Esta mañana en una entrevista periodística José María Maravall, primer ministro de educación del PSOE, afirmaba que "en educación, el PP es como Atila". ¡Qué gran verdad! Lo estamos viendo estos días con las medidas que están adoptando en una buena parte de las comunidades autónomas en que gobierna.
Recuerdo que en Madrid ya se ha pasado de una proporción de 70 por 100 frente a 30, a favor de la enseñanza pública hace diez años, a estar ahora empatados en un 50 por 100. La enseñanza concertada deja de ser "subsidiaria" de la pública --que era su funcion inicial-- para convertirse en principal. Ese es el objetivo de la linea ultraliberal del PP. Y frente a eso, como hemos dicho en varias ocasiones, hay que oponerse radicalmente. Nos jugamos mucho.
De todas formas, siendo muy importante esa oposición a las medidas actuales, no es suficiente. Es necesario que, en paralelo, aprovechemos la ocasión para mejorar sensiblemente el funcionamiento de los centros donde estemos -- tanto como profesores como tambien padres y alumnos. Muchos de los problemas de la educación pública están en su interior, en la actitud de determinados profesores, en la falta de liderazgo de bastantes equipos directivos, en la falta de colaboración de las familias o en la actitud negativa del estudiantado.
Tenemos que convencer a la ciudadanía, a las madres y padres que han dejado de llevar a sus hijos a los centros públicos, de que éstos funcionan mejor que los privados/concertados, que la calidad de la educación que se imparte en ellos es excelente, que la diversdidad del alumnado no es un problema sino un activo que favorece la calidad de la educación.
Hay que conseguir que los centros públicos se conviertan en comunidades de aprendizaje, donde el profesorado trabaja colectivamente para mejorar la educación de sus alumnos, que éstos ejercen una democracia real en su seno y que las familias forman parte de la vida del centro. Que los profesores somos facilitadores del aprendizaje de los alumnos, que tenemos en cuenta sus necesidades y sus capacidades, que ayudamos con el mismo interés y entrega a los que tienen problemas de aprendizaje que a los alumnos superdotados. Que creemos en el esfuerzo, tanto el personal como el colectivo, como condición necesaria para conseguir resultados.
Me consta que en muchos centros esta labor se viene desarrollando desde hace tiempo, a pesar de que las administraciones no ayuden; se trata de aprovechar este momento para potenciar esa dinámica. Esperanza Aguirre y compañía lo que quieren con sus medidas es terminar de desmoralizarnos, reforzar esa linea de deterioro que consiste en desanimarse, afirmar que no se puede hacer nada y "pasar". Hagamos lo contrario: nos oponemos a sus medidas pero también nos oponemos a que las cosas funcionen mal, sobre todo, aquellas que dependen de nosotros.
¡Defendamos la escuela pública fuera y dentro de los centros!
Muchas gracias.
Recuerdo que en Madrid ya se ha pasado de una proporción de 70 por 100 frente a 30, a favor de la enseñanza pública hace diez años, a estar ahora empatados en un 50 por 100. La enseñanza concertada deja de ser "subsidiaria" de la pública --que era su funcion inicial-- para convertirse en principal. Ese es el objetivo de la linea ultraliberal del PP. Y frente a eso, como hemos dicho en varias ocasiones, hay que oponerse radicalmente. Nos jugamos mucho.
De todas formas, siendo muy importante esa oposición a las medidas actuales, no es suficiente. Es necesario que, en paralelo, aprovechemos la ocasión para mejorar sensiblemente el funcionamiento de los centros donde estemos -- tanto como profesores como tambien padres y alumnos. Muchos de los problemas de la educación pública están en su interior, en la actitud de determinados profesores, en la falta de liderazgo de bastantes equipos directivos, en la falta de colaboración de las familias o en la actitud negativa del estudiantado.
Tenemos que convencer a la ciudadanía, a las madres y padres que han dejado de llevar a sus hijos a los centros públicos, de que éstos funcionan mejor que los privados/concertados, que la calidad de la educación que se imparte en ellos es excelente, que la diversdidad del alumnado no es un problema sino un activo que favorece la calidad de la educación.
Hay que conseguir que los centros públicos se conviertan en comunidades de aprendizaje, donde el profesorado trabaja colectivamente para mejorar la educación de sus alumnos, que éstos ejercen una democracia real en su seno y que las familias forman parte de la vida del centro. Que los profesores somos facilitadores del aprendizaje de los alumnos, que tenemos en cuenta sus necesidades y sus capacidades, que ayudamos con el mismo interés y entrega a los que tienen problemas de aprendizaje que a los alumnos superdotados. Que creemos en el esfuerzo, tanto el personal como el colectivo, como condición necesaria para conseguir resultados.
Me consta que en muchos centros esta labor se viene desarrollando desde hace tiempo, a pesar de que las administraciones no ayuden; se trata de aprovechar este momento para potenciar esa dinámica. Esperanza Aguirre y compañía lo que quieren con sus medidas es terminar de desmoralizarnos, reforzar esa linea de deterioro que consiste en desanimarse, afirmar que no se puede hacer nada y "pasar". Hagamos lo contrario: nos oponemos a sus medidas pero también nos oponemos a que las cosas funcionen mal, sobre todo, aquellas que dependen de nosotros.
¡Defendamos la escuela pública fuera y dentro de los centros!
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