domingo, 15 de septiembre de 2013

China, ¿socialista o capitalista?

Si uno hace esta pregunta a cualquier persona interesada por China puede obtener respuestas bien distintas y seguro que perfectamente argumentadas. Unos dirán que es socialista, dirigida por un partido único -el Partido Comunista de China-, mientras otros argumentarán que lo que existe hoy en China es una modalidad del capitalismo salvaje que domina el mundo.

Yo no pretendo adoptar una posición determinada pues ni conozco en profundidad la economía china ni tengo especial interés en hacerlo. Mi objetivo es más modesto: describir las impresiones que un viajero recoge paseando por las calles de las ciudades chinas.

Empezaré afirmando de forma rotunda que poca o ninguna diferencia se observa, a nivel de curioso, entre las ciudades occidentales y las chinas. Los bancos, con enormes edificios que representan su poder, llenan las grandes y más elegantes avenidas. Los centros comerciales, similares a los que puede uno encontrar en Paris o Nueva York, están por doquier así como las grandes marcas. Por todas partes se encuentra uno con tiendas, grandes o pequeñas, mercados callejeros y situados en edificios, supermercados gigantes y más modestos; en definitiva, todo lo que conforme una red de la economía capitalista tiene su presencia en las ciudades chinas. Lo que uno ve nada tiene que ver con las calles de las ciudades socialistas ante del derrumbamiento del muro de Berlín o con lo que nos podemos encontrar en Cuba, por ejemplo. En este sentido habría que afirmar rotundamente que China es un país capitalista.

Sin embargo, rascando un poco más en la realidad, se encuentra uno con cosas que diferencian esta estructura económica del capitalismo de los países occidentales. La tierra está en manos de los campesinos, pero, según nos contaban, una pequeña parte de la producción la deben entregar al Estado como pago por el usufructo de esas tierras. El suelo, en las grandes ciudades, es público. Es el Estado quien decide dónde y cuándo construir, en función de las necesidades de la población. Cuando se compra una casa, solamente se adquiere la construcción, no el suelo, y por un período de tiempo --entre setenta y cinco y noventa años--; cuando este periodo finaliza el Estado vuelve a planificar el uso que se debe hacer a ese suelo. Si decide hacer un uso distinto y derribar las edificaciones, el usuario tiene derecho a dos viviendas en el nuevo lugar donde se construya --una para vivir y otra para vender.  Nos hemos encontrado con cosas curiosas como que el servicio de taxis de Beijing es estatal (y por cierto, no funciona muy bien).

Todos los servicios públicos como metro, autobuses urbanos, ferrocarriles o compañías aéreas son públicas y, en general, sus precios son bajos y bastante asequibles al ciudadano medio.

Resumiendo, capitalista sí, pero con fuertes componentes "socialistas" que tienen que ver con los servicios públicos, la planificación de la actividad económica y la atención a las necesidades básicas de la población. ¿A dónde conducirá este modelo? ¿Será un nuevo capitalismo? ¿Qué influencia tiene y tendrá en el desarrollo de países emergentes? El tiempo nos lo dirá.

Continuará.

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