Ayer estuve en la concentración de profesores, padres/madres y alumnos ante la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Meterse en la marea verde, oir sus quejas, leer sus pancartas y vivir sus emociones y su indignación es algo que todos los ciudadanos deberíamos hacer. Es una experiencia que te reconforta, te da esperanzas en este momento de presente estremecedor y futuro enengrecido.
La lectura de las pancartas fue una lección sencilla y concreta de los problemas de la educación en Madrid y de las consecuencias de los recortes de Esperanza Aguirre: "diez profesores menos" --en otros institutos eran doce o catorce. Pero en todos había habido recortes. ¿Con qué "facundia" --como diría González Pons-- se puede afirmar que los recortes no afectan al número de profesores de cada centro? Más alumnos y menos profesores significa grupos más numerosos. Eso es matématicas, que diría Obama. Y así me lo contaron de viva voz muchos de los compañeros con los que hablé: "tengo grupos de 36 alumnos", alguno me habló de ¡cuarenta! ¿Alguien puede creerse que con esos grupos supernumerosos (en contra de la legalidad vigente), se puede impartir una educación de calidad?
Respecto al aumento de las horas lectivas, varios compañeros me recordaron que tres horas más significa un grupo más, es decir 36 o 40 alumnos más que añadir a los más de 150 que ya tienen. ¿Alguna autoridad educativa madrileña ha medido lo que eso significa en horas de trabajo de un profesor? Preparar nuevas clases, corregir más ejercicios, atender a más alumnos y a sus familias.
Las pancartas también eran muy expresivas recordando las declaraciones de Lucía Figar en la pasada reunión de Comunión y Liberación, en Rímini, en defensa de la escuela religiosa. Y eso nadie lo ha olvidado. Como que los recortes afectan a la educación pública pero no a la concertada. Lo que se supone que se va a ahorrar con estos recortes es inferior a los beneficios fiscales que el gobierno de Esperanza Aguirre ha concedido a las familias que llevan a sus hijos a los colegios privados puros. ¿Por qué no ha recortado ahí? Afectaría a muchas menos familias y con mucho más poder adquisitivo.
Esta lucha va a ser larga y difícil, y hay que prepararse para ello. Hay que dosificar el esfuerzo para no quemarse. Hay que ser paciente, luchar con eficacia e imaginación, desarrollando actividades que no nos agoten y que perjudiquen lo menos posible a nuestros alumnos. Ellos necesitan aprender y nosotros queremos que aprendan, porque la escuela pública es y debe ser el lugar donde mejor y más se aprende.
Hay que coordinarse bien, buscar formas organizativas que permitan mantener la lucha sin esfuerzos sobrehumanos por nuestra parte --que a la larga no podremos mantener-- y dedicar el tiempo necesario para explicar nuestras razones a la ciudadanía y ganarnos su apoyo.
¡Todos con la marea verde!
Muchas gracias.
La lectura de las pancartas fue una lección sencilla y concreta de los problemas de la educación en Madrid y de las consecuencias de los recortes de Esperanza Aguirre: "diez profesores menos" --en otros institutos eran doce o catorce. Pero en todos había habido recortes. ¿Con qué "facundia" --como diría González Pons-- se puede afirmar que los recortes no afectan al número de profesores de cada centro? Más alumnos y menos profesores significa grupos más numerosos. Eso es matématicas, que diría Obama. Y así me lo contaron de viva voz muchos de los compañeros con los que hablé: "tengo grupos de 36 alumnos", alguno me habló de ¡cuarenta! ¿Alguien puede creerse que con esos grupos supernumerosos (en contra de la legalidad vigente), se puede impartir una educación de calidad?
Respecto al aumento de las horas lectivas, varios compañeros me recordaron que tres horas más significa un grupo más, es decir 36 o 40 alumnos más que añadir a los más de 150 que ya tienen. ¿Alguna autoridad educativa madrileña ha medido lo que eso significa en horas de trabajo de un profesor? Preparar nuevas clases, corregir más ejercicios, atender a más alumnos y a sus familias.
Las pancartas también eran muy expresivas recordando las declaraciones de Lucía Figar en la pasada reunión de Comunión y Liberación, en Rímini, en defensa de la escuela religiosa. Y eso nadie lo ha olvidado. Como que los recortes afectan a la educación pública pero no a la concertada. Lo que se supone que se va a ahorrar con estos recortes es inferior a los beneficios fiscales que el gobierno de Esperanza Aguirre ha concedido a las familias que llevan a sus hijos a los colegios privados puros. ¿Por qué no ha recortado ahí? Afectaría a muchas menos familias y con mucho más poder adquisitivo.
Esta lucha va a ser larga y difícil, y hay que prepararse para ello. Hay que dosificar el esfuerzo para no quemarse. Hay que ser paciente, luchar con eficacia e imaginación, desarrollando actividades que no nos agoten y que perjudiquen lo menos posible a nuestros alumnos. Ellos necesitan aprender y nosotros queremos que aprendan, porque la escuela pública es y debe ser el lugar donde mejor y más se aprende.
Hay que coordinarse bien, buscar formas organizativas que permitan mantener la lucha sin esfuerzos sobrehumanos por nuestra parte --que a la larga no podremos mantener-- y dedicar el tiempo necesario para explicar nuestras razones a la ciudadanía y ganarnos su apoyo.
¡Todos con la marea verde!
Muchas gracias.