Esperanza Aguirre y su acólita, la Consejera de Educación Lucía Figar, han tenido una nueva ocurrencia: van a establecer grupos de alumnos excelentes en todos los centros de la Comunidad de Madrid. Es decir, van a promover una medida más que permita la segregación de alumnos desde edades tempranas.
El deterioro de la educación pública en Madrid es tan notorio y profundo que resulta dificil imaginar que algún día pueda recobrar el prestigio que se merece. Todas las medidas que el gobierno de la Comunidad de Madrid adopta en materia educativa tienen como objetivo arruinar la educación pública, y en consecuencia, disminuir la calidad de la educación que reciben una buena parte de los jóvenes madrileños. Incluso aquellas que podrían parecer positivas dejan de serlo por la manera en que se llevan a cabo. Por ejemplo, los llamados "centros bilingües", cuyo teórico objetivo es mejorar la enseñanza de idiomas de todo el alumnado, en la práctica no lo hacen. Aparte de su ineficiencia, por la falta de profesorado preparado y la mala organización escolar, "el bilingüismo" es utilizado como arma para segregar a los alumnos dentro de los centros, bien sea utilizando criterios de rendimiento académico o de competencia lingüística para la formación de los grupos.
Lo cierto es que en la Comunidad de Madrid, en sus centros públicos, cada vez se segrega más al alumnado. Y eso, a pesar de que todos los informes PISA a los que tanto se acude cuando interesa, confirman claramente que los países con mejores puntuaciones están entre aquellos que mantienen la comprensividad hasta edades más prolongadas.
Claro que hay que atender, de manera especial, a los alumnos excelentes -lo mismo que a los que tienen dificultades- pero para ello no es necesario separarlos. Segregar es lo que hace desde sus orígenes la escuela privada, y eso explica el que se adopten estas medidas. No es politicamente correcto proponer "para qué van a estudiar los alumnos provinientes de clases desfavorecidas, si terminarán fracasando"; resulta más "correcto" defender a los alumnos excelentes "que se esfuerzan", aunque esa defensa -en el fondo- signifique condenar al resto a la educación de mala calidad en grupos también segregados, pero al revés.
Y Esperanza Aguirre, según las encuestas, volverá a obtener la mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid.
Recomiendo vivamente el artículo de José Gimeno Sacristán, "La excelencia en educación: algo más que una ocurrencia", que aparece en EL PAÍS digital, como tribuna.
Muchas gracias.
El deterioro de la educación pública en Madrid es tan notorio y profundo que resulta dificil imaginar que algún día pueda recobrar el prestigio que se merece. Todas las medidas que el gobierno de la Comunidad de Madrid adopta en materia educativa tienen como objetivo arruinar la educación pública, y en consecuencia, disminuir la calidad de la educación que reciben una buena parte de los jóvenes madrileños. Incluso aquellas que podrían parecer positivas dejan de serlo por la manera en que se llevan a cabo. Por ejemplo, los llamados "centros bilingües", cuyo teórico objetivo es mejorar la enseñanza de idiomas de todo el alumnado, en la práctica no lo hacen. Aparte de su ineficiencia, por la falta de profesorado preparado y la mala organización escolar, "el bilingüismo" es utilizado como arma para segregar a los alumnos dentro de los centros, bien sea utilizando criterios de rendimiento académico o de competencia lingüística para la formación de los grupos.
Lo cierto es que en la Comunidad de Madrid, en sus centros públicos, cada vez se segrega más al alumnado. Y eso, a pesar de que todos los informes PISA a los que tanto se acude cuando interesa, confirman claramente que los países con mejores puntuaciones están entre aquellos que mantienen la comprensividad hasta edades más prolongadas.
Claro que hay que atender, de manera especial, a los alumnos excelentes -lo mismo que a los que tienen dificultades- pero para ello no es necesario separarlos. Segregar es lo que hace desde sus orígenes la escuela privada, y eso explica el que se adopten estas medidas. No es politicamente correcto proponer "para qué van a estudiar los alumnos provinientes de clases desfavorecidas, si terminarán fracasando"; resulta más "correcto" defender a los alumnos excelentes "que se esfuerzan", aunque esa defensa -en el fondo- signifique condenar al resto a la educación de mala calidad en grupos también segregados, pero al revés.
Y Esperanza Aguirre, según las encuestas, volverá a obtener la mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid.
Recomiendo vivamente el artículo de José Gimeno Sacristán, "La excelencia en educación: algo más que una ocurrencia", que aparece en EL PAÍS digital, como tribuna.
Muchas gracias.
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