martes, 15 de mayo de 2012

De Granada a Rabat, pasando por la amistad

Después de pasar unas horas tomandote una cerveza en el Carmen de la Victoria, perteneciente a la Universidad de Granada, rodeado de amigos y disfrutando de las tonalidades que la Alhambra va adquiriendo conforme anochece, hasta que se ilumina todo el complejo. Después de tomarme una copa, también rodeado de amigos, en el paseo de los Tristes o de caminar charlando alegremente por el Zacatín o la plaza de BibaRambla. Después de recorrer las callujas alrededor de la vieja universidad o de comprobar como han crecido las teterías y los restaurantes marroquíes por los alrededores de la calle Elvira y el Albaicín, en una especie de intento de recuperar el reino nazarí. Después de impregnarme de esas sensaciones, llegar a Rabat, me hizo comprender una vez más que esa franja de mar -que llamamos estrecho- separa mucho menos de lo que con frecuencia quieren hacernos creer.

En Rabat, los nombres habían cambiado, la Chellah, la torre Hassan, los Oudaya, la medina,.. pero no las sensaciones, no las risas, no las manifestaciones de cariño que la amistad proporciona, no el disfrute en comun de momentos que no vamos a olvidar. Había cambiado el paisaje, pero no tanto las sensaciones que su visión nos produce. Habian cambiado también las personas, pero no su amabilidad, su hospitalidad, esa sensacion de que no nos conocemos pero tenemos mucho en común.

¡Que diferente es visitar una ciudad -o realizar cualquier actividad- sólo o en compañía de amigos! Todo se aprecia de manera diferente, incorporas a tu visión la de los demás, la enriqueces con una perspectiva variada y diversa. Creo que la edad, la experiencia, te lleva a valorar cada día más lo que te aportan los demás.

Hemos pasado un fin de semana, cortito pero intenso, en Rabat y Casablanca, un grupo de amigos forjado en otras circunstancias y lugares. Y lo hemos disfrutado tanto que ya estamos organizando el próximo.

Muchas gracias

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