sábado, 14 de mayo de 2011

Italia, siempre Italia

Hace una semana aterrizaba en Bolonia. Después de los trámites aduaneros cogíamos un autobús para llegar a la ciudad. Primera sorpresa. Hacia lustros que no veía un autobús tan cutre y viejo. ¡Qué maravilla los autobuses que nos proporcionan Ruiz Gallardón y Esperanza Aguirre!

Llegar a Bolonia es un placer que recorre todos los sentidos. El color, sobre todo el color, que todo lo impregna. La tranquilidad de sus calles, esos soportales que sustentan bellos palacios renacentistas. Nuestro hotel sobre "il canale".

Hemos pasado unos días extraordinarios pateando esa ciudad, que nos ha servido de base para nuestras excursiones por Emilia-Romagna: Ferrara con su castillo d´Este, su zona medieval, ese Duomo con su parte trasera llena de tiendecitas; Parma, con su Battistero prodigioso; Ravenna, donde nos hemos encontrado con la iglesia más antigua del mundo, con esa Basilica de San Vitale donde se encuentran los mosaicos con dorados y azules que iluminan la oscuridad de la iglesia; y, sobre todo, nos hemos deleitado paseando un día por Venecia. ¡Qué decir de esa ciudad que no sea disfrutarla, retener en tu cerebro toda la belleza que encierra!

Y ahora estamos en Roma, la eterna. Vayas por donde vayas, te sorprende lo que encuentras; cada rincón, cada callejuela son siempre regalos a la vista.

Como dice un personaje de la novela de Rafael Chirbes que estoy leyendo, lo que me gustaría es "pasar lo que me queda de vida sin hacer otra cosa que leer tumbado en una habitación de hotel de Roma, tomar camparis con naranja,.., con los ojos entornados al dulce sol de otoño o contemplando la simetría de cúpulas de la Piazza del Popolo".  Bueno, pues es eso es más o menos lo que, de momento, estoy haciendo.

Muchas gracias.

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