Hacía muchos años que no pasaba la fiesta de Halloween en Estados Unidos.
Hoy, 31 de octubre, he pasado esta fiesta entre San Francisco, aviones y Washington D.C.. Todo ello me ha permitido observarla con la lejanía, y la presencia, suficiente para que me haya vuelto a sorprender.
Soy un profano en esta materia y, por tanto, desconozco las razones y los orígenes de esta fiesta -medio religiosa pero fundamentalmente pagana- y no es eso sobre lo que quiero hacer algunos comentarios sino mas bien sobre lo que he visto y vivido.
Lo primero que se observa es que se trata de una fiesta generalizada, con mayor énfasis en las familias que tienen hijos, pero vividas por todos por igual. Si uno pasea, cualquiera de estos días, por una ciudad americana, o por cualquiera de los suburbios que las rodean, se encuentra con casas completamente decoradas con motivos de Halloween: calabazas semejando calaveras, fantasmas que están sobre los árboles o situados estratégicamente en las puertas, estatuas simulando cadáveres, presencia generalizada de la muerte.
En el avión, dos filas delante mía, una joven de buen aspecto llevaba un adorno en la cabeza que simulaba un sombrero de una bruja, todo el que pasaba por su lado, en vez de estrañarse la felicitaba por el adorno. Otra pasajera llevaba un collar color naranja, con lucecitas, simulando calabazas. El naranja o el morado primaba entre los colores de la vestimenta, sobre todo de las mujeres. Halloween estaba presente.
Una vez en casa he vivido, una vez mas, la experiencia del ·trick or treat", (truco o trato). Niños del barrio han pasado por la casa, llamando al timbre, y llevándose cientos de caramelos o similares. Uno de mis nietos que ha hecho el recorrido ha llegado a casa con varios quilos de dulces. Y yo me pregunto qué sentido tiene ese intercambio. El padre compra varios kilos de caramelos que entrega a todos los niños que aparecen por la casa y los hijos vuelven a traer una cantidad semejante cuando vuelven de su excursión.
Me comentaban que en San Francisco, los hijos de las zonas humildes son llevados por sus padres a las zonas mas ricas porque allí se recogen mas caramelos, formándose autenticas colas en esas calles. A su vez los vecinos cuando se les acaban los caramelos, que a veces ocurre muy pronto dada la concentración de pedigüeños, tienen que apagar las luces de su vivienda para aparentar que está deshabitada y, en consecuencia, que nadie llame al timbre.
Nosotros que todo lo copiamos ya lo hemos hecho con Haloween. Se organizan fiestas de disfraces, con motivos mortuorios, en todas partes, a las que asisten miles de jóvenes. Terminaremos copiando también el "trick or treat"? ¿Mandaremos a todos los niños de los suburbios pobres al barrio de Salamanca o a Neguri a hacer el "truco o trato"?
¿Hasta donde va a llegar la influencia americana en nuestras vidas? ¿No habría otras cosas que "copiar" mas interesantes que estas fiestas que nada tienen que ver con nuestra cultura? ¡Que tal si copiamos el esfuerzo, la creatividad, la facilidad emprendedora o las buenas universidades?
Muchas gracias
Hoy, 31 de octubre, he pasado esta fiesta entre San Francisco, aviones y Washington D.C.. Todo ello me ha permitido observarla con la lejanía, y la presencia, suficiente para que me haya vuelto a sorprender.
Soy un profano en esta materia y, por tanto, desconozco las razones y los orígenes de esta fiesta -medio religiosa pero fundamentalmente pagana- y no es eso sobre lo que quiero hacer algunos comentarios sino mas bien sobre lo que he visto y vivido.
Lo primero que se observa es que se trata de una fiesta generalizada, con mayor énfasis en las familias que tienen hijos, pero vividas por todos por igual. Si uno pasea, cualquiera de estos días, por una ciudad americana, o por cualquiera de los suburbios que las rodean, se encuentra con casas completamente decoradas con motivos de Halloween: calabazas semejando calaveras, fantasmas que están sobre los árboles o situados estratégicamente en las puertas, estatuas simulando cadáveres, presencia generalizada de la muerte.
En el avión, dos filas delante mía, una joven de buen aspecto llevaba un adorno en la cabeza que simulaba un sombrero de una bruja, todo el que pasaba por su lado, en vez de estrañarse la felicitaba por el adorno. Otra pasajera llevaba un collar color naranja, con lucecitas, simulando calabazas. El naranja o el morado primaba entre los colores de la vestimenta, sobre todo de las mujeres. Halloween estaba presente.
Una vez en casa he vivido, una vez mas, la experiencia del ·trick or treat", (truco o trato). Niños del barrio han pasado por la casa, llamando al timbre, y llevándose cientos de caramelos o similares. Uno de mis nietos que ha hecho el recorrido ha llegado a casa con varios quilos de dulces. Y yo me pregunto qué sentido tiene ese intercambio. El padre compra varios kilos de caramelos que entrega a todos los niños que aparecen por la casa y los hijos vuelven a traer una cantidad semejante cuando vuelven de su excursión.
Me comentaban que en San Francisco, los hijos de las zonas humildes son llevados por sus padres a las zonas mas ricas porque allí se recogen mas caramelos, formándose autenticas colas en esas calles. A su vez los vecinos cuando se les acaban los caramelos, que a veces ocurre muy pronto dada la concentración de pedigüeños, tienen que apagar las luces de su vivienda para aparentar que está deshabitada y, en consecuencia, que nadie llame al timbre.
Nosotros que todo lo copiamos ya lo hemos hecho con Haloween. Se organizan fiestas de disfraces, con motivos mortuorios, en todas partes, a las que asisten miles de jóvenes. Terminaremos copiando también el "trick or treat"? ¿Mandaremos a todos los niños de los suburbios pobres al barrio de Salamanca o a Neguri a hacer el "truco o trato"?
¿Hasta donde va a llegar la influencia americana en nuestras vidas? ¿No habría otras cosas que "copiar" mas interesantes que estas fiestas que nada tienen que ver con nuestra cultura? ¡Que tal si copiamos el esfuerzo, la creatividad, la facilidad emprendedora o las buenas universidades?
Muchas gracias