Resulta obvio que los políticos desde hace años han ido perdiendo credibilidad, y la imagen que reflejan en la ciudadanía es mala, por no decir muy mala. Tenemos el ejemplo de Rajoy, ocho años en gobiernos de Aznar y otros ocho de líder de la oposición, y sigue sin aprobar, según la opinión de los ciudadanos, en ninguna de las encuestas que realiza periodicamente el CIS. Y, sin embargo, casi con total seguridad será el próximo presidente español. Es una dato que nos invita a reflexionar.
Los políticos, también según las últimas encuestas del CIS, se han convertido en uno de los principales problemas que preocupan a los españoles. También es un dato para recapacitar. ¿A qué se debe esta situación?, ¿es inevitable?, ¿cuáles son sus causas?, ¿debemos poner remedio?, ¿qué podemos hacer los ciudadanos?
Todas estas preguntas supongo que somos muchos los que nos las hacemos con cierta frecuencia. Yo, con vuestro permiso, voy a exponeros algunas de las razones que nos han llevado a esta situación.
La primera es la propia profesión de "político", tal como se entiende en nuestra democracia. La mayoría de los políticos actuales, los menores de cincuenta años, han nacido, crecido y/o formado en democracia. Es decir, han sido desde muy jovenes, y casi como única profesión, políticos. La profesión de político es muy absorbente y la estructura de los partidos lleva a que haya que dedicar mucho tiempo a su vida interna, a hacerse un sitio en el aparato. ¿Cómo es posible que alguien que desde joven dedica muchas horas diarias a reuniones, contactos de partido, comités..., durante muchos años, no pierda el contacto con la realidad? ¿Cuándo tiene ocasión de conocer la realidad, de saber lo que piensan los ciudadanos, de conocer en propia carne los problemas que les preocupan? La vida de un político profesional, desgraciadamente, no tiene nada que ver con la de los ciudadanos a los que representa. Así es dificil defender sus aspiraciones. En la vida de partido y en los puestos que ocupan se acostumbran a mandar y poco a escuchar.
Otra razón para el descrédito es la propia actividad de algunos políticos. La corrupción, mucho más frecuente de lo permisible, ha hecho un gran daño a la credibilidad de la clase política. La falta de transparencia en la gestión, la ausencia de todo tipo de autocrítica y la inexistencia de controles sobre la gestión desarrollada, son otros motivos que redundan en ese descrédito.
También ha sido importante el esfuerzo de los partidos y medios de comunicación de derechas, el PP y sus adlateres, para incrementar ese desprestigio. Porque, no hay que confundirse, la falta de credibilidad de la clase política daña en primer lugar a la propia democracia, pero de una manera muy especial a los partidos de izquierda, especialmente al PSOE. Y ahi están los datos que lo confirman: a pesar de la corrupción -- recordemos el caso Gürtel entre otros --, el PP sigue siendo mayoría absoluta en la Comunidad Valenciana.
El desprestigio de los políticos es un problema para la democracia y especialmente para los partidos progresistas. Es a ellos a los que hay que exigirles soluciones. Soluciones que no son tan dificiles, que también está exigiendo el movimiento 15-M, y que ya se han logrado en otros países. Se trata básicamente de acercar la política a los ciudadanos, de aumentar su participación en las decisiones --no basta con votar cada cuatro años--, de establecer controles eficaces sobre la gestión pública y de condenar con firmeza la corrupción alli donde se produzca.
Han pasado más de 30 años desde que se aprobó la Constitución, ha cambiado profundamente el país y los problemas que le preocupan, y han surgido nuevos métodos de participación y comunicación a través de las redes virtuales. Es un buen momento para ejercer la reflexión e iniciar un proceso de cambio que fortalezca nuestra democracia.
Ese podía ser un buen trabajo para los políticos de izquierda.
Muchas gracias.
Los políticos, también según las últimas encuestas del CIS, se han convertido en uno de los principales problemas que preocupan a los españoles. También es un dato para recapacitar. ¿A qué se debe esta situación?, ¿es inevitable?, ¿cuáles son sus causas?, ¿debemos poner remedio?, ¿qué podemos hacer los ciudadanos?
Todas estas preguntas supongo que somos muchos los que nos las hacemos con cierta frecuencia. Yo, con vuestro permiso, voy a exponeros algunas de las razones que nos han llevado a esta situación.
La primera es la propia profesión de "político", tal como se entiende en nuestra democracia. La mayoría de los políticos actuales, los menores de cincuenta años, han nacido, crecido y/o formado en democracia. Es decir, han sido desde muy jovenes, y casi como única profesión, políticos. La profesión de político es muy absorbente y la estructura de los partidos lleva a que haya que dedicar mucho tiempo a su vida interna, a hacerse un sitio en el aparato. ¿Cómo es posible que alguien que desde joven dedica muchas horas diarias a reuniones, contactos de partido, comités..., durante muchos años, no pierda el contacto con la realidad? ¿Cuándo tiene ocasión de conocer la realidad, de saber lo que piensan los ciudadanos, de conocer en propia carne los problemas que les preocupan? La vida de un político profesional, desgraciadamente, no tiene nada que ver con la de los ciudadanos a los que representa. Así es dificil defender sus aspiraciones. En la vida de partido y en los puestos que ocupan se acostumbran a mandar y poco a escuchar.
Otra razón para el descrédito es la propia actividad de algunos políticos. La corrupción, mucho más frecuente de lo permisible, ha hecho un gran daño a la credibilidad de la clase política. La falta de transparencia en la gestión, la ausencia de todo tipo de autocrítica y la inexistencia de controles sobre la gestión desarrollada, son otros motivos que redundan en ese descrédito.
También ha sido importante el esfuerzo de los partidos y medios de comunicación de derechas, el PP y sus adlateres, para incrementar ese desprestigio. Porque, no hay que confundirse, la falta de credibilidad de la clase política daña en primer lugar a la propia democracia, pero de una manera muy especial a los partidos de izquierda, especialmente al PSOE. Y ahi están los datos que lo confirman: a pesar de la corrupción -- recordemos el caso Gürtel entre otros --, el PP sigue siendo mayoría absoluta en la Comunidad Valenciana.
El desprestigio de los políticos es un problema para la democracia y especialmente para los partidos progresistas. Es a ellos a los que hay que exigirles soluciones. Soluciones que no son tan dificiles, que también está exigiendo el movimiento 15-M, y que ya se han logrado en otros países. Se trata básicamente de acercar la política a los ciudadanos, de aumentar su participación en las decisiones --no basta con votar cada cuatro años--, de establecer controles eficaces sobre la gestión pública y de condenar con firmeza la corrupción alli donde se produzca.
Han pasado más de 30 años desde que se aprobó la Constitución, ha cambiado profundamente el país y los problemas que le preocupan, y han surgido nuevos métodos de participación y comunicación a través de las redes virtuales. Es un buen momento para ejercer la reflexión e iniciar un proceso de cambio que fortalezca nuestra democracia.
Ese podía ser un buen trabajo para los políticos de izquierda.
Muchas gracias.
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