de todos los dedos, la fotografia, las preguntas con doble intencion y la cara de desden del funcionario de turno. Tantas peliculas vistas hacen que ese momento sea especialmente tenso.
Con el nudo en la garganta todavia y el estomago encogido, paso a recoger las maletas. !Horror!  Veo en el suelo un gran charco de vino. !Seguro que es de una de las botellas que traigo en mis maletas!  Con el alma en vilo, las recojo y compruebo que no ha sido asi. Estan sanas y salvas.
Todavia angustiado, me acerco al control de aduana. Una larga cola, que estara pasando? , me abriran la maleta?
Entrego el formulario de aduanas y una enorme sonrisa empieza a aparecer en mi cara. Me acerco a la gran puerta que da entrada a la sala de espera. Ansioso, busco y encuentro a mi hija y mis nietos esperandome. Me emociono. Si, siempre que vengo a Washington me emociono.
Muchas gracias.
P.D. Perdonar la falta de acentos; estoy escribiendo desde un teclado americano.

1 comentario:

  1. Comparto exacto todo lo que sentís: la emoción de llegar a un lugar al que uno está unido, la angustia en las fronteras (cualquiera, siempre logran hacernos sentir culpables)y el calor en el corazón al reencontrarnos con nuestros afectos.
    Podría incluso agregar: el alivio al ver que las botellas de vino han llegado sanas y salvas a destino.
    Un beso, pasarla bien allí, (pero vuelvan que los extrañamos)

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