lunes, 31 de diciembre de 2012

El declive de las humanidades


Siempre que se discute públicamente sobre una nueva reforma educativa (demasiadas llevamos ya en democracia) surge “el problema de las humanidades”. Y en esta ocasión, con la anunciada ley Wert, no podía dejar de pasar. Lejos de mí la intención de defender esta ley, que va a suponer un enorme daño a nuestro sistema educativo, pero no precisamente porque reduzca el papel de las humanidades.

Dos son los argumentos que los pretendidos defensores de estas disciplinas, -que son siempre los mismos y a los que se les ve mucho el plumero corporativo-, utilizan para tratar de convencernos. El primero es cultural: no es posible adquirir la cultura necesaria para vivir dignamente sino se tienen amplios conocimientos de latin y griego y de la cultura clásica. No voy a negar el interés y la importancia de estos conocimientos pero, pregunto, ¿no es cultura también tener los conocimientos necesarios para entender los avances científicos y tecnológicos de nuestros días? ¿no debemos incorporar a la cultura necesaria en estos tiempos el conocimiento de lenguas extranjeras? Y así podría seguir haciéndome preguntas similares.

La sociedad en que vivimos ha cambiado profundamente y, en consecuencia, debe cambiar también lo que aprendemos en la escuela. La competencia digital, la competencia en lenguas extranjeras, la competencia matemática son imprescindibles en la vida moderna; y los horarios escolares son limitados y hay que establecer prioridades. Pretender saber de todo no solo es imposible sino que es inútil.

El segundo argumento muy utilizado es que las humanidades estimulan la reflexión y el espíritu crítico en el alumnado. No estaría yo tan de acuerdo y pongo un ejemplo. En los años sesenta, con los planes de estudio anteriores a la ley Villar se estudiaban tres años de Latín obligatorios con 12, 13 y 14 años. ¿Alguien se atreve a afirmar que Franco los ponía para fomentar el espíritu crítico?

Lo que fomenta el espíritu crítico es la organización escolar, los valores que se propugnan, la manera en que se enseña cada disciplina. Claro que las humanidades sirven para fomentar la reflexión y el espíritu crítico, pero también las matemáticas, las ciencias o la enseñanza de las nuevas tecnologías. Lo que no fomenta el espíritu crítico es un profesor hablando excatedra, una enseñanza basada en el aprendizaje memorístico de los contenidos, unos alumnos pasivos y solamente receptivos y unas evaluaciones basadas en exámenes de conocimientos aprendidos. Esto es lo que realmente se debe reformar.

Muchas gracias

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