"Hoy estoy para penas solamente", parafraseando el famoso verso de Miguel Hernández.
Esta mañana, a las diez y media, hemos llevado a nuestro perro Braulio, nuestra mascota e importante miembro de la familia, al veterinario a que lo sacrificaran. Estaba ya muy mal, y después de dieciocho años de darnos alegrías hemos pensado que se merecía una muerte digna, como la que ha tenido a pesar del sufrimiento que nos ha producido a nosotros.
Cuando he vuelto a casa no ha podido venir a recibirme, agitando su rabo, con su cara de felicidad, como hacía cada vez que llegaba, sin fallar absolutamente nunca.
Tampoco le tendré tumbado a mi lado cuando me siente en mi sillón favorito a leer el periódico o el libro que tengo entre manos.
Le echaré de menos esta noche cuando me ponga a ver la tele un rato, como hago todos los días, y relajarme o indignarme con las noticias que nos cuentan. Muchas veces cuándo lo que escuchaba no me interesaba dirigir mi vista hacia su cuerpo tendido a mi lado era la manera de sentirme a gusto.
No sé si voy a poder acostumbrarme, después de dieciocho años, a pasear sin llevar una correa en mi mano, que me obligaba a pararme a veces, a tirar de ella otras o a permitir que Braulio saludara a los muchos amigos que tenía en el barrio.
También serán distintos los paseos por las praderas y los pinares de Casavieja sin él. Su presencia, sus paradas para oler todo lo que estaba a su alcance, sus ladridos cuando se encontraba con otros animales o sus miedos cuando nos cruzábamos con las vacas, han formado parte de nuestra vida cotidiana durante muchos años.
Hoy hemos perdido a Braulio, hemos perdido a un miembro de nuestra familia. "Hoy me sobra el corazón", se lo ha llevado mi perro. Solo me queda la pena y su recuerdo. Braulio, nunca te vamos a olvidar.
Muchas gracias.
Esta mañana, a las diez y media, hemos llevado a nuestro perro Braulio, nuestra mascota e importante miembro de la familia, al veterinario a que lo sacrificaran. Estaba ya muy mal, y después de dieciocho años de darnos alegrías hemos pensado que se merecía una muerte digna, como la que ha tenido a pesar del sufrimiento que nos ha producido a nosotros.
Cuando he vuelto a casa no ha podido venir a recibirme, agitando su rabo, con su cara de felicidad, como hacía cada vez que llegaba, sin fallar absolutamente nunca.
Tampoco le tendré tumbado a mi lado cuando me siente en mi sillón favorito a leer el periódico o el libro que tengo entre manos.
Le echaré de menos esta noche cuando me ponga a ver la tele un rato, como hago todos los días, y relajarme o indignarme con las noticias que nos cuentan. Muchas veces cuándo lo que escuchaba no me interesaba dirigir mi vista hacia su cuerpo tendido a mi lado era la manera de sentirme a gusto.
No sé si voy a poder acostumbrarme, después de dieciocho años, a pasear sin llevar una correa en mi mano, que me obligaba a pararme a veces, a tirar de ella otras o a permitir que Braulio saludara a los muchos amigos que tenía en el barrio.
También serán distintos los paseos por las praderas y los pinares de Casavieja sin él. Su presencia, sus paradas para oler todo lo que estaba a su alcance, sus ladridos cuando se encontraba con otros animales o sus miedos cuando nos cruzábamos con las vacas, han formado parte de nuestra vida cotidiana durante muchos años.
Hoy hemos perdido a Braulio, hemos perdido a un miembro de nuestra familia. "Hoy me sobra el corazón", se lo ha llevado mi perro. Solo me queda la pena y su recuerdo. Braulio, nunca te vamos a olvidar.
Muchas gracias.
Quien no ha amado a un perro no sabe lo que es el amor. Mi más sentido pesar.
ResponderEliminarComparto plenamente esa apreciación. Gracias. Javier
ResponderEliminarLo siento, Emilio, no lo sabía. Cuando un animalito forma parte de la familia, su ausencia se siente tanto como la de una persona.
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