Un joven de 23 años, de nacionalidad polaca, apareció muerto ayer sobre un banco de un albergue social de Sevilla. Parecía que estaba descansando a la espera de ponerse en la cola para recibir la comida, pero cuando alguien se acercó a él comprobó que había muerto. Pesaba ¡¡ treinta kilos!!, ¿Cuánta hambre hay que pasar para llegar a ese peso? La noche anterior, al encontrarse mal, se había acercado a urgencias de un hospital donde le dieron cualquier cosa y le mandaron al albergue. Unas horas después moría.
Estamos, desgraciadamente, acostumbrados a leer o ver informaciones sobre el hambre en el mundo, los cientos de miles de niños y adultos que cada año se mueren de hambre. Pero siempre en otros países, en el África subsahariana, en Somalia. Hoy nos lo encontramos aquí, al lado de nuestra casa, en el barrio sevillano de Los Remedios. ¿Qué nos está pasando?
Con escasas horas de diferencia una embarcación con quinientas personas procedentes del Cuerno de África se hundía en las inmediaciones de la isla de Lampedusa; han encontrado más de ciento cincuenta cadáveres y hay doscientos desaparecidos. Varios barcos pesqueros que vieron el naufragio no prestaron apoyo porque las leyes italianas castigan penalmente al que lo haga.
¿Estamos todos locos? ¿Qué Europa estamos construyendo? ¿Qué país queremos dejar a nuestros hijos y nietos? El papa Francisco habló de "vergüenza". Claro que debemos sentir vergüenza , pero sobre todo indignación, rebeldía, rechazo a quienes permiten que esto ocurra.
Hoy he buscado la noticia de la muerte del joven en Sevilla. Evidentemente ocupaba una escasa media página en una parte interior del periódico y se hacía todo lo posible para transformar una muerte por hambre en la muerte de un indigente. ¿Habéis oído a algún político español que comentara esta noticia? Yo no. Eso sí, seguimos dedicando páginas enteras al derecho a decidir, a la tercera vía o el presidente se va a Fukushima a hacer el ridículo anunciando que no hay peligro nuclear el mismo día que se desata una nueva fuga.
Tal como van las cosas, con el deterioro del estado de bienestar, con la bajada de las pensiones y el aumento del paro, el perder peso por efecto del hambre hasta llegar a la inanición y la muerte nos puede pasar a cualquiera, a un vecino o un familiar. No lo permitamos.
Muchas gracias.
Estamos, desgraciadamente, acostumbrados a leer o ver informaciones sobre el hambre en el mundo, los cientos de miles de niños y adultos que cada año se mueren de hambre. Pero siempre en otros países, en el África subsahariana, en Somalia. Hoy nos lo encontramos aquí, al lado de nuestra casa, en el barrio sevillano de Los Remedios. ¿Qué nos está pasando?
Con escasas horas de diferencia una embarcación con quinientas personas procedentes del Cuerno de África se hundía en las inmediaciones de la isla de Lampedusa; han encontrado más de ciento cincuenta cadáveres y hay doscientos desaparecidos. Varios barcos pesqueros que vieron el naufragio no prestaron apoyo porque las leyes italianas castigan penalmente al que lo haga.
¿Estamos todos locos? ¿Qué Europa estamos construyendo? ¿Qué país queremos dejar a nuestros hijos y nietos? El papa Francisco habló de "vergüenza". Claro que debemos sentir vergüenza , pero sobre todo indignación, rebeldía, rechazo a quienes permiten que esto ocurra.
Hoy he buscado la noticia de la muerte del joven en Sevilla. Evidentemente ocupaba una escasa media página en una parte interior del periódico y se hacía todo lo posible para transformar una muerte por hambre en la muerte de un indigente. ¿Habéis oído a algún político español que comentara esta noticia? Yo no. Eso sí, seguimos dedicando páginas enteras al derecho a decidir, a la tercera vía o el presidente se va a Fukushima a hacer el ridículo anunciando que no hay peligro nuclear el mismo día que se desata una nueva fuga.
Tal como van las cosas, con el deterioro del estado de bienestar, con la bajada de las pensiones y el aumento del paro, el perder peso por efecto del hambre hasta llegar a la inanición y la muerte nos puede pasar a cualquiera, a un vecino o un familiar. No lo permitamos.
Muchas gracias.
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