martes, 11 de febrero de 2014

El ministro ausente


Asistimos ayer por primera vez a una Gala de los premios Goya sin presencia del ministro de Cultura. Si uno viviese en un país democrático de “los de toda la vida”, pensaría que el ministro Wert estaba gravemente enfermo, casi a punto de morirse, diría yo.

Pero no, no le deseo yo ningún mal a nuestro ministro, simplemente había decidido no ir, para lo cual se había montado unos días antes –conociendo ya sobradamente la fecha de los Goya-- una cita con su homólogo de Universidades del Reino Unido.  Pero no se equivoquen los lectores, no tenemos ningún asunto de extrema urgencia con el Reino Unido sobre universidades; más bien nuestra relación es bastante escasa.

Las razones de su ausencia son muy simples: no le interesa la cultura, mucho menos el cine, y no tenía ganas de oír criticas --y a lo mejor algún abucheo-- de ese mundo, que califica como el de la “ceja”.

Ya estamos a lunes, la Gala ha pasado y nadie del gobierno ni del Partido Popular ha hecho el más mínimo comentario sobre una actitud tan irresponsable, frívola y autoritaria. Bueno sí, el payaso de Vicente Martínez Pujalte, diputado popular, ha salido en su defensa diciendo que él habría hecho lo mismo, pues no suele ir a sitios donde no le acogen bien.

El problema es que si uno tiene la responsabilidad del ministerio de Cultura y de Educación, y los actores, el cine, los autores, los profesores…. no le reciben bien, adonde no tiene que ir es a su ministerio. Eso sería lo democrático: que dimitiera y se fuera a su casa.

Sinceramente no creo que falte mucho para que se esto ocurra. De hecho, creo que esta actitud de Wert es una manifestación clara, además de su prepotencia, de que está con un pié fuera del ministerio y por eso le importa un comino lo que pase o digan de él.

Un poco más de vergüenza, Ministro. Y de dignidad. Y de respeto a esos dos mil asistentes a la Gala que estaban allí para defender una industria de nuestro país: la del cine. Y si alguno hacía algún comentario no agradable sobre su persona o su gestión, pues a tragárselo. Tragar sapos forma parte de casi todos los trabajos y mucho más del suyo, que es un servicio público.

Por cierto, ¿sabe usted lo que es un servicio público?

Muchas gracias.

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