Hemos llegado a esa época del año en que cuando paseamos por las calles de nuestro barrio empezamos a ver carteles de "Cerrado por vacaciones". Queremos comprar el periódico y tenemos que buscar otro kiosko porque el nuestro ha cerrado. Ya no conseguimos esa barra de pan que tanto nos gusta, y el bar al que solemos acercarnos a tomar el café de media mañana también ha cerrado.
El verano, además de ese calor sofocante del que nunca nos libramos, nos trae también cambios en nuestras rutinas de vida. Las vacaciones de los demás y, si tenemos suerte, las nuestras propias, nos introducen en un período en que cambiamos casi todo, empezando por la indumentaria y terminando por las costumbres de cada día.
Qué agradable esa conquista social que permite que todos los trabajadores tengan derecho a unos días de vacaciones al año. Derecho a olvidarse durante un cierto tiempo --que gracias a las luchas sociales ha ido creciendo-- de las obligaciones, responsabilidades y, a veces, sufrimientos del trabajo. Y qué triste la vida de aquellos que, creyendo que el trabajo es la panacea, renuncian a ese derecho o no lo saben disfrutar.
Yo, como todos mis amigos sabéis, ya no trabajo, en el sentido estricto de la palabra, porque estoy jubilado, pero eso no quiere decir que no tenga derecho a las vacaciones y a seguir disfrutando de ellas ahora, si cabe, con más ardor que antes. Por eso he decidido ponerle a este blog el cartel de "Cerrado por vacaciones". Me esperan familia, nietos, playa, comidas con amigos... y no sé si tendré tiempo y ganas de escribir.
En todo caso, si me entra el "mono" no preocuparos que descolgaré momentáneamente el cartel y escribiré. Y lo que sí prometo es contaros, aunque no sea en el mismo momento en que ocurra, todo aquello que me llame la atención y merezca ser compartido con vosotros.
Ahora lo que toca es disfrutar de las vacaciones. Os dejo porque voy a darme un baño en la poza natural que estoy viendo por la ventana mientras os escribo.
Mucha suerte y muchas gracias.
Bueno, no me había atrasado tanto... Lamento lo de tu amiga Virginia, comparto plenamente lo que decis sobre la pérdida de los seres queridos (me gustó muchísimo ese artículo de Rosa Montero)y por supuesto la reflexión sobre la amistad. Y lo bueno es que la facultad de hacer nuevos buenos amigos no caduca con el tiempo y la vida a veces te los pone cerca, por ej. 3 pisos más abajo para que te los puedas encontrar fácilmente. Al bloguero y su señora esposa un beso muy grande de la vecina del 6.to
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