Desde que Zapatero decidió convocar elecciones el 20 de noviembre, yo ya sabía que no estaría en Madrid sino en USA, donde estoy ahora, y que, por tanto, si quería votar debería hacerlo por correo. Como sí quiero votar --no están los tiempos para perder votos--, hace aproximadamente un mes me acerqué a una oficina de correos y realicé todas las gestiones para que me mandaran las papeletas para ello. El tiempo pasaba y, de hecho, pasó tanto que el lunes 7 de noviembre (tres días antes de que finaliza el plazo para votar por correo) me tuve que venir a Estados Unidos sin haber recibido las dichosas papeletas. Me enteré de que, por no sé que extraña razón, Correos no empezaba a mandar las cartas hasta el 31 de octubre. Y como todos sabemos, Correos no es una empresa que se caracterice por su eficacia, con lo que una semana para que una carta llegue de Madrid a Madrid parece que es insuficiente. Total que me he quedado sin votar, la primera vez desde que la instauración de la democracia me permitió hacerlo.
Pero mi caso no es único. Tengo una buena amiga que este año está fuera de España por razones de trabajo. Y que también queria votar. Fue al consulado español de la ciudad francesa en la que reside, en cuanto se enteró de que habría elecciones anticipadas. Quiso inscribirse en el Censo Español de Residentes Ausentes (CERA) y así poder votar desde su lugar de residencia. En el consulado, otra institución que no se caracteriza precisamente por su eficacia, después de confundirla con todo tipo de informaciones contradictorias, terminaron por asegurarle que no había tiempo suficiente para realizar la gestíon de cambio en el censo. Conclusión: que tenía que quedarse sin poder votar.
No sé si somos muchos los que, por unas razones o por otras, nos quedamos sin votar, y tampoco sé si eso nos pasa solo a los votantes de izquierda. Esos miles de votos que llegaban siempre a Galicia apoyando a Fraga de la emigración en Argentina, ¿habrán llegado puntualmente a su destino?
Lo cierto es que la ineficacia o la burocracia, o ambas dos, me han impedido ejecer mi derecho al voto, una de las pocas posibilidades de participar en la vida democrática que aún nos queda. ¿A quién reclamo?
Muchas gracias.
Pero mi caso no es único. Tengo una buena amiga que este año está fuera de España por razones de trabajo. Y que también queria votar. Fue al consulado español de la ciudad francesa en la que reside, en cuanto se enteró de que habría elecciones anticipadas. Quiso inscribirse en el Censo Español de Residentes Ausentes (CERA) y así poder votar desde su lugar de residencia. En el consulado, otra institución que no se caracteriza precisamente por su eficacia, después de confundirla con todo tipo de informaciones contradictorias, terminaron por asegurarle que no había tiempo suficiente para realizar la gestíon de cambio en el censo. Conclusión: que tenía que quedarse sin poder votar.
No sé si somos muchos los que, por unas razones o por otras, nos quedamos sin votar, y tampoco sé si eso nos pasa solo a los votantes de izquierda. Esos miles de votos que llegaban siempre a Galicia apoyando a Fraga de la emigración en Argentina, ¿habrán llegado puntualmente a su destino?
Lo cierto es que la ineficacia o la burocracia, o ambas dos, me han impedido ejecer mi derecho al voto, una de las pocas posibilidades de participar en la vida democrática que aún nos queda. ¿A quién reclamo?
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