viernes, 21 de noviembre de 2014

"La España de charanga y pandereta"

Los acontecimientos que han acaparado la atención de los medios de comunicación estos días --la muerte de la Duquesa de Alba y la entrada en prisión de Isabel Pantoja-- y el amplio espacio que les han dedicado, me han hecho recordar ese famoso verso de Antonio Machado con el que titulo esta entrada.

Resulta que la Duquesa de Alba no es la máxima representante de una caduca aristocracia, a la vez que una de las terratenientes más importantes de España, sino una simpática señora que baila sevillanas y que ha hecho toda su vida lo que le ha dado la gana, lo cual parece ser muy meritorio.

Nada se dice de que es la tercera terrateniente española, que posee 34.000 hectáreas dedicadas a la agricultura y la ganadería, que solo en las provincias de Sevilla y Córdoba tiene once fincas agrícolas, o que es una de las principales perceptoras de ayudas europeas a la agricultura.

Ahora que tanto se habla de fin de una época, del régimen del '78, el caso de la Duquesa de Alba nos recuerda uno de los temas que la Transición no quiso o no pudo resolver: el problema de la tierra. Mientras terratenientes como la Duquesa de Alba gestionan mal sus tierras, procurando siempre sembrar productos que requieran poca mano de obra y buenas subvenciones europeas, Andalucía tiene uno de los índices de paro mayores de España y cientos de miles de jornaleros no tienen tierras que trabajar. La reforma agraria fue la gran olvidada de la democracia, y en ello la Duquesa de Alba y personajes como Samuel Flores o Juan Abelló (otros grandes terratenientes) tienen mucho que ver.

¿Nos estamos volviendo locos? ¿Qué es lo que este país tiene que agradecer a este personaje?  Esas 90.000 personas que dicen han pasado por el féretro de la Duquesa para rendirle homenaje, ¿por qué lo hacían?  ¿Por qué los periódicos y las televisiones han dedicado tanto espacio para ensalzar su figura? "Era un personaje peculiar", nos dicen; "hizo toda su vida lo que quiso". La verdad es que, dadas sus condiciones, no parece que eso sea un mérito; mucho más mérito tiene mantener una familia estando en el paro, por ejemplo.

Esta exposición mediática, justo en estos momentos de profunda crisis, me recuerda los juegos en la época de los romanos, cuando lanzaban al ruedo a pelear a los gladiadores con los leones, para que el pueblo se divirtiera. ¿No es eso lo que se busca --que el pueblo se "divierta"?, o sea que se olvide de sus problemas. En vez de aprovechar la ocasión para concienciar a la ciudadanía sobre lo insólito de la supervivencia de una aristocracia que mantiene unos derechos que en los países democráticos fueron abolidos en el siglo XIX, y sobre la necesidad de acabar con esa reminiscencia del pasado.

Y para completar esa imagen de pandereta, "cerrado y sacristía", que estamos dando estos días, recordaremos la entrada en prisión de la tonadillera Isabel Pantoja --otro personaje de la farándula que tanto sirve para desviar la atención de los temas serios-- y el caso de pederastia protagonizado por curas de Granada, con la aquiescencia, o al menos encubrimiento, del arzobispo.

Necesitamos cambiar todo esto. Se está evidenciando un final de etapa, que obviamente supuso muchos avances respeto de la anterior, pero que también dejó muchos temas sin resolver. Es el momento para hacerlo. Sólo se necesita la voluntad de la ciudadanía.

Muchas gracias.


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