Si "rectificar es de sabios", como reza el dicho popular, el ministro Wert se está convirtiendo (me temo que a su pesar) en uno de los hombres más sabios del planeta; tal es la cantidad de rectificaciones que ha tenido que hacer en su famosa ley educativa.
Estos días estamos asistiendo al espectáculo de ver cómo se traga otros dos sapos que no tenía previsto. Uno nos alegra más que el otro, aunque ambos suponen una rectificación de los planes iniciales del ministro.
El primer sapo (que seguramente le gusta) es el de la religión en el Bachillerato. La ley plantea que sea una asignatura optativa más, pero no de oferta obligatoria. Esa posición podría parecer una concesión al laicismo, algo poco probable en la mentalidad del sabio Wert, pero comprobaremos que no es eso. El que sea de oferta obligatoria solo importa en la enseñanza pública; en la privada (mayoritariamente católica) ya lo es de hecho, lo diga o no la ley. Con la LOE es de oferta obligatoria en 1º de Bachillerato y ¿que está pasando?, pues que solo la escoge el 23,3% de la población estudiantil, y en aquellos centros en que no se apuntaba nadie, se estaba utilizando esa hora lectiva para ofrecer algún tipo de refuerzo al alumnado que lo necesita. Algo que el ministro Wert no tenía mucho interés en potenciar.
Pero, amigos, con la Iglesia hemos topado. Y la Iglesia sí que está interesada en mantenerla: primero para defender el trabajo de los profesores de religión que dan esas clases, aunque sean pocas; y segundo, porque con la LOMCE la religión será evaluable, y así esperan que se pare la deserción de sus clases e incluso que puedan recoger algún incauto más con ese reclamo.
El otro tema tiene que ver con el calendario de implantación de la LOMCE. El ministro tiene prisa porque sabe que la LOMCE tiene fecha de caducidad y conviene ponerla en marcha cuanto antes. Pero los deseos del ministro entran en contradicción con la realidad (¿no les parece raro?), porque la puesta en marcha de una ley orgánica requiere unos pasos imprescindibles: aprobación definitiva en el Senado y vuelta al Congreso, publicación por parte del ministerio de los Reales Decretos de desarrollo de la ley y aprobación por parte de las comunidades autónomas de sus leyes específicas.
Todo ese proceso es imposible llevarlo a cabo en menos de un año, que es lo que nos queda hasta que empiece el curso 2014-15. Y si encima a las autonomías el ministerio no les da ni un duro para la puesta en marcha de la ley que, en boca del ministro, "será cara", tenemos el círculo cerrado. Las autonomías, empezando por las gobernadas por el Partido Popular, han pedido que se retrase la ejecución de la ley. Lo malo para nuestro sabio ministro es que si se retrasa al curso 2015-16, lo más probable es que ya nunca se ponga en marcha. Por eso digo que esta noticia es más positiva.
En cualquier caso, estamos a la espera de las dos próximas rectificaciones del equipo Wert-Gomendio (¿me dicen que son algo más que un equipo?), que se producirán como muy tarde mañana, día 31.
"Rectificar es de sabios", quién lo diría.
Muchas gracias.
Estos días estamos asistiendo al espectáculo de ver cómo se traga otros dos sapos que no tenía previsto. Uno nos alegra más que el otro, aunque ambos suponen una rectificación de los planes iniciales del ministro.
El primer sapo (que seguramente le gusta) es el de la religión en el Bachillerato. La ley plantea que sea una asignatura optativa más, pero no de oferta obligatoria. Esa posición podría parecer una concesión al laicismo, algo poco probable en la mentalidad del sabio Wert, pero comprobaremos que no es eso. El que sea de oferta obligatoria solo importa en la enseñanza pública; en la privada (mayoritariamente católica) ya lo es de hecho, lo diga o no la ley. Con la LOE es de oferta obligatoria en 1º de Bachillerato y ¿que está pasando?, pues que solo la escoge el 23,3% de la población estudiantil, y en aquellos centros en que no se apuntaba nadie, se estaba utilizando esa hora lectiva para ofrecer algún tipo de refuerzo al alumnado que lo necesita. Algo que el ministro Wert no tenía mucho interés en potenciar.
Pero, amigos, con la Iglesia hemos topado. Y la Iglesia sí que está interesada en mantenerla: primero para defender el trabajo de los profesores de religión que dan esas clases, aunque sean pocas; y segundo, porque con la LOMCE la religión será evaluable, y así esperan que se pare la deserción de sus clases e incluso que puedan recoger algún incauto más con ese reclamo.
El otro tema tiene que ver con el calendario de implantación de la LOMCE. El ministro tiene prisa porque sabe que la LOMCE tiene fecha de caducidad y conviene ponerla en marcha cuanto antes. Pero los deseos del ministro entran en contradicción con la realidad (¿no les parece raro?), porque la puesta en marcha de una ley orgánica requiere unos pasos imprescindibles: aprobación definitiva en el Senado y vuelta al Congreso, publicación por parte del ministerio de los Reales Decretos de desarrollo de la ley y aprobación por parte de las comunidades autónomas de sus leyes específicas.
Todo ese proceso es imposible llevarlo a cabo en menos de un año, que es lo que nos queda hasta que empiece el curso 2014-15. Y si encima a las autonomías el ministerio no les da ni un duro para la puesta en marcha de la ley que, en boca del ministro, "será cara", tenemos el círculo cerrado. Las autonomías, empezando por las gobernadas por el Partido Popular, han pedido que se retrase la ejecución de la ley. Lo malo para nuestro sabio ministro es que si se retrasa al curso 2015-16, lo más probable es que ya nunca se ponga en marcha. Por eso digo que esta noticia es más positiva.
En cualquier caso, estamos a la espera de las dos próximas rectificaciones del equipo Wert-Gomendio (¿me dicen que son algo más que un equipo?), que se producirán como muy tarde mañana, día 31.
"Rectificar es de sabios", quién lo diría.
Muchas gracias.
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