viernes, 20 de abril de 2012

Estados Unidos, ¿un país avanzado?

Durante estas semanas que he pasado en el imperio --en la primera potencia mundial--, me he preguntado en diferentes ocasiones si realmente estaba en el país más avanzado de la tierra. Y donde más veces me he hecho esa pregunta ha sido en los varios aeropuertos por los que me ha tocado pasar.
Como muestra valga este botón:

Llego al aeropuerto internacional de Washington Dulles y me dirijo al mostrador para sacar mi tarjeta de embarque y facturar las maletas. Doscientas personas haciendo una tremenda cola. No exagero, ¡doscientas, como mínimo!, ante el mostrador de una sola compañía y en un aeropuerto no excesivamente grande. Tampoco me extraña porque no es la primera vez que me pasa.

¿Por qué va tan lenta la cola? La tarjeta de embarque hay que obtenerla a través de una máquina. Existe una serie de ellas donde se supone que uno debe personalmente conseguir su tarjeta, pero ¡oh casualidad! junto a cada máquina hay un trabajador de la compañía. Me dirijo a una de estas máquinas, meto mi pasaporte por un scaner (es lo que me pide que haga) y me sale un anuncio de que necesito ayuda de un operario. Abandono la máquina y me acerco al mostrador.

Creo que mi caso no es el único. ¿Para qué está la máquina?, me pregunto. Probablemente para hacer más lento el proceso y para que la cola sea más larga.

Salgo por fin de este laberinto y me dirijo a pasar el control de seguridad. Ahí la cola ya es de 300 personas; la tecnología americana sigue ganado adeptos. Me dirigen, despúes de una larga espera, a una fila en la que están experimentando un nuevo aparato para controlar los pasaportes. Pienso que he tenido suerte, pues al ser una máquina moderna, será más rápida; pues no, yerro totalmente. Estoy 10 minutos delante del policía. Introduce una y otra vez mi pasaporte en una especie de scaner, la máquina hace un ruido como de no gustarle, el policía mira el pasaporte con una lupa... y después de un rato --y yo creo que desesperado-- decide dejarme pasar. Yo ya empezaba a impacientarme y a pensar que terminaría en alguna celda sometido a un duro interrogatorio.

Pasada esta barrera nos acercamos a la siguiente, el control de seguridad: pasar los equipajes de mano y nosotros mismos por difentes artilugios de alta tecnología. Colas de nuevo --me estoy convenciendo de que los EEUU es el país de las colas. Hay que quitarse casi todo, zapatos incluidos, y luego pasar por una especie de rayos X desde el que te hacen una fotografía con los brazos detrás de la nuca. Y con un poco de suerte, como me pasó a mí, eres elegido para analizar tus zapatos. Después de haber pasado por el scaner, se los entregas a un individuo que hace un detallado estudio de sus caracteristicas. No sé si estarán investigando las tendencias terroristas de un sujeto en base a sus zapatos.

Tras ser sometido a toda esta tecnología de alta gama, uno queda exhausto y dispuesto a no volver a viajar por la gran potencia.

Pero sobre todo, una vez pasada la experiencia y el avión volando, uno se pregunta por el objetivo de tanta tecnologia. No tengo una respuesta clara pero sí hay algo de lo que estoy seguro: nada tiene que ver con hacer más cómodo el viaje al usuario, ni tan siquiera con la seguridad. Creo, cada vez estoy más convencido, que tiene como objetivo amedrentar a los ciudadanos, llevarles a la conciencia de que la llamada "seguridad" es motivo más que suficiente para cualquier vejación, para que no respeten tus derechos, para que te sientas maltratado y, sin embargo, no se te ocurra protestar.

En definitiva, se trata de que te olvides de que eres un ciudadano y te conviertas en un manso cordero que sigue fielmente a su pastor.

Muchas gracias.

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