lunes, 20 de junio de 2011

"Un cuento chino"

Hace unos días comentaba que siempre que Woody Allen estrena película la veo, sin hacerme más preguntas. Lo mismo me pasa con Ricardo Darín. Así que ayer fui a ver "Un cuento chino". Me emocionó Darin y me encantó la película.

Empezando por el título, que es perfecto. "Eso que comentas me suena a cuento chino" solemos decir cuando no nos creemos una cosa.  Efectivamente, la historia que narra la película es increíble, es un "cuento chino" y, para mas inri, con protagonista de ojos oblicuos.

Pero el cine, el buen cine, es tan extraordinario que nos convierte en creibles las historias más increibles que se nos puedan ocurrir. Y eso es lo que pasa en esta película, que rezuma credibilidad y humanidad por los cuatro costados.  Eso se debe, además de al director, sobre todo y en casi todo, a Ricardo Darin. Un auténtico monstruo de la interpretación.

Yo que disfruto cuando el cine me permite vivir situaciones "extrañas" como si fuesen completamente reales, ayer pasé un rato muy agradable con "El cuento chino".  Además, como dice Darin en algún momento, la vida es una sucesión de acontecimientos increibles e inexplicables.  Pero detrás de esa insensatez que es, en muchas ocasiones, la vida, están las personas que, aunque no tengan ni tan siquiera un idioma común en el que entenderse, sí que comparten valores y emociones.

La soledad pero también la solidaridad, el individualismo como defensa ante una sociedad que no te ha dado nada, pero también la capacidad para ayudar al que lo necesita, aunque eso te complique la vida, están por encima de la capacidad de entendernos. Eso también nos lo cuenta la película.

Verla me supuso un soplo de aire fresco en este ambiente cargado y viciado en que nos ha tocado vivir. Y ese aire fresco no era fruto de la caridad cristiana sino esperanza en las personas que, por encima de diferencias culturales, sociales o de otro tipo, sienten, padecen, aman, --sobre todo ¡aman!

Muchas gracias.

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