En mi entrada de ayer me preguntaba como respondería Pablo Iglesias al pacto del PSOE con Ciudadanos. En unas horas me despejó la duda: dando la espantada, abandonando la negociación a cuatro que había iniciado dos días antes.
Curioso comportamiento: sabía que el PSOE estaba negociando con Ciudadanos y que esa negociación estaba a falta de unos pocos flecos; ¿qué´esperaba? ¿que su aceptación de dialogar con el PSOE motivara el que los socialistas abandonaran una negociación seria que habían mantenido durante esas dos semanas, buscando acuerdos, mientras ellos se negaban a hacerlo?
Los ciudadanos que casualmente veíamos anoche el telediario de Pedro Piqueras en Telecinco pudimos ver y oír a un Iglesias muy cabreado, en el más puro estilo leninista (y de eso, perdonarme, yo sé bastante), justificando el abandono de la negociación en que el PSOE le había engañado y había preferido irse con la derecha. A las preguntas de Piqueras sobre aspectos del acuerdo --la mayoría-- que podían ser asumidos por Podemos, contestaba con exabruptos y criticas a Sánchez.
También me llamó mucho la atención, y lo quiero señalar porque me causó una gran decepción, la rueda de prensa de Alberto Garzón anunciando la ruptura de las negociaciones. Hasta ese momento Garzón siempre aparecia con la otra diputada de Izquierda Plural. Ayer, detrás de Garzón, estaban Julio Anguita y Felipe Alcaraz. No me lo podía creer, La caverna en pleno, ¿por qué, Alberto?
Hay razones para entender el "cabreo" de Iglesias, pero son razones que nada tienen que ver con la ideología. Su planteamiento siempre fue el mismo: la diferencia de votos entre PSOE y Podemos no llegó a 400.000 votos, es decir, "somos iguales". Y como iguales insistía en que se debían repartir el pastel, o sea, el poder, "Tú, Pedro te conviertes en presidente (fíjate en lo generoso que soy) y yo me resigno a ser vicepresidente pero con algunos poderes (el CNI, la judicatura...)."
Ese esquema se ha roto con el pacto entre PSOE y Ciudadanos. Con nueve millones de votos, casi dos millones más que el PP, Podemos ya no se puede quedar con la mitad del pastel. Así que ahora lo que tiene que hacer es negociar sobre en qué se ponen de acuerdo en beneficio de la ciudadanía, y eso parece que a Pablo Iglesias no le interesa. Prefiere acusar al PSOE de unirse a la derecha --precisamente él que había abolido los conceptos de izquierda y derecha en su lenguaje. Las personas de izquierda no nos hemos olvidado de los esfuerzos realizados por Iglesias para dejar claro que la dicotomía derecha-izquierda no respondía a la realidad española. Había que acabar con la casta, ese era el objetivo. Parece que la casta ya ha desaparecido y volvemos a derecha-izquierda.
Por último, un razonamiento aritmético, de esos que tanto gustan ahora. Es verdad que los 131 escaños del pacto no son suficientes para la investidura, como tampoco lo son los 161 del posible pacto PSOE-Podemos-Izquierda Unida y mucho menos los 123 del PP. Entonces ¿de que estamos hablando?
Muchas gracias.
Curioso comportamiento: sabía que el PSOE estaba negociando con Ciudadanos y que esa negociación estaba a falta de unos pocos flecos; ¿qué´esperaba? ¿que su aceptación de dialogar con el PSOE motivara el que los socialistas abandonaran una negociación seria que habían mantenido durante esas dos semanas, buscando acuerdos, mientras ellos se negaban a hacerlo?
Los ciudadanos que casualmente veíamos anoche el telediario de Pedro Piqueras en Telecinco pudimos ver y oír a un Iglesias muy cabreado, en el más puro estilo leninista (y de eso, perdonarme, yo sé bastante), justificando el abandono de la negociación en que el PSOE le había engañado y había preferido irse con la derecha. A las preguntas de Piqueras sobre aspectos del acuerdo --la mayoría-- que podían ser asumidos por Podemos, contestaba con exabruptos y criticas a Sánchez.
También me llamó mucho la atención, y lo quiero señalar porque me causó una gran decepción, la rueda de prensa de Alberto Garzón anunciando la ruptura de las negociaciones. Hasta ese momento Garzón siempre aparecia con la otra diputada de Izquierda Plural. Ayer, detrás de Garzón, estaban Julio Anguita y Felipe Alcaraz. No me lo podía creer, La caverna en pleno, ¿por qué, Alberto?
Hay razones para entender el "cabreo" de Iglesias, pero son razones que nada tienen que ver con la ideología. Su planteamiento siempre fue el mismo: la diferencia de votos entre PSOE y Podemos no llegó a 400.000 votos, es decir, "somos iguales". Y como iguales insistía en que se debían repartir el pastel, o sea, el poder, "Tú, Pedro te conviertes en presidente (fíjate en lo generoso que soy) y yo me resigno a ser vicepresidente pero con algunos poderes (el CNI, la judicatura...)."
Ese esquema se ha roto con el pacto entre PSOE y Ciudadanos. Con nueve millones de votos, casi dos millones más que el PP, Podemos ya no se puede quedar con la mitad del pastel. Así que ahora lo que tiene que hacer es negociar sobre en qué se ponen de acuerdo en beneficio de la ciudadanía, y eso parece que a Pablo Iglesias no le interesa. Prefiere acusar al PSOE de unirse a la derecha --precisamente él que había abolido los conceptos de izquierda y derecha en su lenguaje. Las personas de izquierda no nos hemos olvidado de los esfuerzos realizados por Iglesias para dejar claro que la dicotomía derecha-izquierda no respondía a la realidad española. Había que acabar con la casta, ese era el objetivo. Parece que la casta ya ha desaparecido y volvemos a derecha-izquierda.
Por último, un razonamiento aritmético, de esos que tanto gustan ahora. Es verdad que los 131 escaños del pacto no son suficientes para la investidura, como tampoco lo son los 161 del posible pacto PSOE-Podemos-Izquierda Unida y mucho menos los 123 del PP. Entonces ¿de que estamos hablando?
Muchas gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario