martes, 28 de junio de 2011

Virginia ya no estará

Hoy, mientras comía con unos amigos de siempre, me han contado que Virginia ha muerto; el cáncer que la devoraba ha podido con ella.

La última vez que cenamos juntos nos habló del cáncer de pulmón que le habían descubierto y de sus sesiones de quimioterapia.  Pero nos lo dijo así, como de pasada, como si no tuviera demasiada importancia, como si lo importante fuera - y así lo sentía ella -- lo que estaba haciendo, su trabajo con las ONGs a las que asesoraba como médica; sus planes de futuro, una vez prejubilada, que le permitían dedicar todo su tiempo y su capacidad de trabajo, que era inmensa, a la solidaridad, a ayudar a los que lo necesitaban.

Recuerdo a la joven -- guapa y atractiva -- estudiante de Medicina que conocí a finales de los años sesenta, que, llena de entusiasmo y perseverancia, dedicó su vida y sus energías a la lucha antifranquista, dejándose en el camino, como nos pasó a muchos, grandes jirones de su vida.

Recuerdo a la camarada siempre dispuesta a asumir todas las tareas que se le encomendaran, por difíciles y peligrosas que fueran, cuando la política no era una "profesión" lucrativa sino un sacrificio permanente.  La recuerdo después, ya en democracia, cuando abandonada la militancia política (como nos pasó también a muchos de los que luchamos contra el franquismo), mantuvo vivo su espirítu solidario y  su lucha a favor de la libertad y contra la injusticia.

La recuerdo, sobre todo, en esas cenas de "viejos rockeros-fraperos", que solemos convocar de vez en cuando, siempre sonrriente, siempre alegre, siempre mirando hacia adelante y buscando maneras de ayudar a los demás.

Ya toca volver a convocar una nueva cena -- y no sé si vamos a ser capaces de hacerlo -- sin Virginia.  No sé si lo podremos resistir, si no tendremos que dejar una silla vacía en su recuerdo, si podremos cenar sin escuchar sus risas y sus comentarios interesantes sobre la realidad nacional.

Casualmente, hoy mismo, Rosa Montero en su columna de EL PAIS habla del "agujero" que produce la pérdida de un ser querido.  Yo creo que, como ella dice, "hay que reconciliarse con otra realidad (otra normalidad) que siempre llevará el agujero del ser querido". Tendremos que hacer eso con Virginia porque "el desconsuelo también forma parte de la vida, y porque añorar a tus muertos es una manera de llevarlos contigo".

Y a Virginia, a nuestra Virginia, la llevaremos siempre con nosotros.

Muchas gracias.

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