Es jueves. Como todos los días, salgo de mi casa después de desayunar a dar un paseo con mi perro. No me resulta fácil. Las calles de mi barrio están tomadas por grupos de jóvenes islamistas que vienen a convivir durante unas jornadas con su líder religioso: el imán Jomeini; se visten de chilabas blancas portadas por jóvenes barbudos que cantan repetidamente suras del Corán. Las autoridades regionales y locales, en aplicación del carácter aconfesional del estado, han dado todo tipo de facilidades -- y bastante dinero -- para que las jornadas sean un éxito. Ana Botella, concejala encargada del evento, y legionaria de Cristo en la intimidad, ha confirmado ante la prensa que este apoyo es completamente normal, que lo hacen con todas las religiones, ya que estamos en un estado aconfesional, no laico evidentemente, y ha puesto como ejemplo que, en la época de la Cuaresma, ofrecen a los catolicos menús sin carne.
Cualquier madrileño sabe que el párrafo anterior es pura ficción, pero si cambiamos islamistas por católicos, deja de serlo, y se convierte en la realidad que estamos viviendo los vecinos de Madrid. Las calles abarrotadas, las cruces por doquier, los cánticos religiosos, las banderas blancas y amarillas del Vaticano, los cortes de tráfico, los millones de euros gastados de nuestros impuestos, constituyen la pesadilla que nos toca aguantar estos días.
Estamos acostumbrados a las ocurrencias de Esperanza Aguirre y a las brillantes ideas de Ruiz Gallardon y de su jefa espiritual, Ana Botella, pero lo que ocurre estos días supera con creces lo permisible. Es una falta de respeto a la ciudadanía que no piensa como ellos, como es mi caso, que no se puede tolerar. ¿Se imaginan lo que estarían diciendo estos personajes si alguien, siguiendo sus mismos criterios, convirtiera en realidad lo expresado en el primer parrafo de este escrito?
Y nuestros gobernantes, ¿qué hacían en Barajas? Presidente del gobierno, ministros y jefes militares recibiendo a alguien que venía a España, no como Jefe de Estado (lo cual sigue siendo una broma), sino en visita pastoral. Esas reverencias, esas cabezas inclinadas casi hasta el suelo, esas declaraciones de politicos socialistas dando jabón a la visita del Papa, ¿qué significan?, ¿adónde nos llevan?
Necesitamos un estado laico, como el de los países de nuestro entorno. Es una asignatura pendiente que mientras no la aprobemos seguiremos siendo un país cultural, moral e intelectualmente maniatado. ¿Se atreverá el candidato Rubalcaba a plantear el tema por fin?
Mientras tanto solo nos queda indignarnos, protestar y, eso sí, salir corriendo de Madrid estos días. Se lo recomiendo vivamente.
Muchas gracias.
Con tu permiso, Emilio, voy a enviar esta entrada de tu blog a mis otros amigos madrileños que sufren estos días este .... no sé como nombrarlo: "atropello a la razón" (el tango Cambalache siempre da letra). Te leo y me imagino todo. Y agradezco estar lejos estos dias.
ResponderEliminarBesos de tu vecina