El ministro Gabilondo, en un acto de apoyo a la candidatura de Tomás Gómez a la Comunidad de Madrid celebrado ayer, nos dijo "¿Cómo se defiende la enseñanza pública? Llevando allí a nuestros hijos".
Bueno, no solo diría yo. Con la tranquilidad de haber llevado a mis tres hijas siempre a la enseñanza pública, me siento con razones para decirle al ministro que eso no es suficiente, ni tan siquiera es lo más importante. La enseñanza pública se defiende, sobre todo si es un ministro de educación quien lo hace, poniendo todos los medios para que sea de calidad. Y si la educación pública es de calidad, será mucho más fácil que los padres y madres nos traigan a sus hijos.
Ese es el reto que tenemos todos los que defendemos la enseñanza pública, desde nuestra posición de padres, madres, profesores o ciudadanos sin más.
Y ese reto, mejorar nuestro sistema público, necesita dinero -y no recortes presupuestarios- y necesita, sobre todo, objetivos claros a conseguir y liderazgo político para llevarlos a cabo. Esa es la manera en que un ministro de educación debe defender la enseñanza pública, y en esa tarea contará con nuestro apoyo y el de muchos ciudadanos desilusionados y frustrados por no poder llevar a sus hijos a los centros públicos, dado el deterioro de muchos de ellos.
Busco ese liderazgo en la página web del Ministerio y me encuentro con " el ministro de Educación clausura las Jornadas de Innovación y Buenas Prácticas en la Formación Profesional", "el ministro de Educación se reúne con los líderes sindicales de CCOO y UGT", "Angel Gabilondo inaugura un ciclo de conferencias", "el ministro de Educación inaugura una biblioteca municipal..."
Si ese es el liderazgo, "que Dios nos coja confesaos", como diría mi madre.
Bueno, no solo diría yo. Con la tranquilidad de haber llevado a mis tres hijas siempre a la enseñanza pública, me siento con razones para decirle al ministro que eso no es suficiente, ni tan siquiera es lo más importante. La enseñanza pública se defiende, sobre todo si es un ministro de educación quien lo hace, poniendo todos los medios para que sea de calidad. Y si la educación pública es de calidad, será mucho más fácil que los padres y madres nos traigan a sus hijos.
Ese es el reto que tenemos todos los que defendemos la enseñanza pública, desde nuestra posición de padres, madres, profesores o ciudadanos sin más.
Y ese reto, mejorar nuestro sistema público, necesita dinero -y no recortes presupuestarios- y necesita, sobre todo, objetivos claros a conseguir y liderazgo político para llevarlos a cabo. Esa es la manera en que un ministro de educación debe defender la enseñanza pública, y en esa tarea contará con nuestro apoyo y el de muchos ciudadanos desilusionados y frustrados por no poder llevar a sus hijos a los centros públicos, dado el deterioro de muchos de ellos.
Busco ese liderazgo en la página web del Ministerio y me encuentro con " el ministro de Educación clausura las Jornadas de Innovación y Buenas Prácticas en la Formación Profesional", "el ministro de Educación se reúne con los líderes sindicales de CCOO y UGT", "Angel Gabilondo inaugura un ciclo de conferencias", "el ministro de Educación inaugura una biblioteca municipal..."
Si ese es el liderazgo, "que Dios nos coja confesaos", como diría mi madre.
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