miércoles, 13 de febrero de 2013

Rectificar es de sabios

Con esta manida frase terminó María Dolores de Cospedal su intervención, informando que el Partido Popular había despedido al corrupto Sepúlveda, marido de la ministra Ana Mato.

Tres días antes Carlos Floriano, vicesecretario de organización del PP, nos había impartido una lección magistral sobre el Estatuto de los Trabajadores, cuya conclusión era que les resultaba imposible despedir a Sepúlveda porque dicha ley le protegía y un tribunal les obligaría a readmitirlo. ¿Se puede tener mayor desvergüenza con seis millones de personas en paro? ¿O es que el Partido Popular piensa que la gente está en paro no porque les hayan despedido de sus empresas sino porque ellos voluntariamente (ya que el Estatuto de los Trabajadores impide despedir) han decidido que están mejor sin trabajar.

Rectificar es de sabios, claro que sí, sobre todo cuando se dicen tonterías y mentiras que dan vergüenza ajena. Pero se ve que la sabiduría ha llegado por toneladas en estos últimos días al Partido Popular, pues las rectificaciones abundan. Ayer, por ejemplo, Alfonso Alonso, portavoz popular en el Congreso, decía a las tres de la tarde que votarían en contra de la iniciativa legislativa popular impulsada por Stop Desahucios, que había conseguido un millón y medio de firmas.  Tres horas después decía que votarían a favor sin que se le moviese un músculo de su cara-dura. También han rectificado en relación con el caso Bárcenas, reconociendo que le han estado pagando indemnización y seguridad social hasta hace un mes.

Ante la sorpresa que tanta sabiduría me incita, tengo que preguntarme por las razones que la producen. Cualquier bienintencionado podría pensar que el Partido Popular está cambiando, y lo que antes era la opacidad más absoluta se va a convertir en transparencia. Bueno, yo no es que sea malintencionado, pero me cuesta creer en ese milagro, más bien creo que hay otras razones.

No es casualidad que estos arrebatos de sabiduría surjan después de infinitas presiones de la ciudadanía, de esfuerzos ingentes de personas para exigir que se respeten sus derechos. Es difícil, por no decir suicida, negarse a analizar una iniciativa legislativa que cuenta con el apoyo de millón y medio de personas, cuando estás apoyando otra que no llega a medio millón sobre los toros.

Tenemos una cúpula política que no está dando la talla y tenemos un camino para que despierten y nos hagan caso o, si no, que se vayan a su casa: pelear desde abajo, desde la ciudadanía, exigir nuestros derechos, aumentar la presión social sobre ellos. Así avanzaremos, así regeneraremos nuestra democracia y la fortaleceremos. De los políticos que hoy están gobernándonos, poco o nada podemos esperar y mucho menos que "regeneren" (esa palabra que tanto les gusta usar) nuestra democracia.

Muchas gracias.

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