Nuestra amada Presidenta nos anunció ayer que "la educación será su principal apuesta en la próxima legislatura si logra ganar las elecciones". En la que ahora termina su prioridad ha sido la sanidad, y ya hemos visto los maravillosos resultados conseguidos. Y como no parece que vaya a perder las elecciones (eso no quiere decir que no tengamos que intentarlo con todas nuestras fuerzas, ¡nada de desanimarse!), no nos queda otra que acudir al socorrido "que Dios nos coja confesaos".
"Haremos una auténtica revolución del sistema educativo", ha dicho Esperanza Aguirre en un mitin electoral. Y la punta de lanza de esa "revolución" va a ser la libre elección de centro. Para ello, va a convertir Madrid en "zona única" como hizo con la sanidad.
La nueva ocurrencia de Aguirre es una medida que, como todas las adoptadas por su administración, no tiene otro objetivo que deteriorar la educación pública en beneficio de la privada y la concertada. ¿Qué va a significar la "zona única"? Un duro golpe a la inclusividad del sistema y a la diversidad que debe existir en los centros, a base de favorecer la segregación del alumnado en centros separados. Van a ser los centros los que elijan a los alumnos -aquellos que puedan-, como ya lo hacen los centros concertados, mientras otros centros no solo no podrán elegir nada sino que, además, tendrán que conformarse con el alumnado que nadie quiere.
Tendremos asi segregada a la población escolar en centros privados, centros concertados, algunos centros públicos que podrán salvarse de la quema, y la mayoría que se quedará con los restos y sin medios ni condiciones para ofrecer una enseñanza de calidad.
Con la baratija de la "libertad de los padres para elegir centro", se está aniquilando en Madrid el derecho de todos los ciudadanos a recibir una educación de calidad. Este será el final de la "zona única" de Esperanza Aguirre si no somos capaces de evitarlo. Efectívamente será una "revolución", pero en contra de los intereses de los ciudadanos.
Muchas gracias.
"Haremos una auténtica revolución del sistema educativo", ha dicho Esperanza Aguirre en un mitin electoral. Y la punta de lanza de esa "revolución" va a ser la libre elección de centro. Para ello, va a convertir Madrid en "zona única" como hizo con la sanidad.
La nueva ocurrencia de Aguirre es una medida que, como todas las adoptadas por su administración, no tiene otro objetivo que deteriorar la educación pública en beneficio de la privada y la concertada. ¿Qué va a significar la "zona única"? Un duro golpe a la inclusividad del sistema y a la diversidad que debe existir en los centros, a base de favorecer la segregación del alumnado en centros separados. Van a ser los centros los que elijan a los alumnos -aquellos que puedan-, como ya lo hacen los centros concertados, mientras otros centros no solo no podrán elegir nada sino que, además, tendrán que conformarse con el alumnado que nadie quiere.
Tendremos asi segregada a la población escolar en centros privados, centros concertados, algunos centros públicos que podrán salvarse de la quema, y la mayoría que se quedará con los restos y sin medios ni condiciones para ofrecer una enseñanza de calidad.
Con la baratija de la "libertad de los padres para elegir centro", se está aniquilando en Madrid el derecho de todos los ciudadanos a recibir una educación de calidad. Este será el final de la "zona única" de Esperanza Aguirre si no somos capaces de evitarlo. Efectívamente será una "revolución", pero en contra de los intereses de los ciudadanos.
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