Cuando hace unos días decidimos ir al cine, lo tenía claro: quería ver la nueva de Woody Allen. Ya sé que últimamente Woody Allen se ocupa de hacer una película al año -cada vez rodando en una ciudad distinta- y que, en general, no son las obras de arte a que anteriormente nos tenía acostumbrados. Aún así, siempre que estrena película, voy a verla; no tengo la más mínima duda.
"Midnight in Paris" no me ha defraudado. ¿Es una gran película?, pues no. Pero hay muchas razones para poder disfrutarla.
La primera es París. "París bien vale una misa" se dice, y añado que también la hora y media de este largometraje. Es un maravilloso reportaje de París filmado por la experta mano de Allen. Una gozada completa si no conoces París y un placer continuo si estás enamorado de esa ciudad, como es mi caso. Como decían al salir algunos de los espectadores, "dan ganas de coger el coche e irse a París".
Además, es cine auténtico, de ese que permite convertir los sueños en realidad. Lo que vemos en la pantalla es tan poco real que nos lo creemos. Los paseos por los años veinte, o por la "belle epoque" parisina, son deliciosos, y la reconstrucción seguramente más bonita de lo que fue la realidad.
Los dialógos, como suele ocurrir con Allen, son espléndidos e ingeniosos, llenos de sabiduría y conocimiento de los personajes que los emiten ."Es que vosotros sois surrealistas y yo soy normal", le dice el personaje principal a Salvador Dalí y Buñuel, ante la incomprensión de lo que le están contando.
Y la historia, además de original, es suficientemente atrayente como para tenerte todo el rato en vilo, esperando que no se acabe.
En definitiva, un caramelito que uno debe paladear, deleitandose en el gusto que te va dejando en la boca. Yo así lo hice, y lo disfruté.
Muchas gracias.
"Midnight in Paris" no me ha defraudado. ¿Es una gran película?, pues no. Pero hay muchas razones para poder disfrutarla.
La primera es París. "París bien vale una misa" se dice, y añado que también la hora y media de este largometraje. Es un maravilloso reportaje de París filmado por la experta mano de Allen. Una gozada completa si no conoces París y un placer continuo si estás enamorado de esa ciudad, como es mi caso. Como decían al salir algunos de los espectadores, "dan ganas de coger el coche e irse a París".
Además, es cine auténtico, de ese que permite convertir los sueños en realidad. Lo que vemos en la pantalla es tan poco real que nos lo creemos. Los paseos por los años veinte, o por la "belle epoque" parisina, son deliciosos, y la reconstrucción seguramente más bonita de lo que fue la realidad.
Los dialógos, como suele ocurrir con Allen, son espléndidos e ingeniosos, llenos de sabiduría y conocimiento de los personajes que los emiten ."Es que vosotros sois surrealistas y yo soy normal", le dice el personaje principal a Salvador Dalí y Buñuel, ante la incomprensión de lo que le están contando.
Y la historia, además de original, es suficientemente atrayente como para tenerte todo el rato en vilo, esperando que no se acabe.
En definitiva, un caramelito que uno debe paladear, deleitandose en el gusto que te va dejando en la boca. Yo así lo hice, y lo disfruté.
Muchas gracias.
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