Aunque lo normal es que las noticias que nos llegan a través de los medios de comunicación son habitualmente terribles y deprimentes, ayer escuché que la ley Wert no se podrá poner en marcha hasta el curso 2015-2016 por problemas presupuestarios. Tanto quieren recortar en educación que ni tan siquiera podrán lanzar su cacareada reforma. Por una vez nos alegramos de los malditos recortes. Después de todo, ese dinero no iba a ir a la escuela pública sino a engrosar las arcas de la privada.
Pero ¿es esa la verdadera razón para ese posible retraso de la aprobación de la LOMCE? Me vais a permitir que lo ponga en duda. Más bien creo que no hay que ser un analista especialmente agudo para encontrar otras razones para la paralización momentánea de esta reforma. Señalemos algunas.
No creo que sea el mejor momento para "españolizar a los alumnos catalanes". La pretendida posición del gobierno de Rajoy ante el reto soberanista de Mas --firmeza pero apertura al dialogo--, no casa mucho ni poco con las afirmaciones del ministro Wert; ni parece el momento oportuno para presentar una pelea contra el sistema de inmersión en catalán apoyado por la inmensa mayoría de los ciudadanos de Cataluña.
Por otro lado, la reforma, o mejor dicho "la contrarreforma", ha sido criticada en gran medida por algunas de la comunidades autónomas gobernadas por los populares, como, por ejemplo, Castilla y León o Murcia. La falta de consenso y el retroceso que supone la pretendida reforma apoyan la tesis de darse un tiempo para la reflexión.
Luego está la inoportunidad que supone iniciar una reforma del sistema educativo en tiempos de crisis económica, en la medida en que esa reforma no vaya en la dirección de reforzar la educación, que es lo que se supone que se debe hacer en época de crisis, veáse el ejemplo de Francia. Existe un gran consenso en que la salida a la crisis tiene que ver con un cambio de modelo económico que requiere un capital humano con un mayor nivel de formación. Y eso no se consigue recortando los ya de por sí magros presupuestos educativos. No es creíble ninguna mejora de la calidad de la educación --estamos hablando de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la Educación (LOMCE)-- en un contexto generalizado de reducción del número de profesores y de los medios, humanos y materiales, destinados a la educación.
Da la sensación --¡ojalá no nos equivoquemos!-- que el discurso beligerante e ideológico del ministro Wert empieza a no ser el adecuado para el momento actual y que está llegando el momento de cambiar de discurso (los objetivos finales son los mismos, no nos equivoquemos), de darle una forma menos descarnada.
¿Cuánto le queda al ministro Wert? Se admiten apuestas.
Muchas gracias.
Pero ¿es esa la verdadera razón para ese posible retraso de la aprobación de la LOMCE? Me vais a permitir que lo ponga en duda. Más bien creo que no hay que ser un analista especialmente agudo para encontrar otras razones para la paralización momentánea de esta reforma. Señalemos algunas.
No creo que sea el mejor momento para "españolizar a los alumnos catalanes". La pretendida posición del gobierno de Rajoy ante el reto soberanista de Mas --firmeza pero apertura al dialogo--, no casa mucho ni poco con las afirmaciones del ministro Wert; ni parece el momento oportuno para presentar una pelea contra el sistema de inmersión en catalán apoyado por la inmensa mayoría de los ciudadanos de Cataluña.
Por otro lado, la reforma, o mejor dicho "la contrarreforma", ha sido criticada en gran medida por algunas de la comunidades autónomas gobernadas por los populares, como, por ejemplo, Castilla y León o Murcia. La falta de consenso y el retroceso que supone la pretendida reforma apoyan la tesis de darse un tiempo para la reflexión.
Luego está la inoportunidad que supone iniciar una reforma del sistema educativo en tiempos de crisis económica, en la medida en que esa reforma no vaya en la dirección de reforzar la educación, que es lo que se supone que se debe hacer en época de crisis, veáse el ejemplo de Francia. Existe un gran consenso en que la salida a la crisis tiene que ver con un cambio de modelo económico que requiere un capital humano con un mayor nivel de formación. Y eso no se consigue recortando los ya de por sí magros presupuestos educativos. No es creíble ninguna mejora de la calidad de la educación --estamos hablando de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la Educación (LOMCE)-- en un contexto generalizado de reducción del número de profesores y de los medios, humanos y materiales, destinados a la educación.
Da la sensación --¡ojalá no nos equivoquemos!-- que el discurso beligerante e ideológico del ministro Wert empieza a no ser el adecuado para el momento actual y que está llegando el momento de cambiar de discurso (los objetivos finales son los mismos, no nos equivoquemos), de darle una forma menos descarnada.
¿Cuánto le queda al ministro Wert? Se admiten apuestas.
Muchas gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario