He pasado la mañana en la República de Sol (la puerta del Sol de Madrid, donde desde hace una semana se concentran los partidarios del movimiento 15-M), y vengo muy impresionado y, sobre todo, esperanzado.
Durante años expertos, sociólogos y demás enterados, nos han explicado que los jóvenes no estaban interesados por la política, que lo único que les gustaba era el botellón, la play station, y otras lindezas del mismo cariz.
Esta mañana no es eso lo que yo he visto en Sol. He visto jóvenes muy interesados en la política, en lo que les ocurre a ellos y a la gente que por allí se acercaba, capaces de organizar un campamento sin medios, de mantener el orden y tranquilidad en base a su propia responsabilidad, sin necesitar "servicios de orden". En definitiva he visto a miles de jóvenes comprometidos con su país, con sus gentes, con su futuro y capaces de cogerlo en sus manos.
He visto también mucha creatividad, "nuestros sueños son sus pesadillas" o "no hay pan para tanto chorizo", son algunas de las miles de consignas que uno podía leer por todas partes.
También he visto sus reivindicaciones. Son utópicas dicen algunos, no son realistas nos dicen los bienpensantes. Y yo me pregunto hay algo en la vida que valga la pena que no sea "utópico". ¿Qué es "realista", aceptar que los banqueros sigan recibiendo bonos millonarios mientras por su mala gestión millones de personas no tienen trabajo?, ¿seguir aceptando que la crisis la paguen los más débiles? Ese realismo no me interesa. Prefiero que me llamen utópico.
"Otro mundo es posible" decía una de las pancartas. En eso quiero estar. Que no va a ser fácil, que no sabemos cómo se conseguirá o ni tan siquiera si se conseguirá, que a lo mejor se fracasa. Nada de eso nos debe impedir seguir indignados mientras las cosas no cambien y manifestar nuestra indignacion a través de los medios que podamos.
Ningún cambio histórico se produjo de la noche a la mañana, siempre han sido fruto de movilizaciones, de fracasos, de intentos que no llegaroon a su fin pero que permitieron avanzar.
Hoy estamos ante uno de ellos. Los jóvenes que hoy se manifiestan, como ellos mismos dicen, no son apolíticos sino apartidistas. Son los partidos que hoy nos gobiernan, y la forma en que lo hacen, lo que no les gusta. Han pasado más de 30 años desde que se crearon las normas que hoy rigen nuestra democracia, fruto de la famosa transición, y ya va siendo hora de pensar en cambiarlas y adaptarlas a la nueva realidad.
Mejorar nuestra democracia es posible, y las exigencias que plantea el movimiento 15-M tendrán que ser escuchadas.
Muchas gracias.
Durante años expertos, sociólogos y demás enterados, nos han explicado que los jóvenes no estaban interesados por la política, que lo único que les gustaba era el botellón, la play station, y otras lindezas del mismo cariz.
Esta mañana no es eso lo que yo he visto en Sol. He visto jóvenes muy interesados en la política, en lo que les ocurre a ellos y a la gente que por allí se acercaba, capaces de organizar un campamento sin medios, de mantener el orden y tranquilidad en base a su propia responsabilidad, sin necesitar "servicios de orden". En definitiva he visto a miles de jóvenes comprometidos con su país, con sus gentes, con su futuro y capaces de cogerlo en sus manos.
He visto también mucha creatividad, "nuestros sueños son sus pesadillas" o "no hay pan para tanto chorizo", son algunas de las miles de consignas que uno podía leer por todas partes.
También he visto sus reivindicaciones. Son utópicas dicen algunos, no son realistas nos dicen los bienpensantes. Y yo me pregunto hay algo en la vida que valga la pena que no sea "utópico". ¿Qué es "realista", aceptar que los banqueros sigan recibiendo bonos millonarios mientras por su mala gestión millones de personas no tienen trabajo?, ¿seguir aceptando que la crisis la paguen los más débiles? Ese realismo no me interesa. Prefiero que me llamen utópico.
"Otro mundo es posible" decía una de las pancartas. En eso quiero estar. Que no va a ser fácil, que no sabemos cómo se conseguirá o ni tan siquiera si se conseguirá, que a lo mejor se fracasa. Nada de eso nos debe impedir seguir indignados mientras las cosas no cambien y manifestar nuestra indignacion a través de los medios que podamos.
Ningún cambio histórico se produjo de la noche a la mañana, siempre han sido fruto de movilizaciones, de fracasos, de intentos que no llegaroon a su fin pero que permitieron avanzar.
Hoy estamos ante uno de ellos. Los jóvenes que hoy se manifiestan, como ellos mismos dicen, no son apolíticos sino apartidistas. Son los partidos que hoy nos gobiernan, y la forma en que lo hacen, lo que no les gusta. Han pasado más de 30 años desde que se crearon las normas que hoy rigen nuestra democracia, fruto de la famosa transición, y ya va siendo hora de pensar en cambiarlas y adaptarlas a la nueva realidad.
Mejorar nuestra democracia es posible, y las exigencias que plantea el movimiento 15-M tendrán que ser escuchadas.
Muchas gracias.
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