lunes, 5 de noviembre de 2012

Ana Botella, ¡dimite!

Todos los días nos encontramos en los medios de comunicación con noticias en las que los políticos y la política no salen bien parados. Eso forma parte de la batalla ideológica que la derecha de este país viene llevando a cabo, con gran éxito, por cierto, para desprestigiar la política y, en definitiva, la democracia.

Los ciudadanos, a través de encuestas de todo tipo, manifiestan una y otra vez la escasa valoración que conceden a los políticos y a las instituciones democráticas, confirmando con su opinión lo que tratan de transmitir los ideólogos conservadores.  La crisis profunda por la que atravesamos ha ayudado a generar este descontento y a mostrar de manera más cruda la incapacidad, y muchas veces la desvergüenza, de muchos políticos.

Para los que pensamos que es a través de la política como se puede modificar la realidad, que solo la actividad política de la ciudadanía es capaz de hacer más justa la sociedad en que vivimos, nos duele, y mucho, comprobar el desapego de la política que se va instalando en amplios sectores sociales.  Este desprestigio de la política, ¿es consecuencia solamente de la batalla ideológica de la derecha y de la crisis? Obviamente no. Los políticos, convertidos en una auténtica casta, han hecho mucho por ensuciar el digno nombre de la política.

Sí, ya sé que no todos los políticos son iguales y que los hay decentes, entregados a su trabajo y al servicio de los ciudadanos.  Así que para no generalizar, quiero hablar hoy de algo que suele ser una rareza en la política en este país:. la asunción de responsabilidades cuando se comete un error y, cuando menos, la dimisión.

Aunque podría hacer una larga lista de casos, voy a centrarme en uno bien reciente y terrible: la muerte de cuatro jóvenes en el Madrid Arena en la pasada fiesta de Halloween.  No sé si alguno o muchos de mis lectores han estado en alguna ocasión en el Madrid Arena. Yo lo hice hace año y medio con ocasión de un concierto que dio Luz Casal, que me encanta, para obtener fondos para la lucha contra el cáncer. Al salir del concierto, horrorizado por las malas condiciones de seguridad del recinto, escribí una carta a EL PAÍS (que no me publicó; quiero suponer que no porque no tuviera "calidad"), en la que entre otras cosas, comentaba lo siguiente: "Cuando llegamos al recinto nos recibieron unas interminables y desorganizadas colas. Conseguimos llegar a la puerta y los pasillos de acceso estaban prácticamente bloqueados por la presencia de los “Servicios Auxiliares”, unos servicios que ni servían ni auxiliaban, sino que entorpecían e impedían que los espectadores llegásemos a nuestros asientos. Los pasillos colapsados, personas mayores saltando por las butacas, gritos de indignación, así estaba el Madrid Arena cuando empezó el concierto, media hora tarde".

Ese recinto, lo dicen todos los informes, no reúne las condiciones de seguridad requeridas para un local que alberga a 10.000 personas y, menos todavía si éstas son jóvenes con mucho alcohol y bastante droga. Las irregularidades, en esta ocasión, han sido infinitas y las consecuencias: la muerte de cuatro chicas.

¿Qué ha dicho la alcaldesa, de quien depende ese recinto? Pues, como "buena política", ha mirado para otro lado y ha dado tres saltos adelante, diciendo que se va a personar en el juicio como parte de la acusación y que ya no va a permitir nunca más que se hagan fiestas de este tipo en el recinto. ¡¡Bingo!!  No solo no asume ninguna responsabilidad en que el recinto no reúna condiciones, en que se le haya concedido a una empresa cuando menos sospechosa, en que no se haya respetado nada de lo que es obligatorio por ley, sino que pretende convencernos, ¿a quién?, ¿a los padres de las chicas muertas?, de que la alcaldía no ha tenido nada que ver. ¡Qué caradura más grande! ¡Qué falta de respeto a la ciudadanía y a los padres de las víctimas!

Políticas así no las queremos en nuestro país. Ana Botella, ¡¡¡DIMITE!!!

Muchas gracias.

2 comentarios:

  1. Pero en lugar de dimitir o buscar responsabilidades se va a desestresar a un spa en Portugal, siguiendo la tradición pepera. Luego de darle las condolencias a las familias, eso sí. Da asco, realmente asco.
    Besitos
    Adriana

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  2. Efectivamente da asco y ganas de vomitar pero no solo eso. También debe servir para seguir exigiendo responsabilidades y que no se vaya de rositas.

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