A todos los que admiramos la labor que realiza el Instituto Cervantes y defendemos la importancia de difundir la lengua y la cultura española en el exterior, nos habría encantado tener a Mario Vargas Llosa al frente de esta institución. Comprendemos, sin embargo, su negativa, pues parece razonable aceptar el argumento de la incompatibilidad entre esa labor y la que conlleva seguir escribiendo al nivel en que lo hace el maestro Vargas Llosa.
La idea, aunque buena, era poco realista. De hecho ninguna institución similar -- British Council, Goethe Institut o Dante Allighieri -- está gobernada por un escritor de prestigio y menos aún por un premio Nobel. Más bien parecía uno de los globos sonda a los que nos tiene acostumbrado el Partido popular.
De todas formas, la noticia nos debe llevar areflexionar sobre la conveniencia de modificar la estructura orgánica del Instituto Cervantes para que personas como Vargas Llosa, y otros creadores de reconocido prestigio en España e Iberoamérica, puedan desempeñar un papel más relevante en la difusión del español en el mundo. Esta participación no debería limitarse a su papel como patronos del Cervantes, que no supone otro esfuerzo que asistir una vez al año a la reunión del Patronato. ¿Por qué no se crea una comisión -o similar- de embajadores del Instituto Cervantes en el mundo? Personas que participen regularmente en las actividades del organismo, que se comprometan a una serie de acciones en apoyo de la labor del Instituto. De esa forma se aprovecharía mejor el potencial que estos artistas tienen, adaptándose a sus condiciones personales.
Todo lo que se haga para potenciar la presencia de la marca “España”, de la que tanto se habla últimamente, para reforzar “el poder blando” que nos confiere tener una lengua hablada por 450 millones de personas y una cultura tan potente y diversa, me parece oportuno. Me gustaría suponer que esta oferta a Mario Vargas Llosa significa la voluntad de no hacer recortes en este campo, pues no creo que se haya ofrecido a Vargas Llosa un Instituto “recortado”, o ¿a lo mejor sí, y esa podría haber sido una de las razones para su negativa?
Si el ofrecimiento a Vargas Llosa era sincero supongo que el próximo director del Cervantes será una personalidad de la cultura o , por el contrario, ¿se aprovechará esta situación para poner al frente a un burócrata del Partido Popular que ejecute los recortes previstos?
Muchas gracias.