viernes, 9 de septiembre de 2011

"El que tiene boca se equivoca"

Con esta zafiedad terminaba Esperanza Aguirre su intervención en la que trataba de "disculparse" por haber dicho que los profesores trabajamos sólo veinte horas a la semana.

Claro que uno se puede equivocar, pero ese no es el caso de la Sra. Aguirre. A ella le iría mejor el refrán de "por la boca muere el pez", pues suelta tanta mentira e improperios que al final se le vuelven en contra.  Ella conoce perfectamente que los profesores trabajamos treinta y siete horas y media, y normalmente más.  No nos olvidemos que, para verguenza de todos, fué Ministra de Educación.  Lo que pretendia era otra cosa: enfrentar a la población con el profesorado.  Pero --siguiendo con los refranes-- parece ser que le ha salido el tiro por la culata porque, a raíz de estas declaraciones, el rechazo a las medidas adoptadas por la Consejería se ha incrementado entre profesores, padres y alumnos.

También ha dicho nuestra Presidenta que las acciones que se han venido desarrollando eran "políticas" y que los asistentes a la concentración del miercóles eran unos pocos, y todos ellos "liberados sindicales".  ¿Volverá a decirnos que el que tiene boca se equivoca?  Nos produce gracia, por no decir algo mucho peor, que una política profesional como la Sra. Aguirre, que aplica los recortes en educación como consecuencia de su política en materia educativa, califique de "política" las acciones de rechazo, intentando así quitarlas valor. Claro que son política, política de defensa de la educación pública en contra de la suya de continuo ataque a la misma.

Porque de eso se trata: de un ataque frontal, desmedido, coordinado y potente contra la educación pública. Y nuestra Presidenta se ha convertido en la líder de ese ataque. Ya había trabajado mucho en esa dirección anteriormente, dejando la educación pública en la Comunidad de Madrid en estado de moribundez.  Ahora, con energías renovadas después de las elecciones de mayo, llega el ataque final.

Y eso es lo que, de ninguna manera, podemos permitir profesores, padres y alumnos defensores de la enseñanza pública.  Las movilizaciones han comenzado, y animo a que sean ampliamente apoyadas.  Los sindicatos --en esta ocasión todos unidos--, las asociaciones de madres y padres, los alumnos y las asambleas de profesores que se están desarrollando en todos los centros, están elaborando planes de acción que debemos apoyar.

Nos jugamos el futuro, no solo el nuestro, sino el de nuestros hijos. Si este brutal ataque tiene éxito habremos firmado el acta de defunción de la enseñanza pública, que quedará convertida en un gueto de marginación.  La posibilidad de que nuestros hijos vivan mejor porque la educación se lo ha facilitado, habrá desaparecido. ¡¡No lo permitamos!!

Muchas gracias.

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