Tras tres semanas en Estados Unidos, país del que he ido dejando impresiones en este blog, estoy de nuevo en casa. Uno de los alicientes que tienen los viajes, al menos para mí, es la vuelta al hogar, a la rutina de siempre, a las costumbres --que pueden ser buenas o malas, pero que son tuyas y, en consecuencia, te gustan. Volver a tu cama, y sobre todo a tu almohada, a tu café de las mañanas (por cierto, qué malo es el café en Estados Unidos), a tu sillón, a tu mesa de trabajo, a tu silla, a la que a fuerza de usarla, te has acostumbrado.
Salir a la calle y reconocer el paisaje, cruzarte con los vecinos de siempre, aunque algunos no te caigan muy bien, y volver a tu frutería y a tu supermercado, donde sabes dónde está cada cosa. Recuperar los olores, los colores que siempre te han rodeado, ese árbol que ves desde tu ventana mientras escribes.
No es que mientras estoy de viaje eche de menos todo esto: al contrario, me gusta viajar y disfruto con lo nuevo, con las sorpresas que un viaje siempre me depara, aunque reconozco que la vuelta nunca me apena.
Pero volver a casa es también volver a este país, del que durante tres semanas poco o nada he leido o escuchado. Y es volver a oir y ver las mismas desventuras, como la de ese malnacido llamado Bárcenas que sigue paseándose como si nada de lo que se habla fuera con él, con esa jeta desafiante y esa sonrisa --cuando no "peineta"--, con la que manifiesta su desprecio a la ciudadanía. ¿Es tan difícil que un juez le meta en la cárcel, aunque solo sea para no tener que verle todos los días en la tele y en los periódicos?
Hablando de jetas, está la de ese Urdangarín, que esquia en Baqueira Beret con su amada Cristina, mientras muchos ciudadanos son echados de sus casas y otros lo pasan canutas para llegar a fin de mes. Y mientras, esa monarquía --que no nos olvidemos: fue Franco quien nos la colocó-- mira para otro lado como si el asunto no fuera con ella, consiguiendo así que su desprestigio aumente cada día.
Y si hablamos de desprestigio, ¿qué decir de los ERE en Andalucía? Resulta ahora que los protagonistas principales de la estafa a los ciudadanos que supone malversar fondos públicos, son un gañán, antigüo sindicalista de UGT, un borracho que, conforme visitaba las diferentes tabernas, recogía los sobres, y un "camello" que les proporcionaba la droga. ¿No tiene el PSOE nada que decir ante esto? Alfredo, ¿crees que mirando para otro lado vas a parar el desprestigio que sobre tu organización está trayendo este y otros desaguisados?
La vuelta a casa también me ha traido alguna novedad. He aprendido una nueva palabra: escrache; palabra que me ha dado alegría, que me ha mostrado la otra cara de este país, la de los ciudadanos que no aceptan tanta desvergüenza y se rebelan contra ella. Ahí es donde tenemos que estar todos, apoyando esos escraches, a pesar de las palabras de la Sra. Cifuentes, calificando de violentas estas acciones. Eso no es violencia, señora deslenguada del gobierno; violencia es que la policía nacional saque a rastras de su casa a una familia. Los ciudadanos tenemos el derecho a increpar a nuestros políticos cuando no nos representan. Y lo seguiremos haciendo.
Muchas gracias.
Salir a la calle y reconocer el paisaje, cruzarte con los vecinos de siempre, aunque algunos no te caigan muy bien, y volver a tu frutería y a tu supermercado, donde sabes dónde está cada cosa. Recuperar los olores, los colores que siempre te han rodeado, ese árbol que ves desde tu ventana mientras escribes.
No es que mientras estoy de viaje eche de menos todo esto: al contrario, me gusta viajar y disfruto con lo nuevo, con las sorpresas que un viaje siempre me depara, aunque reconozco que la vuelta nunca me apena.
Pero volver a casa es también volver a este país, del que durante tres semanas poco o nada he leido o escuchado. Y es volver a oir y ver las mismas desventuras, como la de ese malnacido llamado Bárcenas que sigue paseándose como si nada de lo que se habla fuera con él, con esa jeta desafiante y esa sonrisa --cuando no "peineta"--, con la que manifiesta su desprecio a la ciudadanía. ¿Es tan difícil que un juez le meta en la cárcel, aunque solo sea para no tener que verle todos los días en la tele y en los periódicos?
Hablando de jetas, está la de ese Urdangarín, que esquia en Baqueira Beret con su amada Cristina, mientras muchos ciudadanos son echados de sus casas y otros lo pasan canutas para llegar a fin de mes. Y mientras, esa monarquía --que no nos olvidemos: fue Franco quien nos la colocó-- mira para otro lado como si el asunto no fuera con ella, consiguiendo así que su desprestigio aumente cada día.
Y si hablamos de desprestigio, ¿qué decir de los ERE en Andalucía? Resulta ahora que los protagonistas principales de la estafa a los ciudadanos que supone malversar fondos públicos, son un gañán, antigüo sindicalista de UGT, un borracho que, conforme visitaba las diferentes tabernas, recogía los sobres, y un "camello" que les proporcionaba la droga. ¿No tiene el PSOE nada que decir ante esto? Alfredo, ¿crees que mirando para otro lado vas a parar el desprestigio que sobre tu organización está trayendo este y otros desaguisados?
La vuelta a casa también me ha traido alguna novedad. He aprendido una nueva palabra: escrache; palabra que me ha dado alegría, que me ha mostrado la otra cara de este país, la de los ciudadanos que no aceptan tanta desvergüenza y se rebelan contra ella. Ahí es donde tenemos que estar todos, apoyando esos escraches, a pesar de las palabras de la Sra. Cifuentes, calificando de violentas estas acciones. Eso no es violencia, señora deslenguada del gobierno; violencia es que la policía nacional saque a rastras de su casa a una familia. Los ciudadanos tenemos el derecho a increpar a nuestros políticos cuando no nos representan. Y lo seguiremos haciendo.
Muchas gracias.
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