Cada vez que en el ejercicio de sus funciones el ministro Wert abre la boca, es para soltar una barbaridad, introducir un nuevo palo en la rueda de la educación pública y hacer méritos ante los que le han nombrado, no Ministro de Educación, sino ministro para acabar con la educación pública.
La última patada de banco tiene que ver con la Educación para la Ciudadanía. Cuando este tema había dejado ya de ser un "problema" --realmente nunca lo fue para la inmensa mayoría de la comunidad escolar-- y se había normalizado completamente su funcionamiento en los centros educativos, el Ministro ha venido a ponerlo de nuevo en el candelero, llevando a la práctica lo que la Iglesia Católica exigía desde un principio.
Resulta que hablar de las "relaciones entre hombres y mujeres" o de "la división social y sexual del trabajo y de los prejuicios sociales racistas, xenófobos, antisemitas, sexistas y homófobos" es "adoctrinar" o, en palabras del propio ministro, "cuestiones controvertidas y susceptibles de adoctrinamiento ideológico". También tiene este carácter de "cuestiones controvertidas" hablar de los "derechos y deberes humanos como conquistas históricas inacabadas", de " la compensación de las desigualdades" o del "rechazo de las discriminaciones provocadas por las desigualdades personales,económicas o sociales". Es decir, es susceptible de adoctrinamiento todo aquello que despierte en el alumnado cualquier género de duda de que vivimos en el mejor de los mundos posibles y de que lo nos toca a los ciudadanos es votar siempre al Partido Popular y ser buenos católicos.
Porque, claro está, lo que hace la Iglesia diariamente en sus centros concertados, pagados con el dinero de todos los ciudadanos, inculcando su "ideario", eso no es adoctrinamiento sino educación y, además, de calidad.
Sin embargo, defender los valores democráticos, promover el espíritu crítico en el alumnado, aprender a valorar la diversidad, respetar al otro por muy diferente que sea, todo ello, es adoctrinamiento que debe salir de nuestras aulas. Tener, ¡una hora a la semana!, en la que los alumnos pueden expresarse libremente sobre aquellos temas que les preocupan, en la que aprenden a abordar los conflictos o las diferencias de opinión de forma civilizada y no violenta, en la que aprenden a defender sus posiciones y que no debemos admitir ningún tipo de discriminación en una sociedad democrática, resulta que eso es "adoctrinamiento".
Señor ministro, adoctrinamiento es lo que usted propone. Suprimir la controversia y anular el tratamiento de temas que forman parte de la realidad de cada día es adoctrinamiento conservador, que es el suyo. Es pretender que la comunidad educativa comulgue con la ruedas de molino que usted les pone, pretender que se acepte como normal y única su ideologia, la conservadora. A ustedes, señor ministro, les asusta formar ciudadanos críticos, ciudadanos comprometidos con los valores democráticos, porque temen que no les vayan a votar, que no acepten esa doctrina tan rancia que predican.
Saltándose todas las recomendaciones del Consejo de Europa, de la propia Unión Europea, quieren convertirse en el único país en que en vez de educar ciudadanos, se eduquen borregos. No lo van a conseguir por mucho que se empeñen.
Muchas gracias.
La última patada de banco tiene que ver con la Educación para la Ciudadanía. Cuando este tema había dejado ya de ser un "problema" --realmente nunca lo fue para la inmensa mayoría de la comunidad escolar-- y se había normalizado completamente su funcionamiento en los centros educativos, el Ministro ha venido a ponerlo de nuevo en el candelero, llevando a la práctica lo que la Iglesia Católica exigía desde un principio.
Resulta que hablar de las "relaciones entre hombres y mujeres" o de "la división social y sexual del trabajo y de los prejuicios sociales racistas, xenófobos, antisemitas, sexistas y homófobos" es "adoctrinar" o, en palabras del propio ministro, "cuestiones controvertidas y susceptibles de adoctrinamiento ideológico". También tiene este carácter de "cuestiones controvertidas" hablar de los "derechos y deberes humanos como conquistas históricas inacabadas", de " la compensación de las desigualdades" o del "rechazo de las discriminaciones provocadas por las desigualdades personales,económicas o sociales". Es decir, es susceptible de adoctrinamiento todo aquello que despierte en el alumnado cualquier género de duda de que vivimos en el mejor de los mundos posibles y de que lo nos toca a los ciudadanos es votar siempre al Partido Popular y ser buenos católicos.
Porque, claro está, lo que hace la Iglesia diariamente en sus centros concertados, pagados con el dinero de todos los ciudadanos, inculcando su "ideario", eso no es adoctrinamiento sino educación y, además, de calidad.
Sin embargo, defender los valores democráticos, promover el espíritu crítico en el alumnado, aprender a valorar la diversidad, respetar al otro por muy diferente que sea, todo ello, es adoctrinamiento que debe salir de nuestras aulas. Tener, ¡una hora a la semana!, en la que los alumnos pueden expresarse libremente sobre aquellos temas que les preocupan, en la que aprenden a abordar los conflictos o las diferencias de opinión de forma civilizada y no violenta, en la que aprenden a defender sus posiciones y que no debemos admitir ningún tipo de discriminación en una sociedad democrática, resulta que eso es "adoctrinamiento".
Señor ministro, adoctrinamiento es lo que usted propone. Suprimir la controversia y anular el tratamiento de temas que forman parte de la realidad de cada día es adoctrinamiento conservador, que es el suyo. Es pretender que la comunidad educativa comulgue con la ruedas de molino que usted les pone, pretender que se acepte como normal y única su ideologia, la conservadora. A ustedes, señor ministro, les asusta formar ciudadanos críticos, ciudadanos comprometidos con los valores democráticos, porque temen que no les vayan a votar, que no acepten esa doctrina tan rancia que predican.
Saltándose todas las recomendaciones del Consejo de Europa, de la propia Unión Europea, quieren convertirse en el único país en que en vez de educar ciudadanos, se eduquen borregos. No lo van a conseguir por mucho que se empeñen.
Muchas gracias.
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