jueves, 7 de julio de 2011

Cerrado por vacaciones

Hemos llegado a esa época del año en que cuando paseamos por las calles de nuestro barrio empezamos a ver carteles de "Cerrado por vacaciones".  Queremos comprar el periódico y tenemos que buscar otro kiosko porque el nuestro ha cerrado. Ya no conseguimos esa barra de pan que tanto nos gusta, y el bar al que solemos acercarnos a tomar el café de media mañana también ha cerrado.

El verano, además de ese calor sofocante del que nunca nos libramos, nos trae también cambios en nuestras rutinas de vida. Las vacaciones de los demás y, si tenemos suerte, las nuestras propias, nos introducen en un período en que cambiamos casi todo, empezando por la indumentaria y terminando por las costumbres de cada día.

Qué agradable esa conquista social que permite que todos los trabajadores tengan derecho a unos días de vacaciones al año. Derecho a olvidarse durante un cierto tiempo --que gracias a las luchas sociales ha ido creciendo-- de las obligaciones, responsabilidades y, a veces, sufrimientos del trabajo. Y qué triste la vida de aquellos que, creyendo que el trabajo es la panacea, renuncian a ese derecho o no lo saben disfrutar.

Yo, como todos mis amigos sabéis, ya no trabajo, en el sentido estricto de la palabra, porque estoy jubilado, pero eso no quiere decir que no tenga derecho a las vacaciones y a seguir disfrutando de ellas ahora, si cabe, con más ardor que antes.  Por eso he decidido ponerle a este blog el cartel de "Cerrado por vacaciones". Me esperan familia, nietos, playa, comidas con amigos... y no sé si tendré tiempo y ganas de escribir.

En todo caso, si me entra el "mono" no preocuparos que descolgaré momentáneamente el cartel y escribiré. Y lo que sí prometo es contaros, aunque no sea en el mismo momento en que ocurra, todo aquello que me llame la atención y merezca ser compartido con vosotros.

Ahora lo que toca es disfrutar de las vacaciones. Os dejo porque voy a darme un baño en la poza natural que estoy viendo por la ventana mientras os escribo.

Mucha suerte y muchas gracias.

viernes, 1 de julio de 2011

Eduquemos a todos, y las élites también

Mi amigo y admirado profesor, Rafael Feito, escribe hoy en EL PAÍS un esclarecedor artículo sobre la educación de las élites, cuya lectura recomiendo vivamente.

Al hilo de lo que en dicho artículo se defiende, quiero volver a insistir en algo que me preocupa desde hace mucho tiempo. ¿Por qué los debates sobre educación en España están siempre dominados por las posiciones ideológicas y no, como sería lo razonable, por las evidencias empíricas que la ciencia nos viene proporcionando? ¿Por qué tenemos que seguir discutiendo sobre "el sexo de los ángeles" siempre que se habla de educación, cuando ya se sabe con seguridad que los ángeles no tienen sexo?

El artículo del profesor Feito surge en relación con la iniciativa, "ocurrencia" la llamaría yo, de crear un bachillerato específico para los alumnos excelentes. Una vez más, separar a los alumnos con el pretexto de que la separación favorece su aprendizaje, cuando está demostrado por todo tipo de estudios que lo eficaz es precisamente lo contrario.

¿Qué se pretende con esta obstinación?, ¿mejorar la educación, aunque sea sólo la de las élites? Pues no, se pretende ganar votos entre las clases acomodadas, decirles lo que les gusta oír, y ganar votos también entre ese profesorado que cree que el bachillerato es el no va más de la educación y que solo deben llegar alumnos superdotados.

No es eso lo que la educación necesita. Necesitamos mejorar todo el sistema educativo -- además de la educación de las élites--, pero ello se consigue no separando sino juntando, todo en un contexto de aprendizaje positivo y enriquecedor.

Por favor, basta ya de demagogia. Basta ya de echar piedras sobre la educación pública. Basta ya de adoptar medidas educativas basadas en prejuicios ideológicos en vez de en conocimientos empíricamente demostrados.  Que esto lo haga el Partido Popular puede tener su "lógica", pero que lo secunde el gobierno socialista, como ha hecho con las medidas para establecer itinerarios en cuarto de la ESO, resulta descorazonador.

Muchas gracias.